Dicen que todo problema es también una oportunidad. Y aunque parezca contradictorio existen muchos casos que confirman este enunciado. Un ejemplo de cómo podemos transformar una circunstancia desfavorable en un beneficio es el emprendimiento que Adriana Villena inició en julio pasado.
Desde que terminó el colegio notó que conseguir ropa formal que le sentara bien a su metro cincuenta de estatura era prácticamente una misión imposible. “Durante mucho tiempo busqué un look casual y cómodo. Pero encontrar prendas a las que no tenga que subirle la basta, las mangas o que no tengan el tiro largo era muy difícil”, detalla.
Fue en base a esta experiencia que a los 17 años se le ocurrió la idea de crear una marca de ropa exclusiva para mujeres bajas. Un nicho inexplorado, pero con gran potencial sobre todo si tomamos en cuenta que, según el INEI, la talla promedio de las peruanas es de 1.53 metros para Lima y 1.51 para provincias.
Con la meta de formar su propia empresa, Adriana estudió ingeniería industrial. Las prácticas, primero en pequeñas organizaciones y luego en grandes corporaciones como Kimberly-Clark y Nestlé, la ayudaron a conocer el manejo empresarial y proceso productivo.
Tras concluir la carrera, en 2024 decidió empezar a trabajar en su proyecto. El primer paso fue hacer un estudio para saber qué medidas deberían tener las prendas que quería confeccionar de acuerdo con los diferentes cuerpos femeninos de su público objetivo. “Porque -precisa- aunque dos mujeres midan 1.50 metros, pueden necesitar tallas diferentes si una es delgada y la otra de contextura más gruesa. Eso significa que podrían usar el mismo largo de pantalón, pero en talla S, M o L”.
Con los resultados obtenidos en su trabajo de campo, Adriana logró plasmar todas estas particularidades en las prendas que su marca Petite Style Perú diseña.
Moda para petite. La propia experiencia de Adriana Villena dio lugar a un emprendimiento muy particular. A través de su marca de ropa Petite Style Perú busca que las mujeres bajitas se reconcilien con su estatura y sus cuerpos.
“Queremos empoderar a la mujer ‘petite’”, Adriana Villena (25) / Petite Style Perú
El camino para concretar este proyecto no fue sencillo. Pero el esfuerzo de Adriana y su constante capacitación dieron frutos. El año pasado concursó y ganó en la IV Edición del BootCamp de Marketing Digital #ConectaMujeres de Fundación Telefónica, donde participaron más de 1600 propuestas de cinco países. Para obtener el primer lugar a nivel Latinoamérica tuvo que presentarse ante un jurado y sustentar durante cinco minutos su emprendimiento.
En esta etapa el bagaje de conocimientos adquiridos gracias a Fundación Romero, puntualmente en el programa Becas Grupo Romero, jugaron un papel determinante. Adriana conoció estos cursos gratuitos en línea durante la pandemia. “La plataforma se une al Ministerio de Trabajo a través de Capacíta-T. Yo empecé tomando cursos de Microsoft que me ayudaron cuando empecé a buscar mis primeras prácticas preprofesionales.
También con Fundación Romero, opté por cursos de finanzas, poder femenino y emprendimiento que es lo que más me ha servido y apliqué en el plan de marketing del concurso que gané”, explica. Adriana es consciente de que los cursos online de las Becas Grupo Romero no solo le ahorraron tiempo y dinero, sino que sobre todo aceleraron la formación de su propio negocio.
En poco más de medio año, Petite Style Perú ha tenido alrededor de 700 prendas en producción y una cartera de clientes de casi 250 mujeres no solo del Perú sino también de países como Argentina, Ecuador y México.
Ante el éxito que ya vislumbra, la joven emprendedora da un paso más allá y reflexiona sobre la necesidad de que las mujeres se reconcilien con su estatura y sus cuerpos.
“La aceptación de la marca ha sido grande, hemos crecido muy rápido. Por eso queremos empoderar a cada mujer que es ‘petite’ (mujer pequeña en francés). No solo somos ropa que ayuda a vestir bien sino también queremos que nuestras clientas se expresen a través de la moda. Porque no hay nada malo en los cuerpos de quienes somos ‘petite’ sino que por mucho tiempo no hemos encontrado las medidas adecuadas para nosotras”.
Sazón Huancaína. Magaly Rivas fue quien ideó el menú que sorprendió a Repsol. Ese fue el primer paso para hacer realidad el restaurante.
“Trabajando juntas podemos alcanzar el éxito”, Luz Marina Rivas (37) / Pachacútec- Sabores Regionales
Como cientos de miles de mujeres peruanas, es madre y padre para sus hijos. Luz Marina Rivas siempre ha tenido la certeza de que el arduo trabajo tiene recompensa y que los desafíos que se presentan en la vida son la antesala de un mejor porvenir.
Pero su mayor aprendizaje llegó durante el último año, desde que junto a sus compañeras del comedor popular Aída Sotomayor Ronceros, en Ventanilla, participó en un concurso de emprendimientos echando mano de lo mejor que sabían hacer: cocinar.
“Impulsared, de Repsol, fue quien organizó el concurso. Se quedaron impresionados con la comida que habíamos preparado, chocho a la huancaína y gaseosa de flor de jamaica”, recuerda. El innovador menú tuvo su origen en las clases de cocina óptima que previamente habían recibido, pero la idea fue completamente original. Tras el reconocimiento llegaron muchas capacitaciones con la promesa final de poder iniciar un negocio propio.
En los meses que duró el proceso para adquirir los conocimientos necesarios que las ayuden a hacer realidad su emprendimiento, algunas de sus primeras socias tiraron la toalla. “Empezamos siendo trece, pero finalmente quedamos siete. Nosotras somos las fundadoras, las que seguimos trabajando a pesar de los obstáculos. Las capacitaciones fueron intensas y requerían de tiempo, por eso varias dejaron de creer que podíamos hacer realidad nuestro sueño y se retiraron”, relata Luz Marina.
La experiencia le dejó una nueva gran lección. La constancia y el trabajo en equipo es capaz de superar cualquier desafío. “Entendimos —precisa— que trabajando juntas podemos alcanzar el éxito”.
Han pasado casi dos meses desde la inauguración del restaurante y los resultados confirman que eligieron el camino correcto. Luz Marina se convirtió en la gerente general y es también la encargada del delivery. Pero como madre de cuatro hijos sabe que un dinero adicional siempre es bienvenido. Así que, a sus tareas en el comedor, el restaurante y el reparto, suma su actividad como mototaxista de colegiales, a quienes lleva sanos y salvos a sus respectivos hogares.
Las mujeres que hicieron posible Sabores Regionales llegaron a Pachacútec de distintas zonas del Perú. Cada una aporta una culinaria y especialidades distintas que enriquecen el servicio que ofrecen. “Nuestro plus es que ofrecemos un poco de todo. Comida de diferentes lados del Perú. Tenemos platos de las tres regiones, desde el tacacho con cecina y picante de cuy hasta el seco de cabrito y cebiche”.
En estas primeras semanas los comensales van en aumento. En un día pueden tener pedidos por 25 o 30 platos especiales, además de los menús. Todo, dicen, se lo deben a los cursos de marketing, atención al cliente, manejo de costos y otras enseñanzas que también ponen en práctica en el comedor que continúan atendiendo y en su vida personal.
“Nosotros aspiramos a que este restaurante sea conocido en todo nuestro distrito y que nuestra comida regional sea revalorizada y reconocida gracias a nuestro trabajo. Sentimos que con todo el esfuerzo y amor que ponemos en cada plato también podemos mejorar nuestra calidad de vida y progresar”. Para Luz Marina, se necesitan de más programas que confíen y apoyen la capacidad para emprender de las mujeres.
Hilando sueños. Actualmente, son diez emprendedores quienes confeccionan las prendas de Intyara, pero la iniciativa del emprendimiento fue de Juliana Estrada, gerente general de la empresa.
“Queremos dar trabajo a más mujeres humildes”, Juliana Estrada (39) / Intyara
“Soy gerente de la empresa textil Churanakura Warmi SAC y nuestra marca se llama Intyara”, dice con orgullo Juliana Estrada, quien hasta hace poco fue socia de otro emprendimiento. Mientras trabajaba allí se le ocurrió llevar ropa a Cajamarca y venderla. El negocio fue redondo, pues las 166 prendas en las que invirtió salieron como pan caliente. Ese fue el germen para la confección de los pijamas que ahora son el producto estrella de su empresa.
Juliana cuenta que dentro de Fuertes como el Hierro –programa en alianza con Repsol y el Banco de Alimentos–se organizó un concurso que ayudaba a pequeños emprendimientos. “Ahí me presenté después de mi experiencia en ventas y quedé supermotivada porque gané el primer puesto presentando mis prendas”.
Aquella participación la hizo como presidenta del comedor San Martín de las Casuarinas, en Ventanilla. Ahí conoció las bondades de Impulsared, iniciativa de Repsol que promueve el desarrollo de las mujeres. Hoy, gracias a ese asesoramiento dirige no solo una empresa formal sino también da empleo a otras nueve personas que la acompañan en su crecimiento.
El nombre de su empresa es un reflejo de su experiencia. Churanakura Warmi es una frase que nace de la unión de varios dialectos quechua y que Juliana y sus compañeras traducen como mujeres emprendedoras.
Como todo inicio, el de la marca Intyara no fue sencillo. “Nosotras sabíamos confeccionar prendas, pero a nuestra manera, no profesionalmente. Lo hacíamos primero cosiendo a mano y después alquilábamos una máquina para reforzar las costuras”, recuerda la novel gerenta. Ahora, tras haber obtenido el capital semilla de parte de Repsol tienen siete máquinas que les permite un acabado más prolijo y hasta alquilar un local que acoge al taller. “Impulsared nos ha capacitado desde un principio sobre cómo formar una empresa, nos ha capacitado con talleres de confección, de marketing, finanzas y contabilidad. Hemos aprendido muchísimo, pero sabemos que nos falta por recorrer un camino largo”.
El taller de Intyara entró en operaciones el 30 de diciembre. En dos meses sus prendas han logrado posicionarse entre sus vecinos como una alternativa cercana y a precios módicos. “Nosotros estamos ubicados en el asentamiento humano Las Casuarinas, en Pachacútec. A quienes viven aquí les facilitamos muchísimo las compras, ahora no hay necesidad de que se vayan a comprar lejos porque ya hay un taller con ventas al por mayor”.
Como parte de la campaña escolar, vienen trabajando de la mano de varios colegios para la confección de polos deportivos de algodón pima. Además de los pijamas cortos y largos, se preparan para la campaña de invierno. Ya tienen en mente la confección de casacas, pantalones y poleras abrigadoras para vencer al frío.
No es lo único en lo que piensan, sus aspiraciones son más grandes. “Como mujeres, tenemos el sueño de hacer crecer nuestra empresa, de tener nuestro propio local, pero sobre todo dar trabajo a más mujeres humildes como nosotras. A aquellas que son madres, que de repente pasan necesidades y están en su casa porque no tienen con quien dejar a sus hijos pequeños. Queremos darles el apoyo que nosotras recibimos”.
Ventas en un clic. A Elizabeth Sipión llevar el curso de Marketing Digital le cambió la vida y le permitió elevar fuertemente sus ganancias.
“Aprendí los secretos del marketing digital”, Elizabeth Sipión (38) / Tienda virtual NicFer
A raíz de la pandemia tuvo que cerrar los dos puestos que tenía en una pequeña galería de Ventanilla y con ello el sustento de su familia disminuyó drásticamente. No era la primera vez que Elizabeth Sipión debía enfrentar la adversidad y redoblar esfuerzos. Desde muy niña aprendió a valorar el trabajo y esa experiencia la preparó para las vicisitudes de su vida adulta. En 2018 su esposo quedó sin trabajo fijo durante un año y fue en ese momento que emprendió su propio negocio, un bazar y servicios de impresión con el que sacó adelante a su familia.
Tras la peste volvió a la galería, pero las bajas ventas apenas alcanzaban para pagar el alquiler. La solución que encontró fue quedarse con solo uno de los locales y dedicarse a este día y noche.
Así estaban las cosas cuando, el año pasado, una publicidad en Facebook llamó su atención. Se trataba del Programa Becas Grupo Romero de Fundación Romero. “Las historias que contaban quienes habían tomado los cursos gratuitos hicieron que me animara a aprender algo nuevo. Había toda una guía con cursos para emprendedores. Allí aprendí los secretos del marketing digital”, recuerda.
¿Qué fue exactamente lo que aprendió?, le preguntamos. “En este curso te enseñan a vender con éxito a través de las redes sociales, en Facebook, Instagram, TikTok. Yo me especialicé en ventas por Facebook y creé a través de una página web una tienda virtual”, cuenta. Empezó a publicitar varios productos y poco a poco pudo comprobar su rentabilidad.
De todo lo que le enseñaron destaca el análisis de datos y la métrica. “Aplicándolas correctamente se puede saber si un producto va a funcionar o no. Por ejemplo, si tengo una métrica arriba de cuatro puedo seguir apostando por la venta del producto y darle presupuesto. Si no llego a ese número es mejor apagar la campaña para no perder tu inversión”, subraya.
Al principio, confiesa Elizabeth, tenía miedo a todo lo que era virtual. Ahora solo tiene agradecimiento para Fundación Romero porque sabe que tomó la mejor decisión. “Si no me hubiera topado con sus cursos y no hubiera ingresado a la era digital creo que hubiera tenido que cerrar mi local y seguro estaría trabajando hasta muy tarde en otro rubro”.
Aunque todavía conserva su tienda física, vender de manera digital le resulta más rentable y puede manejarlo desde la comodidad de su hogar utilizando tan solo el celular. No solo sus ventas han aumentado considerablemente, si no que dispone de mayor tiempo para sus hijos.
“Puedo decir con seguridad que en este momento lo que más ganancias me da es el negocio virtual. Actualmente mis ventas subieron entre un 30% y 40%. Y lo mejor es que vivo más tranquila porque puedo llevar al fútbol a mi hijo y estar pendientes de su rendimiento escolar, así como recoger a mi hija de la universidad cuando sale muy de noche”. Es, precisamente, en honor a sus hijos Fernando (12) y Nicole (18) que bautizó a su tienda virtual como NicFer. Por ellos todo sacrificio vale la pena.
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