Por lo visto, trabajar y ser cercano a César Acuña contamina con la viruela del plagio y el COVID de la amnesia de fuentes, pues ayer Augusto Álvarez Rodrich (AAR) escribió una columna en La República (“OK, roba, pero este ladrón es nuestro”) que es sideralmente similar a una mía publicada cinco días atrás (“Es un ladrón, pero es nuestro ladrón”). No solo los titulares son casi idénticos, sino también mucha de la argumentación. ¡Hasta parafrasea como yo la misma frase –”es un ladrón, pero es nuestro ladrón”– que un presidente yanqui usó sobre el dictador centroamericano Somoza! Pero, como soy yo y no AAR, nadie dirá nada ni las redes aullarán. Como mucho, afirmarán que se trata de una “casualidad” y las redes o sitios web (tipo El Útero de Marita o La Mula) se quedarán silentes. En cambio, si fuese yo el autor, ya estaría crucificado, con las redes y los “artistas” (“Jacinto Díaz”, Ebelin Ortiz, Tatiana Astengo, Eduardo Adrianzén, Eloy Jáuregui, etc.) pidiendo que me boten del periódico, con los rojos y caviares haciéndome polvo, con muchos “notables” pidiendo mi cabeza, con La República implacable, con gremios como el IPYS y el CPP, o las fantasmales FPP y ANP amonestándome, con algún “voluntario” metiéndome un juicio penal, con RMP, su chupe José Alejandro Godoy, Maritza Espinoza, Paola Ugaz, Jackie Fowks y otros masacrándome (allí sí funcionaría “el periodismo de periodistas”, del cual despotrican pero bien que usan cuando quieren atacar), con Mariana de Althaus, Fernando Berckemeyer y Oscar Vidarte sonriendo, etc. Y yo casi no tendría un espacio para tratar de justificarme, como sí le sobran estos a AAR entre los coleguitas (y seguramente AAR se quedará calladito sobre el tema y tampoco me dará las explicaciones o disculpas del caso). Es el doble rasero eterno: si eres de derecha, el trato no es igual para nada, menos aún si eres Aldo Mariátegui, que apesta a azufre para la izquierda, la caviarada, los socialconfusos, los cojudignos y los tontos útiles.