"A veces, mirar a un hijo rondar los precipicios de la vida, tomar aire, cruzar los dedos y confiar que no va a caer, y que ese hijo encuentre en nuestra mirada el valor de reprimir nuestro miedo y el optimismo básico en que van a pasar cosas buenas, aunque sepamos, obviamente, que las tragedias ocurren, es uno de los legados más importantes que podemos dejar".