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A 24 años del estreno de Titanic: la película con la que James Cameron hizo posible lo imposible
Cómo una historia de una tragedia, contada de un punto de vista diferente, la película de un suceso trágico de 1912 se convirtió en un ícono de la cultura pop.
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Titanic se estrenó un 22 de diciembre de 1997, causando un revuelo muy singular en el cine. El proyecto de James Cameron sorprendió a todos por una mezcla de géneros particular, además de ser un espectáculo visual sorprendente.
Una historia trágica sobre un desastre sazonado con un romance clásico fue suficiente para encandilar a los espectadores y meterse en el bolsillo a la crítica. Esto fue un triunfo de Cameron en el hecho de llevar a la pantalla grande un proyecto que desafiaba el eceptisismo del estudio.
La capacidad de narrar historias de gran contenido emocional y crear escenarios deslumbrantes se hicieron evidentes como característica del director Cameron: deseaba mostrar una tragedia desde un punto de vista poco tradicional.
Lo realizó con toda la tecnología que tenía a sus disposición, la mejor de la época, sabiendo claramente cual era su propuesta, lo que quería contar, que iba más allá del trágico hundimiento del coloso Titanic.
Acertó en todo, tanto que el suceso, ocurrido en el lejano 1912, se volvió un hito en la cultura pop. Eto también significó al más importante en el mundo del cine comercial tal y como se conocía en esas épocas.
El proyecto fue una apuesta monumental, que si salía mal pudo haber puesto fin a su carrera. Además, enfrentó miles de problemas a la hora de realizar este gran proyecto: de ser tildado como desastre por la crítica temprana, hasta encuentros poco elegantes con los actores.
Evidentemente, su capacidad creativa estaba muy por delante de su miedo a fracasar. Y no solo lo decimos porque sus protagonistas eran, para ese entonces, desconocidos actores que tenía como filmografía muchos proyectos independientes.
¿Sería una historia de amor? ¿de desastre? ¿tragedia? No se sabía, no podía distinguirse en realidad, por lo cual la prensa de ese entonces imaginaba el rotundo fracaso de la cinta. Ya con 200 millones de presupuesto, la película era un monstruo del cine, al menos en costo, recaudar una cifra que lo haga redituable, era más que un reto, era un sueño.
Por otro lado, la logística fue un infierno para Century Fox, Paramount Pictures y Lightstorm Entertainment. Desde sets en mal estado, actores resfriados y muchos problemas de salud entre el reparto fueron sucediendo. Además, se rumoreaba que Kate Winslet quería renunciar y que el joven Leonardo Di Caprio ses enfrentó a Cameron en malos términos.
La mayoría de los ejecutivos temieron que la pérdida de uno de los dos actores significara regrabaciones e incluso un replanteamiento de la historia. Lo que inflaba exponencialmente los costos y podría condenar el proyecto entero al fracaso.
Incluso las cosas se pusieron más tensas que nunca cuando James Cameron subió el nivel de las amenazas y aseguró que iba a abandonar todo y “seguir a su manera”.
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El trabajo duro se convirtió, luego del estreno, en un asombroso largometraje que cautivó a los espectadores y a la crítica. Un éxito de taquilla sin precedentes para la historia del cine, demostrando que Cameron tenía razón en todo sentido.
Más tarde, las cifras hablaron por sí mismas. Según Box Office Mojo, Titanic recaudó la increíble suma de 2.196.043.167 de dólares alrededor del mundo. Un récord imbatible que se dudo pudiera ser superado.
Sin embargo, en el 2009 hubo una película que pudo superar este nivel: Avatar, dirigida por el mismo James Cameron. El único que pudo terminar con el reinado de James Cameron, fue el propio James Cameron. Una historia increíble.
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