‘The Quiet Girl’: La apuesta de Irlanda para el Festival Al Este [RESEÑA]

La trama trata de Cáit (Catherine Clinch), una niña tímida y retraída que es ignorada por tanto su familia como su escuela. Sus padres deciden llevarla a vivir por un tiempo con unos pariente lejanos en el campo, una vez que su madre acaba embarazada. Una vez en el campo, es cuidada por una pareja de granjeros amables, que le mostrarán otras formas de ver la vida y el mundo.

La película imita al título en cuestión de formato: tanto la historia como los personajes son “callados”. La película es filmada en el irlandés original del país, con algunas escenas en inglés, pero muchas veces el diálogo se toma un descanso para que las imágenes hablen de por sí solas. La película nos transforma para que nos convirtamos en la pequeña Cáit en esos momentos: que la naturaleza nos conmueva con su belleza a tal nivel que nos quite el habla. Hay varias escenas añadidas en la película que de por sí no tienden a avanzar la trama, en donde la niña solo disfruta de sus alrededores, perdida en la belleza simple de la naturaleza; pero la luz y la escenografía son filmadas con tanta naturalidad y respeto, que en lugar de encontrar estas escenas fatídicas, nos encontramos igual de ensimismados que ella por el ambiente onírico que nos rodea.

Es una historia del amor, del amor que llega a curar heridas, que llega a suavizar los momentos más oscuros del pasado. La pequeña no es ajena a la crueldad del mundo, habiendo provenido posiblemente de una familia abusiva (el origen de su comportamiento retraído); pero logra aprender que en el mundo puede existir elementos mundanos que nos llenan de alegría. Crear una tarta de frutas puede ser trepidante a los ojos de un niño curioso. La niña llega a crear una relación honesta y emocional con los granjeros que la cuidan; siendo ella la figura de la hija que nunca pudieron tener. Las tres personas llegan a encontrar consuelo y amor cuando ya lo creían imposible.

Aunque es una historia sencilla, siempre desea ser honesta. The Quiet Girl nos hace pensar, y, al igual que Cáit; nos hace descubrir que hay poder incluso en los aspectos más subestimados de la vida.