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“Vidas Pasadas” o un probable romance [RESEÑA]
Este filme está nominado al Óscar y es la primera cinta de Celine Song. Presenta una visión íntima del amor, observa la vida de dos personas que se vuelven a ver después de 20 años.
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El amor llega a ser adictivo. Y hasta destructivo. A pesar de sus males, tiende a ser una figura elemental, constante, en nuestras vidas. ¿Cuánto puede llegar a afectar este sentimiento en nuestras vidas? Eso quiso observar la directora de Vidas pasadas, Celine Song, al retratar una historia de amor casi melancólica.
Nora Moon (Greta Lee) es una guionista surcoreana que emigra de niña con su familia a Estados Unidos para encontrar más oportunidades laborales. En Seúl deja atrás a su amigo de la infancia, Hae Sung (Yoo Tae-o). Al pasar los años, Nora y Hae Sung se reencuentran en diferentes circunstancias. Finalmente, vuelven a verse en persona 20 años después y en Nueva York.
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Con matices a lo “Cuando Harry conoció a Sally”, “Vidas pasadas” observa dos vidas desde un punto de vista objetivo. Vemos el desarrollo de Nora, quien se convierte en una guionista de teatro, y cómo Hae Sung pasó a ser un ingeniero responsable, el modelo de masculinidad surcoreana. La película se acerca a la trama desde una perspectiva más madura, observando esta historia como si se desarrollara en nuestra realidad, en lugar de un guion siguiendo patrones y clichés.
Pero Hae Sung es más complejo de lo que aparenta. El personaje, en sí, nunca llega a aportar, pero lo que importante de él es su figura en la trama. No es solo el novio perdido. La serenidad y silencio de Hae Sung representan las posibilidades de Nora, ese adictivo “quizá” que siempre asusta a todos nosotros. Si me hubiera quedado en otra ciudad, si hubiera estudiado esta carrera, si me hubiera casado con estas personas. Hae Sung es Corea, lo que Nora confirma en una escena. Serio, confiable y tradicional. Hay cierta melancolía cuando piensa en él, pero ella misma llega a dudarlo al pasar más tiempo. Nora nunca llegó a encajar con el enfoque tradicional de su sociedad de nacimiento, ella tenía ambiciones y sentía que su país no le ofrecía cómo resolverlas. Y Nora se quiere a sí misma y sus proyectos como para dejarlos atrás.
“Vidas pasadas” es suave y clara, pero a la vez complicada y dolorosa; y en cierta medida, el amor también es así.
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