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Inteligencia Artificial: ¿Cuál es el límite?
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La inteligencia artificial (IA), una rama de la informática que se enfoca en la creación de sistemas que pueden realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, la resolución de problemas y el reconocimiento de patrones, ha despertado la fascinación y la preocupación de la sociedad a partes iguales.
Esta nueva tecnología, que hasta hace unos años el público conocía solo por sus versiones malignas en en el cine, ha cobrado especial relevancia con el advenimiento de ChatGPT (Generative Pre-trained Transformer), una “herramienta” creada por la compañía de inteligencia artificial OpenAI, capaz de responder casi cualquier pregunta que se le plantee de manera coherente, gracias a su entrenamiento previo con una gran cantidad de datos y técnicas de aprendizaje profundo.
“No soy una entidad en el sentido tradicional del término, ya que no tengo conciencia propia ni emociones. Soy una herramienta automatizada diseñada para interactuar con los usuarios de manera similar a una persona real, pero mis respuestas son generadas a través de algoritmos y técnicas de aprendizaje automático”, respuesta de la propia ChatGPT al ser interrogada sobre lo que en verdad es y cómo funciona.
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Sin embargo, el alcance de este tipo de tecnología no se ha quedado solamente en los chats automatizados, ya que desde la democratización del chatGPT hasta el día de hoy, la inteligencia artificial parece estar inundando prácticamente todo aspecto de la vida humana, desde el laboral hasta el artístico, debido, en gran medida, a una suerte de carrera competitiva entre grandes compañías que ven en esta tecnología una ventaja para su producción. El más grande ejemplo es Microsoft y Google, dos gigantes tecnológicos que ya apuestan por adaptar la IA a sus sistemas.
Estos avances a pasos agigantados, movidos por la competencia, ha despertado la preocupación de muchos expertos, entre los que sobresale el doctor Geoffrey Hinton, uno de los pioneros en el campo del aprendizaje profundo y considerado por muchos como el ‘padrino de la inteligencia artificial’, quien hasta hace unas semanas trabajaba para Google en este campo, pero que renunció a su trabajo y se unió oficialmente al creciente coro de críticos.
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Para Hinton, lo que fue el trabajo de su vida se ha convertido en una preocupación permanente. “Ya no se podrá saber qué es verdad” refiere en un reciente artículo del New York Times respecto a la gran cantidad de fotos, videos y textos falsos, producidos por IA que empiezan a inundar la internet, con una calidad tan sorprendente que diferenciarlos es prácticamente imposible.
El temor de Hinton no se queda solo en fotos falsas, también le preocupa que, con el tiempo, las tecnologías de IA trastornen el mercado laboral, debido a que podrían reemplazar a las personas con trabajos rutinarios, operarios de maquinarias, traducción o trabajos de asistencia, teniendo un límite poco claro. “Se quita el trabajo pesado, pero podría quitar más que eso”.
Sin embargo, lo que realmente asusta al doctor son las posibles versiones futuras de esta tecnología, esas que representan una verdadera amenaza para la humanidad, ya que las personas y las empresas permiten que los sistemas de inteligencia artificial no solo generen su propio código de computadora, sino que en realidad ejecuten ese código por su cuenta, un límite potencialmente peligroso y fácil de sobrepasar tal como se están dando las cosas hoy en día.
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Las IA ya están aquí y, gracias a la competencia, las tenemos prácticamente al alcance de un clic. Sus ventajas son muchas, desde obtener respuestas precisas, aunque básicas, mediante un chat, hasta la posibilidfad de enriquecer el trabajo de muchas personas, analizar grandes cantidades de datos en poco tiempo e incluso ayudar, por ejemplo, a profesionales de la medicina a diagnosticar enfermedades y evaluar tratamientos.
Sin embargo, la dependencia que pudiera generar esta tecnología despierta preocupaciones que no se pueden desdeñar.
Las IA’s parecen tener tantas ventajas como desventajas, que deben ser evaluadas cuidadosamente. Sin embargo, la renuncia (con ominosa advertencia incluida) del doctor Hinton definitivamente no es una buena señal para quienes los envangelistas del imparable desarrollo tecnológico. El parteaguas de Hinton es un golpe al campo de la IA, pero a la vez abre también una oportunidad para que otros investigadores continúen innovando y perfeccionado sus sistemas.
Lo que sí se vuelve imperativo es que se siga trabajando en la IA de manera ética y responsable para maximizar sus beneficios y minimizar sus riesgos.
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DATOS
Microsoft invirtió 10 mil millones de dólares en OpenAI, la firma creadora de ChatGPT, en un movimiento con el que busca adelantarse en la carrera por la supremacía de la inteligencia artificial. Con esta alianza, la gigante tecnológica busca potenciar su buscador Bing.Google fusionó sus poderosos laboratorios de inteligencia artificial, Google Brain y DeepMind, con la fnalidad de potenciar Bard, su propio chatbot conversacional. Este anuncio se da luego de la sorpresiva irrupción de ChatGPT y la alianza entre OpenAI con Microsoft. La competencia, que le dicenGoogle Brain es la responsable de la mayoría de aplicaciones con IA de Google, y tiene a varios de los mejores científicos del planeta en este campo. Allí se gestaron las redes neuronales transformer, un modelo de aprendizaje profundo que es una pieza clave en el procesamiento del lenguaje natural, muy similar al que usa ChatGPT.
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