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La Distancia Adecuada
El esperado concierto de Christina Rosenvinge en Lima revivió los éxitos del clásico Que me parta un rayo. Sin embargo, tomó distancia de su etapa experimental de ruidismo y noise neoyorquino, así como de su primigenia era pop.
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El esperado concierto de Christina Rosenvinge en Lima revivió los éxitos del clásico Que me parta un rayo. Sin embargo, tomó distancia de su etapa experimental de ruidismo y noise neoyorquino, así como de su primigenia era pop.
Por Bobby Perú
Tras una larga espera y unos desangelados teloneros, Christina Rosenvinge salió al escenario el viernes 14 de abril a reencontrarse con su fiel público peruano, ése que la sigue desde sus presentaciones en el Salonazo de Surquillo, hace 30 años. La española de ascendencia danesa recordó ese venue y se puso inevitablemente nostálgica al interpretar por completo su recordado álbum noventero Que me parta un rayo (1992), un hito tributario de Lou Reed circa New York (1989). No es casual la mención al rockero del asfalto en el clásico “Tú por mí”, una de las tantas baladas urbanas que pintan el estilo de Rosenvinge a medio camino de la Velvet Underground y la Movida Madrileña.
Sus ya conocidas versiones alternativas de “Mil pedazos” y “Voy en un coche” animaron al público, que por momentos bailó como si estuviera en La Noche de Barranco. Luego de repasar su primer disco, la cantautora abordó parcialmente su segundo disco, Mi pequeño animal (1994). Luego de “Mi habitación” y “Pálido” se extrañaron temas como “Flores raras”, “Todos los chicos”, “Días grandes de Teresa”, “Mi pequeño animal” o “Muertos o algo mejor”. De forma desordenada la diva pasó a “La distancia adecuada”, saltándose su notable etapa neoyorquina junto a Sonic Youth, así como su recordado álbum Verano Fatal (2007) compuesto junto a Nacho Vegas. Se extrañaron canciones de Cerrado (1997), Frozen Pool (2001), Foreign Land (2002) y Continental 62 (2006). Y no es que antes no haya tocado clásicos como “Solo”, “Sábado”, “Glue”, “Cerrado”, “Amarillo”, “Máquinas de fax” o “Amarillo” en Lima.
Otra opción estética habría sido tocar La joven Dolores (2011), álbum llamado “obra maestra” por Rolling Stone, creado en colaboración con capos del noise como Steve Shelley (Sonic Youth), Benjamin Biolay y Georgia Hubley (Yo la Tengo). La danesa no es mantequilla en el refinado arte del indie rock ruidista.
Y si se buscaba un setlist nostálgico, habría sido una osadía divertida tocar el cancionero de Álex & Christina, Ella y los neumáticos y Magia Blanca. Una pizca de la edad de oro del pop español de la que bebió Rosenvinge. Ambas opciones hubieran redondeado una memorable noche nostálgica que lamentablemente se sintió incompleta, considerando que la cantante se hizo esperar más tiempo del que tocó.
Mira un video del concierto de Christina Rosenvinge
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