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¿Los animales son supersticiosos? Es más posible de lo que crees
Los animales llegan a creer en relaciones causa y efecto basado en investigaciones científicas.
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Los humanos tenemos a ser supersticiosos. Creemos en una relación de causa y efecto entre actos que tal vez no exista o mantengan una relación en sí. Todos tenemos prácticas y costumbres que creemos nos da más suerte; leer el horóscopo, practicar el feng shui, decir palabras claves ante un estornudo, por ejemplo. No tienen base en el mundo de la lógica y la ciencia pero igual sentimos confianza en nuestras prácticas.
Parece una actitud completamente humana, pero lo sorprendente es que los animales también imitan ciertas actitudes para sentirse más protegidos. Entre ellos, los que destacan son las palomas de Skinner y los monos de las escaleras.
Las palomas supersticiosas
El condicionamiento operante es una forma de enseñar conductas deseables y eliminar indeseables. A diferencia del experimento pavloviano, que asocia un estímulo con una conducta (el ruido de una campana con comida), el condicionamiento operante trabaja asociando la conducta con sus consecuencias. Esto luego se observa en la enseñanza clásica de muchos niños.
Pero a veces las consecuencias esperadas no son reales. Y eso descubrió Burrhus F. Skinner en 1947 experimentando con palomas.
La revista Muy Interesante explica que se preparaba a las aves dejándolas sin comer por un tiempo y las encerraban en una jaula sin ningún condicionamiento. Solo un temporizador de cinco segundos proporcionaba una pequeña cantidad de comida al animal. Pero al pasar el tiempo los animales adaptaban patrones inesperados con el experimento.
Las palomas daba dos o tres vueltas alrededor de la jaula, siempre en sentido contrario de las agujas del reloj, antes de obtener la comida. Otra metía la cabeza en una de las esquinas de la jaula a hasta que caía la comida. Otra picoteaba hacia el suelo sin llegar a tocarlo, y levantaba la cabeza para ver si llegaba el alimento.
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El proceso de acondicionamiento surgió por cuando la comida llegaba, el animal estaba realizando esa acción en particular. Así, las palomas pensaron que sus movimientos les traerían comida. Asumieron una relación de causa y efecto entre el comportamiento y recibir comida, sin entender que la comida caería por igual.
Y repetían los actos aún cuando no surgía comida. A veces lo repetían hasta diez mil veces hasta comprender que no servía para nada. Y bastaba que de nuevo cayera la comida una o dos veces para que un nuevo comportamiento supersticioso sustituyera al anterior.
Para mayor explicación, este video resume de manera práctica el experimento (junto con una entrevista al mismo Skinner):
De monos y escaleras
Otro ejemplo de superstición en los animales es el ejemplo de los monos, la escalera y la manguera.
Unos investigadores metieron a cinco monos en una jaula con una escalera. Sobre la escalera colocaron unos plátanos. Cuando uno de los monos subió la escalera para coger el alimento, el resto de los monos recibieron un chorro de agua fría. Los otros monos llegaron a odiar a su compañero por su éxito, ya que cada vez que otro mono intentaba subir las escaleras, los otros lo atacaban; todo para evitar el agua fría. Así cada mono se desalentó para coger los plátanos.
Luego reemplazaban uno de los monos con uno nuevo, que sin saberlo intentaría ir por los plátanos. Aunque no supiera del castigo, igual el resto de la banda lo atacaría por intentar acercarse a las escaleras. Uno a uno todos los monos fueron sustituidos, hasta que en el grupo resultante no quedaba ningún animal que hubiese recibido el agua fría. Sin embargo, todos perpetuaron el comportamiento violento cuando el mono más reciente de la jaula trataba de subir la escalera para alcanzar los plátanos.
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Obviamente, entendemos que se trataba de una trampa, pero los monos no lo llegaron a entender así. implemente pensarían que es lo que se debe hacer, porque siempre ha sido así.
La sorpresa de todo esto es que el experimento nunca sucedió. En realidad, el origen de la historia está en un blog ya extinto del experto en marketing Michael Michalko. Se inspiró en un experimento llevado a cabo por Gordon R. Stephenson sobre la adquisición cultural de una respuesta aprendida específica entre macacos. Sin embargo, el trabajo publicado por Stephenson no coincide en detalles con la historia de Michalko.
De hecho es poco probable que un experimento así se lleve a cabo, ya que sería considerado como maltrato animal. Aunque sí es cierto que los monos, como los humanos, pueden adquirir comportamientos supersticiosos.
Aunque el experimento sea falso, llegó a recibir tal fama que incluso se llegó a explicar en varias universidades. Muchos analistas hasta han comentado que el concepto del “tabú” surgió en este experimento. Esto es una divagación de noticias falsas preocupantes, ya que deja en mal papel a pobres científicos y además no llega a dar respuestas concretas al experimento en primer lugar.
Curiosamente la gente que cree la historia son como los monos del relato; repiten un comportamiento por inercia, sin plantearse si realmente es cierto. Pues ese relato se sigue contando, y siempre ha sido así.
A fin de cuentas, llegamos a creer cosas más bien guiados por nuestro propio juicio que por verdades objetivas. Al final, no hay mucha diferencia entre nosotros y los monos frustrados.
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