Una escena surrealista se repetía a lo largo del tiempo en el terror de la Francia ocupada, durante la Segunda Guerra Mundial. En una carretera entre el país galo y Suiza, una larga fila de niños caminaban dirigidos por una especie de payaso que bailaba y hacía piruetas mientras, sin mediar palabra, pedía a los niños que hicieran silencio manteniendo el índice sobre los labios.
Estos niños eran judíos, comandados por otro hombre llamado Georges Loinger, primo del sujeto que danzaba para entretener a los niños y que era jefe de una unidad secreta de la Resistencia Francesa, denominada Oeuvre de Secours aux Enfants, un grupo que ayudaba a escapar a niños judíos del horror de la guerra y la crueldad de los nazis.
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Pero, lo que debes estar preguntándote ahora es ¿Quién era aquel extraño sujeto, parecido a un payaso, que mantenía en cauto silencio a estos niños?
Su nombre era Marcel Manguel, nació en Estrasburgo en 1923 y, tras la cruenta guerra, sería llamado el "Poeta del Silencio" y fue precisamente este mutismo lo que lo ayudó a salvar a unos 400 niños de los nazis.
"Viajar con grandes grupos de ellos no era nada fácil, y muy peligroso, porque los soldados nazis de los retenes eran estúpidos…, pero no tanto. Mi arma secreta era mi entrenamiento como mimo. Jugábamos a que nadie hablara. Ni yo ni ellos. Marchaban, se reían, creo que me amaban, y sé que muchos años después comprendieron que yo luchaba por sus vidas", contó.
Sin embargo, la infancia de Marcel y su hermano Alain no fue mucho mejor que la de aquellos niños que salvaron de los infames asesinos del Tercer Reich.
La historia detrás del "Poeta del Silencio"
Hijos de un carnicero judío que fue apresado y deportado por la Gestapo a un campo de concentración en Auschwitz, a quien jamás volvieron a ver, fueron nómadas y se vieron obligados a cambiar su apellido judío Manguel por "Marceau" y así eludir al enemigo. El apellido se inspiró en François Séverin Marceau-Desgraviers, general de la Resistencia Francesa.
Antes de ser el artista míticos que todos conocemos, se unió a los grupos rebeldes de Limoges, donde muchas de sus célebres porcelanas fueron robadas por jerarcas nazis y destruidas por las botas de la soldadesca.
Junto a su hermano, se unieron a las fuerzas de la Francia Libre de Charles de Gaulle donde encontró la chispa, el inicio de algo que lo convertiría en leyenda. En un oscuro cine, Marceau vio en la pantalla a Charles Chaplin y en esa platea, su vida cambiaría para siempre.
La vida le dio una carta prodigio y al salir a la calle, esa mano la ganó. Caminó convencido hasta la Academia de Arte Dramático Charles Dullin, en donde su incuestionable talento empezó a amoldarse y empezó a abrirse paso en el arte. No tardó en unirse a la compañía, concediendo para el el rol de Arlequín en la pantomima "Baptiste".
El mimo legendario surgió
En 1947 y, quizás recogiendo rasgos de Chaplin, personaje que lo inspiró a tomar el camino del arte, entró en la sala de vestuario y eligió, para siempre, lo que sería su atuendo inmortal.
Marceau se convirtió en Bip: se pintó la cara de albayalde, labios de un rojo intenso, un remera lisa con rayas a medio pecho, un sombrero de copa aplastada y adornado por una flor marchitándose, que representaba, según él mismo, la fragilidad de la vida, la efímera existencia.
Al mítico atuendo le sumó el mutismo, la condición natural de un mimo, uno triste y vagabundo como Chaplin y con las manos tan expresivas como las de Miguel Ángel, según registro de The Indianapolis Star.
Con un cuerpo casi líquido que se adaptaba a todo recipiente logró hits que pasaron a la historia: Bip con mariposas, con leones, en barcos, trenes, restaurantes, caminando contra el viento, siempre entre la tragedia y la comedia. Como la vida misma.
"Logra en menos de dos minutos lo que la mayoría de los novelistas no logran en sus volúmenes", escribió un crítico luego de ver la pieza breve nombrada "Joven, maduro, anciano y muerte".
"No hablo: basta ese grito interior para desnudar el alma… Trabajo por la paz: soy un activista de esa causa tantas veces perdidas… Bip es un héroe sin edad, sin época, y con eterna esperanza… El silencio es infinito: los límites los pone la palabra…", dijo muchas veces en sus entrevistas.
"Nunca le pidan a un mimo que hable: ¡jamás se callará!", reafirmaba.
También dejó huella en el cine, cuando en "La última locura de Mel Brooks", de 1976, fue el único personaje en hablar. La palabra fue "¡NO!", tan básica como simbólica.
El genio creó la Escuela de Mimos de París, se casó tres veces y tuvo cuatro hijos. El autodenominado "judío con tendencias budistas", falleció un 22 de septiembre de 2007, luego de 84 de lucha, guerras, heroísmo y arte. Sobretodo, arte.
Fue sepultado en el Cementerio de Père-Lachaise junto a otros íconos históricos de la talla de Oscar Wilde, Frédéric Chopin o Edith Piaf. Le fue concedida la Legión de Honor por su heroísmo durante la Segunda Guerra Mundial, donde salvó la vida de centenares de niños judíos. Pos su arte recibió las de Caballero de la Orden de las Palmas Académicas y Comendador de las Artes y las Letras.
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