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40 días y 40 noches: El aislamiento como cerrojo para el mal [Crónica]
La cuarentena no es un episodio nuevo. Desde tiempos antiguos la humanidad ha Recurrido a ella en su búsqueda desesperada por frenar las enfermedades.
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Cuenta Gabriel García Márquez en Cien años de soledad sobre una extraña peste del olvido que llegó en los primeros años a Macondo. Relata también que nada podía parar a tan extraño mal que amenazaba con terminar con los recuerdos de todo un pueblo. Felizmente, el ingenioso José Arcadio Buendía daría con el remedio: una informada y bien cumplida cuarentena. En cuestión de días la enfermedad no pudo más y desapareció. Así como en Cien años de soledad, las pestes y cuarentenas han pasado a ser insumos de grandes escritores y artistas a lo largo de la historia. Ya cuenta el Decamerón de Boccacio sobre las desventuras acaecidas en Florencia a causa de la peste negra. En Inglaterra se dice que es posible que Shakespeare haya creado obras como el Rey Lear o Macbeth durante el periodo de aislamiento a causa de la peste bubónica. Otra cuarentena sirvió también para que Isaac Newton caiga en la cuenta sobre una idea clave para su teoría de la gravedad. El pintor noruego Edvard Munch, autor de la famosa pintura “El grito”, contrajo la gripe española en 1919. Apenas recobró algo de fuerza, realizó una pintura a la que tituló “Autorretrato con gripe española”.
Y es que al igual que las pestes, las cuarentenas han tenido lugar en varios momentos de nuestra historia. Y todo parece repetirse. Por ahora el nuevo coronavirus ha paralizado al mundo y, para detener su expansión, en casi 100 países se han ordenado medidas de confinamiento. ¿Por qué siempre recurrimos a ella?
CERROJO PARA EL MAL
Las referencias de los primeros aislamientos se dejan ver en el Antiguo Testamento, cuando su uso se ordenó para los leprosos. Tendríamos más menciones a esta práctica en la antigua Grecia con los escritos de Hipócrates y Galeno en el siglo V a.C. Pero en ninguno de estos casos se usó el término de cuarentena tal como lo conocemos hoy. Para conocer el origen de esta expresión como procedimiento para el control de una epidemia, tenemos que viajar a la Europa del siglo XIV, cuando repetidas oleadas de peste empezaron a asolar a los distintos pueblos. Durante 1348 y 1359, se estima que la tercera parte de la población europea murió a causa de esta enfermedad.
La pequeña colonia veneciana de Ragusa (hoy Dubrovnik, en Croacia) contaba con un concurrido puerto para el tráfico marítimo mediterráneo; y allí se gestaría este término. En ese lugar se establecería por primera vez un lugar específico en extramuros para verificar el estado de salud de las personas enfermas y extraños que quieran ingresar al pueblo. Aunque diversos estudios difieren en si aquella medida fue efectiva o no, lo que sí se conoce es que el método fue replicado en otras partes de Europa, donde se iniciaron las construcciones de centros de cuarentena.
Uno de los recintos de aislamiento más famoso, construido por aquellos años, fue llamado Lazzaretto Vecchio, ubicado en una isla en la laguna de Venecia, parada obligatoria para cualquier sospechoso de tener la peste. En una entrevista con la BBC, el especialista turístico Martino Rizzi, quien trabaja en la zona, contó que muy pocas de las personas a las que enviaban a la isla lograban sobrevivir. “Aunque no había casi medicamentos en la isla, los enfermos obtenían dos cosas muy importantes: primero, comida y asistencia básica y, segundo, la extremaunción (la unción con óleo sagrado hecha por el sacerdote a los católicos que se hallan en peligro inminente de morir)”, declaró.
MÁS CUARENTENAS
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. explica que el término ‘cuarentena’ deriva de las palabras italianas ‘quaranta giorni’, que significan “cuarenta días”. No se sabe a ciencia cierta el porqué de este número. Algunos autores mencionan que los especialistas de la época consideraban este periodo como suficiente para acabar con el periodo de incubación del virus, aunque también la religión podría haber influido. Son varias las referencias al número 40 que se mencionan en la Biblia. Cuarenta fueron los años que estuvo Moisés en el desierto y cuarenta los días que permaneció en el monte Sinaí. Cuarenta también fueron los días que Jesucristo ayunó en el desierto. La cuaresma, la preparación previa a la resurrección, también dura 40 días.
Con el pasar de los siglos, las cuarentenas continuaron siendo ordenadas de manera recurrente como método para frenar la propagación de enfermedades. La medida, ya dotada de base científica, fue usada en Estados Unidos por primera vez en 1617, según explica el diccionario Merriam-Webster. Sería dictada también con frecuencia durante el brote de la fiebre amarilla en 1793, al igual que durante la aparición de la fiebre tifoidea de 1892.
Quizás el último uso a gran escala de la cuarentena ocurrió en 1918, cuando la gripe española asoló a varios países, infectando a casi 500 millones. El éxito de la medida es discutido si tenemos en cuenta que el mal acabó con la vida de entre 40 y 100 millones de personas de todo el mundo.
Sin embargo, en las décadas posteriores y ya con el desarrollo de tratamientos y vacunas, la cuarentena fue usada en casos concretos. Pero el nuevo milenio traería consigo nuevos retos. Males como el SARS (2003) y el ébola (2014) provocaron medidas de aislamiento en barrios o distritos enteros. Tras la aparición del coronavirus COVID-19, el término se ha vuelto a popularizar.
Fue el 23 de enero cuando el gobierno chino ordenó la cuarentena en la provincia de Hubei. La medida fue levantada el pasado 8 de abril, luego de 77 días. El Perú recién cumple hoy 40 días en confinamiento, aunque todo indica que falta mucho para volver a la normalidad o lo quedará de esta.
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