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Ale Hop: “Hay buenos músicos en Lima pero faltan espacios"
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Alejandra Cárdenas es una persona poco nostálgica. Lo suyo es la experimentación que no remita al pasado. Residente en Berlín, mira a Lima para reinventar su ruido y sus paisajes dentro de las coordenadas de lo que se llama música experimental. El resultado es una música que explora las fronteras del sonido, atmosférica. Ello se aprecia en el tercer disco de su proyecto en solitario Ale Hop, Apophenia, lanzado este año y que ha sido destacado por medios especializados internacionales.
Siendo una artista versátil, acompaña su exploración con incursiones en lo visual y lo fílmico. Este año lanzó un video interactivo en 360° de uno de sus temas y recientemente ha publicado un video en el que explica cómo hacer música con ondas cerebrales, método que incorporará en un proyecto que espera lanzar en 2020. Conversamos con ella por enlace telefónico desde Berlín.
¿Cómo compone un músico experimental?
En mi caso, pruebo con distintos objetos (pedazos de metal, madera, micrófonos), y procesos (efectos análogos y digitales). Cuando consigo generar un sonido interesante, recojo datos sobre lo que hice y grabo muestras. Mi forma de componer es básicamente un trabajo de recolección. Es como hacer collage con sonidos.
Para tu último disco, tenías algunas grabaciones de Perú.
Viajo con una grabadora y grabo muchísimo. Ahora que fui a Perú en setiembre, grabé distintos paisajes que me interesan. Ese material lo proceso y lo uso como recurso dentro de la música.
Tienes un tema titulado “Lima”. ¿Te interesaba reconstruir el sonido de la ciudad?
Quería capturar el ambiente de la ciudad, pero no soy una persona nostálgica. Lima es un desierto con 98% de humedad. Tenía grabaciones de Chorrillos, donde vivía, cerca del mar. Es una zona tranquila y a la vez ruidosa. Quise traer esos elementos para ese track cuyo motivo es el agua, pero con golpes violentos y la bulla.
¿Cómo se expande tu búsqueda expresiva a otras áreas? Este año has lanzado un video musical que es interactivo.
Una videasta peruana quería usar un tema mío y tenía un video en 360°. Y yo quise que la música esté en 360°. Estos videos en 360° que se pueden subir en YouTube y Facebook, en los que mueves el mouse y cambian las imágenes, permiten subir audio en 360°. Cuando mueves con el mouse, también cambia el track. Normalmente cuando uno escucha una canción, está en estéreo, tiene dos parlantes. Acá hay 16. Arriba, abajo, a los costados, al frente y atrás. Cuando lo mueves, juegas con esos 16 canales.
¿Hasta qué punto la relación entre música y tecnología ha sido productiva para ti? Hace poco publicaste un video en el que explicas cómo hacer música con ondas cerebrales.
Lo que pasa es que tengo un electroencefalograma (EGG), este artefacto que lee con sensores las ondas cerebrales, que cambian según tus estados mentales. Si estás relajado, si estás concentrado, la actividad en tu cerebro cambia y tus ondas cambian.
¿Cómo creas la música?
Este EEG al leer tus ondas cerebrales, y al estar conectado a un teléfono o computadora por Bluetooth, manda datos, información digital que puede ser usada para hacer música o visuales.
¿Puedes ver tus estados mentales en tu teléfono o laptop?
Sí. Yo tenía una app en la que podía visualizar este tipo de datos. Lo que pasa es que empecé a meditar, y lo hacía porque es bueno para contrarrestar la ansiedad.
Se produce música conectando la mente a la computadora.
Mandas los datos del EEG a un software para hacer música llamado Ableton Live, que toma los datos y los usa para crear parámetros sonoros. Como decía, si te concentras, cambian tus ondas. Entonces, los datos cambian y cambiaría la música, pero la creación musical está en asignar parámetros sonoros a esos datos informáticos, a la actividad cerebral que se envía al software.
¿Es nueva esta forma de crear?
No es nueva. Se hizo por primera vez en 1965 con un artista, Alvin Lucier. En su pieza tenía un EEG, en esa época era más o menos novedad, y lo conectó para usar las vibraciones que mandaba su cerebro para tocar instrumentos de percusión. Hay una tradición de usar datos corporales para traducirlos a sonido con aparatos EEG o que miden tu corazón.
Entonces, no solo te concentras en aplicar la innovación tecnológica a la música.
Me interesa que la música sea significativa. Me interesa más la intensidad de la música y crear ciertas atmósferas.
Sobre la escena de Berlín, debes encontrar muchas diferencias respecto a la de Lima...
La escena en Lima está creciendo, hay buenos músicos, pero faltan espacios. Parece todo muy estático. Y las cosas se mueven en los mismos lugares. Es difícil compararla con la de Berlín, probablemente la más interesante del mundo. Berlín tiene una escena muy diversa, cosmopolita.
¿Y respecto al tema de género? Aquí se habla de disparidad.
Es algo complejo. Me preguntaron hace unas semanas por qué no tocaba sintetizadores y es curioso, en Lima no hay muchas mujeres que toquen sintetizadores. Nunca se me ocurrió porque nunca vi a una mujer tocando sintetizadores cuando era adolescente e iba a conciertos. No solo es el hecho de que haya disparidad, que la hay, tanto en Berlín como en Lima. Lo que pasa es que si creces sin referentes musicales femeninos, no sientes que es algo que tú podrías hacer, te aproximas de distinta forma a ciertos géneros e instrumentos.
Además del tema de género y de apostar por un género alejado de lo comercial, has desarrollado tu trabajo siendo sudamericana en Europa.
No he sentido ningún cambio al mudarme a Alemania. Acá nunca me he sentido discriminada tan abiertamente como en Lima. Me he sentido más migrante en Lima que aquí. Lima es una de las ciudades más racistas de América Latina.
AUTOFICHA:
- “Nací en Lima en 1985. Comencé a tocar piano clásico a los 4 o 5 años. Aprendí lo básico hasta los 9, que comencé con la guitarra, que es mi instrumento principal. En Lima estudié Historia del Arte. Me traslado a Berlín en 2015 y tengo una maestría en Estudios Sonoros y ahora estudio Historia de la Ciencia y la Tecnología”.
- “Siendo más joven, formé parte de Las Amigas de Nadie y fue un experimento que llevé a cabo con amigas y que sorprendentemente se volvió profesional. No era ni mainstream ni under. Nunca logró ocupar un espacio que existiera”.
- “Y lo que hago ahora creo que también tiene una progresión. Creo que el primer disco que lancé como Ale Hop era más rock y lo que hago ahora que son temas más ambient y drone. Más como música electroacústica, que es bastante distinto a lo que hacía antes”.
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