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Alonso Cueto presenta su nueva obra ‘Otras caricias’: “El vals busca llegar al corazón de lo que realmente somos”
Alonso Cueto presenta su nueva obra ‘Otras caricias’: “El vals busca llegar al corazón de lo que realmente somos”
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El escritor Alonso Cueto (Lima, 1954) no comprende un mundo sin la música. “La música cubre el mundo”, concluye. Pero más precisamente, no se imagina su vida sin el vals. Las guitarras repicando, el cajón marcando el paso, la voz narrando relatos de desprendimiento. El autor se enamoró del género muy joven, cuando las peñas criollas se convirtieron en habituales paradas para calmar las tensiones universitarias. Ahí aprendió a respetarlo. Porque el vals guarda una dignidad capaz de desnudar, pero no de manera cruenta, lo hace más bien con ternura, ¿cómo poder hacer frente a una Sincera confesión?
Perdón, si he escondido una caricia,
una frase, una sonrisa
a tu ansioso corazón.
El vals es, ante todo, vulnerabilidad.
Quiero vida que comprendas que nuestro cariño,
es tan puro como el alma de inocente niño.
Que yo soy solo de ti,
que tú eres para mí
la vida, la luz y el amor.
Y Cueto reflexiona de todo ello en Otras Caricias (PRH, 2021), su novela más reciente, donde Albino es un profesor de literatura que por las noches canta valses en una humilde peña criolla. ¿Qué lo mueve a seguir a pesar de encontrar solo portazos? De pronto, una joven mujer irrumpe en su vida y el vals continúa escribiéndose.
-Don Alonso, antes de hablar sobre la novela, es inevitable preguntarle sobre lo ocurrido con los restos de Abimael Guzmán. ¿Estábamos preparados para su muerte?
No. El hecho de que no sepamos qué hacer con el cuerpo o, mejor dicho, que sepamos qué hacer, pero no lo hagamos, es una expresión de que no sabemos qué hacer con nuestro pasado. Hubo algunos que querían que se entregue a sus familiares, otros que lo incineren (algo que yo apoyé). Esas divisiones revelan divisiones sobre nuestro pasado, sobre nuestra identidad, nuestra relación con la violencia. En una entrevista pasada dije que el problema no era qué hacer con el cuerpo de Guzmán, sino qué hacer con su alma. Lo que ha ocurrido con ellos, los terroristas, es que la ideología le ha dado un empleo a su rencor, a su odio y sus problemas personales
-¿Y hay un antídoto para acabar con ese rencor?
Sí, la educación. Es la única gran inversión contra todos los males. Si uno invierte en la educación mejorará la economía, la política, la convivencia social. El problema es que da sus frutos años más tarde. Pero un gobierno que piense íntegramente en el país debería de invertir. Para así tener conciencia de lo que ha pasado, de nuestra historia, de la época de Sendero Luminoso. Los jóvenes por estos días no conocen mucho de ello.
-¿Hablemos de Otras caricias. ¿En qué momento de su vida se desprende de la obra?
Me encariñé mucho con el protagonista Albino Reyes. Publicar es una manera de separarme de él y hacer que vaya por otros mundos. El único consuelo que uno tiene es embarcarse en otros proyectos. Albino es un profesor de literatura que por las noches canta en una peña. Se parece a mí, tiene algunas ideas de las que yo tengo sobre la creación y el papel que ocupa la literatura y la música en nuestras vidas. Y tiene otras ideas suyas solamente. Para él la música es un territorio sagrado. En las primeras páginas llega a una peña, sube al estrado y dice algunas palabras en voz baja como si estuviera entrando a un templo. Y esa noche se oficiarán una serie de ceremonias.
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-Comenzó a escribirla en 2013, pero la acabó en pandemia.
La pandemia fue terrible, pero la cuarentena tuvo alguna ventaja. Yo venía a este parque [Parque Castilla], veía a estos árboles, me sentaba aquí. A veces un guardián me decía que estaba prohibido sentarse y tenía que dar algunas vueltas. Y me puse a mirar el mundo. Creo que lo que hizo la pandemia con nosotros es obligarnos a ver lo que nos rodea. No ir tan de prisa como siempre vamos y reconocernos.
-¿Una novela con la música como protagonista era un pendiente?
La música ha sido una compañera toda la vida.. Desde que mi madre me cantaba boleros. Ella y mi padre me introdujeron a la música de Brahms (que para mí es el gran compositor clásico). No entiendo nada o no puedo hacer nada sin la música. Lo único que no se puede hacer con ella es leer o escribir. La música cubre el mundo, lo acapara. No solo representa el mundo, si no que lo intensifica.
-¿Y donde se encuentra el vals?
El vals se dirige a una zona de nosotros que permanece oculta, donde se esconde la vulnerabilidad, la necesidad, la ternura. El vals lo que hace es buscar debajo de todas las capas para llegar al corazón de lo que realmente somos. Y su apuesta es que detrás de toda persona hay un fondo de vulnerabilidad. Hay que ser muy valiente para apelar a la ternura. Hay un vals que me gusta mucho llamado Sincera confesión de Erasmo Díaz Yuiján que apunta a eso. El autor pide disculpas por amar. Es uno de mis valses preferidos junto a Muñeca rota de Serafina Quinteras.
-¿Quién lo introdujo al vals?
En la universidad muchos amigos nos organizábamos para reunirnos, tocar guitarra, cantar, ir a peñas. Desde entonces viene mi romance con el vals. Es algo que también uno escoge. Algunos preferirán el rock, la salsa, el reguetón… creo que el género que prefieres expresa quién eres. Escogemos el género de acuerdo con nuestra identidad.
- Don Alonso, ¿usted ha usado el vals para enamorar?
Bueno, la música siempre ha estado ligado al amor. Creo que un acto de amor inmenso es cantar juntos. Eso que hace la música, que es unir a dos personas en una canción, es un vínculo para siempre. Y ojo, la música también te lleva a la guerra. Cuando los ejércitos marchaban a los campos de guerra se escuchaban tambores y trompetas. Así que la música te incita para la guerra y para el amor.
-Cuando he tenido la oportunidad de hablar con intérpretes de música criolla me han resaltado mucho el respeto que tienen por el género.
Hay una promesa en la música, que es la idea de que nuestra vida tiene un sentido, que no solamente es perder, sino que podemos construir algo personal. Eso es lo que quiere Albino: construir algo suyo. No para ser reconocido, sino para tener algo suyo. Recuerdo siempre este pasaje de las cartas de Emily Dickinson donde hay un pájaro que está cantando y le preguntan por qué cantas si no hay nadie en el campo. Y el pájaro responde: es lo que hago. Creo que esa es una manera de describir lo que es el artista. ‘Canto porque es lo que hago. Le da sentido a este caos y a esta fugacidad del mundo’.
-Albino parece estar conforme con su vida y cantar. ¿La resignación puede ser un camino a la felicidad?
Es ambigua. Puede ser una forma de sabiduría y puede ser una zona del conformismo. El hecho es que Albino en esta novela opta por la resignación y por la confesión, por ejemplo, con la relación con Andrea, que es evidentemente una relación sin ningún futuro. Pero la resignación es una característica muy peruana. Somos más resignados que rebeldes, por lo general.
-En la novela se narra una escena de discriminación, un hecho que sigue siendo muy fácil de imaginar.
Seguimos siendo una república fragmentada. Pero también vemos que Albino y Andrea sí se entienden. Por un lado, hay conflicto y por el otro, canales. Eso ocurre gracias a la música peruana. Creo que el día que se baile un huayno en algún cumpleaños en la avenida El Golf seremos un país más integrado. Esa debería ser nuestra meta, pero que se baile con alegría.
-Hace poco contó que la única vez que cantó en público fue en un restaurante en México...
Comencé a cantar y la gente comenzó a gritar ‘Viva el Perú, viva el Perú’. Yo me acerqué al micrófono y respondí bajito, ‘Viva México’.
-¿Y cómo le ha ido con los instrumentos?
Antes tocaba guitarra, pero ya no porque tuve que optar por la Literatura en algún momento. Pero la guitarra es una instrumento que me fascina y también la flauta.
-Ahora que se conoce aún más su pasión por el vals, probablemente lo inviten a cantar más seguido.
No creo, sería un gran error. Solo ocurrió una vez y no volverá a pasar. (risas)
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AUTOFICHA
- “Nací en Lima en 1954. Mi padre fue el filósofo y educador Carlos Cueto Fernandini y mi madre Lilly Caballero Elbers, educadora y promotora de la lectura infantil . Me gradué en Literatura en la PUCP en 1977 y en 1984 recibí el doctorado en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Texas”.
- “Han habido destacados compositores de valses como Chabuca Granda, Felipe Pinglo, Serafina Quinteras, Mario Cavagnaro. Ahora hay una muy buena que es Loudes Carhuaz. Yo veo el programa Una y Mil voces y veo mucha gente joven que está ahí”.
- “No hemos sido muy justos con nuestros compositores. Por ejemplo, hay pocas grabaciones de Eloísa Angulo o Rafael Matallana, entre otros. Pero hay un lugar llamado La catedral del criollismo donde se siguen reuniendo muchos músicos y siguen cantando”.
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