Caía la tarde y pensaba: “Voy a hacer el ridículo, voy a tener que hablar, voy a trabarme”. Iba a su primera clase de clown. Viajaba de Surco a Miraflores. Pensó bajarse del ómnibus, hasta que se dijo: “No, porque al final de cuentas no puedo evitarlo”.
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Andrés Ludeña Velarde estudió Ingeniería Electrónica, entre otras razones, para no tener que hablar mucho. Y se dedicó a crear libros de matemática para secundaria —ya tiene una colección de 20 publicaciones— también porque en principio no tenía que hablar.
Tiene tartamudez desde los 7 años. Pero llegó el momento de hablar para vender aquellos libros de matemática. Tomó varios caminos para vencer aquel temor, uno de ellos un taller de clown. Y finalmente, hoy realiza impro en bares y espacios diversos de la ciudad.
Tocó la puerta de aquel salón para aprender clown. Fue el primero en llegar. Cuando el aula ya estaba llena, con unos 30 alumnos, ingresó la profesora. Pidió voluntarios y nadie salía a la pizarra. “Por qué no salen, si ellos pueden hablar y no se traban”, pensó. La profesora advirtió: “De todas maneras van a salir”. Por primera vez en su vida, Andrés levantó la mano y salió al frente.
¿Qué pasó después de esa primera vez?
Me sentí bien. Lo enfrenté, lo hice y por primera vez en mi vida no me quedé callado.
¿Hoy la tartamudez todavía te genera cierta inseguridad?
Mira, la tartamudez siempre te genera un poco de inseguridad. Se supera, pero no se ‘cura’. Quiero dejar claro que no es una enfermedad, es una condición.
¿Se mejora esa condición?
El truco no es que mejores sino que lo aceptes. Si buscas mejorarlo, no lo mejoras, porque estás presionado para hablar bien.
¿No hay tratamientos?
Lo que hay son técnicas. Hay que hablar lento, pausado. Yo no he llevado esas terapias.
¿Por qué?
Porque considero que el enfoque debería ser otro. No soy psicólogo, pero creo que el enfoque es que no te importe tartamudear. Bien por los que llevan terapias... Para mí, si llevas terapias, estás dando demasiada importancia al asunto, y eso es contraproducente, porque vas a querer dejar de tartamudear y cada palabra que dices va a ser un reto. Lo interesante es que tú simplemente seas; si tartamudeas, igual te van a entender.
¿Es una forma de hablar?
Es como tu timbre de voz. Lo puedes disimular, pero a la larga se te va a escapar.
¿La tartamudez te ha cerrado puertas?
Me ha cerrado puertas.
Pero se pensaría que has superado la tartamudez por todo lo que vienes haciendo.
Los libros los hice, entre comillas, “gracias a la tartamudez”.
¿Cómo así?
Acabé la universidad e inmediatamente busqué trabajo. Y lamentablemente me ponía nervioso y no conseguía trabajo. La gente no me contrataba. Estaban en su debido derecho, ellos no querían una persona con tartamudez. Pero estuve así varios meses buscando trabajo y no encontraba. Y tenía un amigo que yo le había dado clase de matemática. Me dijo: “Andrés, ¿sabes qué?, quiero que me escribas los libros de matemática de secundaria”. Pensé: soy tartamudo, mejor escribo y no voy a tener problemas. Y de alguna manera, esquivé la tartamudez, ir por caminos donde no tienes que hablar. Pero Johnny, mi editor, me dijo que tenía que exponer delante de 200 a 300 personas para vender los libros. Y me quedé: ¿ahora qué hago?, ¿no hay forma de evitarlo? Me dijo: “No, porque si tú hablas bien, vamos a vender más libros, aquí no hay escapatoria”.
¿Qué hiciste?
Me metí a clases de oratoria, clases de clown y me contacté con la Asociación Peruana de Tartamudez.
Tienes la tartamudez desde los 7 años. ¿Cómo así?
No sabría decirte. Pero hasta antes de los de los 7 años, mis padres me dicen que yo no tartamudeaba. Y bueno, a los 7 años ingresé al colegio y más o menos en primer grado empecé a tartamudear.
¿Te sentiste presionado de ingresar al colegio?
Intimidado... ¿Sabes cuál es la diferencia entre un tartamudo y una persona que no es tartamuda?: Al tartamudo le interesa demasiado hablar bien.
Ver la publicación de tus libros debe haber sido un quiebre positivo en tu vida.
Me tomó como 8 a 9 años. Ese fue el momento cúspide.
¿Por qué la impro se vuelve una actividad en tu vida?
Vi que había hecho un cambio en mí, que había mejorado. Por eso decidimos con un grupo de amigos hacer un taller llamado Improevolución, donde el 80% tiene tartamudez y nos juntamos para hacer improvisación teatral. Pero no queremos crear una burbuja donde todo el mundo sea tartamudo. Si alguien no tiene tartamudez y quiere entrar, es bienvenido.
¿No usas tu vivencia con la tartamudez en el show?
No lo haría. Por ejemplo, si yo me burlo de alguien que tiene problemas en las manos, no va a aumentar su problema. Si me burlo de un tartamudo, sí puede aumentar su problema. Puede haber gente sensible que al final le cause daño.
Andrés, parece que siempre estás buscando hacer algo diferente.
Y ahora hago karate, porque me enganché con Cobra Kai (risas). Y mira, un motivo que quizás sea un poco trivial te lleva a hacer cosas buenas. No importa el motivo, la cosa es que hagas algo bueno.
Autoficha:
-“Soy Andrés Alejandro Ludeña Velarde. Tengo 41 años, nací en Miraflores, Lima. Estudié Ingeniería Electrónica. Me gusta desarmar aparatos, me gusta conocer las cosas. Pero ya no trabajo como ingeniero electrónico. Me dedico a los libros de matemáticas para secundaria”.
-“Me gustaría escribir un libro contando mi historia, pero me gustaría tener más cosas que contar. Por otro lado, mi familia tiene un restaurante: La Ponderosa. Yo era mozo ahí y ahorita ayudo. Queremos que Improevolución crezca. También hacemos impro en el parque”.
-“De niño me costaba decir mi nombre: Andrés. Hoy se me complica decir el 8. Pude decir bien mi nombre cuando no me esperaba la pregunta; cuando no esperaba tener que decirlo, lo decía sin miedo. En el colegio era horrible. Eran los peores segundos del año. Una vez lo hice bien y todo el mundo aplaudió”.
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