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Armando Becerra Flores: "Beethoven es el músico más grande que ha existido"

Entrevistamos a Armando Becerra Flores, quien es afinador de piano, multiinstrumentista, luthier y compositor. Además, es el primo hermano de Juan Diego Flórez.

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Fecha Actualización
Su padre no quería que sea músico, pero le regaló un piano, que aún conserva en la sala de su casa. Tuvo que estudiar Sociología en San Marcos, pero se impuso el piano. Y hoy es afinador, multiinstrumentista, luthier, profesor y compositor. 
Armando Becerra Flores se presenta esta noche en el Jazz Zone (Av. La Paz 656, Miraflores), a las 8 p.m., donde empezará a dar forma a sus primeras composiciones, que llegan a los 68 años de edad. Estará acompañado por las talentosas Leslie Patten, Magali Luque y Nataly Cubillas. 
Don Armando es cauteloso, evita la estridencia en las palabras, procura que su talento hable solo, pero no puede ocultar la emoción cuando nos dice que la música se debe sentir en el corazón y el cerebro. “Es el arte más abstracto”, subraya el primo hermano de Juan Diego Flórez. Música, maestro.
¿Por qué le decían ‘Beethoven’?
(Risas). Cuando estuve en el coro de San Marcos, donde tocaba piano, me pusieron ‘Beethoven’, porque podía acompañar fácilmente en el tono que sea. Yo les decía que no me comparen con un maestro tan grande.
¿Qué le enseñó Beethoven?
Soy fan de él. Me parece que es el músico más grande que ha existido. Sus sinfonías son muy profundas. Llegan hasta el alma, tanto sus sonatas para piano y las sinfonías, sobre todo la quinta, sexta y novena.
Pero para que le digan a usted ‘Beethoven’ es porque notaban un talento especial.
Tengo buen oído, pero no es nada especial. Eso sí, desde niño sabía que la música era lo que más me gustaba. De niño vivía en Puquio y escuchaba a los danzantes de tijeras e iba corriendo para seguirlos. Me gustaba el arpa, el violín, el ritmo, es una danza compleja, rara.
¿Se nace con la aptitud hacia la música?
Cada persona tiene una cualidad innata. Pese a que me licencié como sociólogo, nunca pensé dedicarme a otra cosa que no sea la música. Pero mi padre no quería que me dedique a la música. Él estudió Medicina.
Si el médico cura el cuerpo, la música cura el alma.
Eso decía este famoso matemático griego Pitágoras, quien es considerado por algunos como el padre de la música occidental.
¿La música lo ha curado de algo?
Sí, de alguna tristeza o una depresión. Aunque puede ser que la música empeore las penas de amor (risas), sobre todo con la música popular, como el bolero.
El músico es quien se lleva las palmas, pero detrás de él hay todo un equipo de trabajo, entre ellos el afinador. Y usted lo es de piano. ¿Cómo así?
Cuando mi piano se desafinó, llamé al afinador. Pero al acabar su trabajo, yo sentía que no estaba bien afinado. Él insistía que estaba bien y yo le refutaba. Entonces, decidí afinarlo yo mismo. Me conseguí las herramientas e investigué sobre la mecánica, porque el piano tiene miles de piezas y hay que saber regularlas. Te demora de hora y media a más. Y así empecé como afinador y ya luego afiné para la sinfónica y etcétera.
¿Se cuentan con los dedos de las manos los afinadores que hay en el país?
Exactamente, somos pocos y en Lima hay miles de pianos. Debe haber unos 10, de los cuales se podrá confiar en unos cinco.
Es multiinstrumentista, ¿pero por qué se quedó con el piano?
Es más completo, se acompaña solo, tiene un rango muy grande: desde notas muy agudas hasta más graves. Es un instrumento de tecla y percusión. Su sonido es especial. Además, el piano con el tiempo ha ido mejorando.
En esa vocación por el instrumento, se hace luthier.
Siempre me ha llamado la atención explicarme cómo es que suenan los instrumentos, de qué manera los han hecho. Y comencé haciendo quenas.
¿También lo aprendió solo?
Casi todo lo que he hecho lo aprendí solo.
La capacidad autodidacta es una virtud.
Lo es. Es una voluntad por el descubrimiento.
¿También tiene vocación por resolver solo los problemas de la vida?
En la vida también. No hay que basarse en otras personas o pensar que se sacarán la lotería o que algún día llegará una herencia. Uno es arquitecto de su destino.
¿Y qué tal arquitecto de su destino ha sido?
Para lo que he hecho, viendo, me gusta. Aunque me he metido en muchos ámbitos. También he realizado grabaciones, he sido profesor, he construido un clavicordio –la réplica de uno que hallaron y que data del siglo XVII–, algo que nunca había hecho, pero tuve que hacerlo, me metí en un problema, pero salió bien. Y los dos están en el Museo de la Cultura Peruana.
Hay que meterse más seguido en problemas.
Exactamente. Uno descubre así todo. Ahí te das cuenta recién de cómo hay que hacerlo. Al hacer, uno aprende.
¿Cómo fue la experiencia de grabar un disco para Juan Diego Flórez?
Grabé sicus y charango para un disco que se llama Santo. Grabé el huaino que lleva el mismo nombre del álbum. En un disco de Sinfonía por el Perú también grabé para Juan Diego. Además, es mi primo hermano.
Después de haber sido sociólogo, afinador, luthier, músico, alista su primer disco como compositor. ¿Por qué recién?
Así pasa.
¿Llega tarde o, más bien, en la madurez del talento?
Ambas cosas.
¿O había cierto temor?
He sido demasiado exigente. Nunca era suficiente. Pero, como te dije antes, hay que meterse en problemas para decir “lo hice, aprendí”. No hay otra forma.
AUTOFICHA:
“Nací en Lima, en 1950. Tengo 68 años y ocho hijos, de los cuales tres son músicos con licenciatura. Uno toca la percusión y está en San Francisco; el mayor estudió arpa y trabaja con la Sinfónica; y el menor estudió guitarra clásica y trabaja en Francia. Mis demás hijos cantan. Mi esposa se especializó en danza”.

“Además de Sociología, estudié Historia del Arte, pedagogía, piano y en el conservatorio. He trabajado afinando para la Orquesta Sinfónica Nacional. Formé el grupo Korillacta, que al principio lo dirigía Jorge Madueño y el nombre lo puso el poeta César Calvo”.

“El disco de música popular que alisto debe salir el próximo año. Son temas con base en ritmos de danzas peruanas. Esta música y la clásica tienen en común el sentimiento. Una sonata de Beethoven es algo muy profundo. Bach es como las matemáticas en el universo, en cada escucha suena distinto”.