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Ayli Quinteros, productora agrícola: “El cultivo del cacao en lugar de la coca puede ser el cambio”
PRODUCTORA AGRÍCOLA Y ALMA DE MISHKI CACAO, DULCE MILAGRO SELVÁTICO QUE CAMBIÓ LA VIDA DE MUCHAS MUJERES. Y PREMIO SUMMUM 2023.
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Ayli Quinteros tiene 53 años, pero la jovialidad de una inquieta adolescente. Y quién no estaría así si su trabajo fuera estar alrededor de kilos y kilos del más delicioso chocolate en un entorno de árboles, canto de aves y abrasante calor selvático. Ella es la presidenta de la Asociación de Productoras Agropecuarias Mishki Cacao del distrito de Chazuta, provincia y departamento de San Martín.
Elegida como la mejor productora agrícola en Summum 2023, Ayli cuenta que el camino no fue fácil. Siendo una niña de un cacerío de la selva, supo lo dura de la vida cuando, muy pequeña, tuvo que dejar su hogar para lograr tener educación escolar.
¿Por qué dejó su hogar?
Un día mi tía llegó con su esposo a decirle a mi mamá que me quería llevar a mí y mi hermana para que aprendamos a leer y escribir. Mi padrastro dijo que ya. Yo tenía doce años. Mi tía nos matriculó a una escuelita en un anexo de Chazuta.
Ella con sus cuatro hermanos quedaron a cargo de su madre cuando su padre los abandonó. Su madre tuvo una nueva pareja, quien los maltrataba verbalmente.
No nos pegaba con látigo, pero sí con palabras. A mi mamá la golpeaba. Yo pedía auxilio con mis cuatro hermanitos.
Su vida lejos de su familia tampoco fue fácil. La señora que la acogió la hacía trabajar muy duro a cambio de la mochila y los útiles escolares que le había entregado. Muy joven tuvo una hija y pocos años después conoció a quien es, actualmente, su esposo.
¿El amor la salvó?
Con mi esposo encontré una vida, un cambio familiar. Dios me premió. Él es criado en cuna cristiana.
En 2003, el destino de Ayli y sus vecinas empezó a cambiar. Se inició con la erradicación de los cultivos de hoja de coca, actividad a la que se dedicaba la gran mayoría de ciudadanos de esta región, puesto que los precios que pagaban eran entonces bastante atractivos.
Ayli, con la erradicación vino también la capacitación para la producción y procesamiento del cacao, ¿no?
Cuando hubo una asamblea antes de la erradicación, nosotras como mujeres, vimos con sorpresa que el cultivo alternativo del cacao en lugar de la coca puede ser el cambio. No queríamos seguir perdiendo familiares.
No solo recibieron capacitación sino también donaciones para que empiecen sus cultivos. Poco a poco, las mujeres del lugar vieron el potencial que este cambio de vida podría traer. Empezaron por preparar chocolate para taza. Pronto vieron que se podía hacer de la siembra y procesamiento del cacao una forma de mover el turismo local.
¿Diría que usted fue clave para lograr el apoyo de las autoridades del lugar?
Entramos (a la oficina del alcalde) y dijimos: “Queremos ser mujeres chocolateras, pero queremos que nos apoye, que nos dé la oportunidad de trabajo, de poder ser capacitadas, porque si no lo somos, no vamos a aprender”. El alcalde nos dijo sonriendo: “Qué bonita su propuesta, señoras. Las felicito porque tienen esta idea clara”.
Constituirse como una empresa fue retador al inicio. Reclutar socias se les complicó porque no contaban con recursos para desplazarse a otras comunidades. Aun así, pudieron juntar a 27 mujeres. No obstante, algunas desertaron por no contar con la aprobación de sus esposos. Pese a todos estos obstáculos, el grupo de mujeres decidió seguir adelante.
Cocinábamos plátano en la casa de la presidenta. Ahí comíamos, no regresábamos (a las casas) y muchas socias por eso retrocedieron, por los esposos.
Además de capacitación en marketing, ¿cómo promovieron su producto?
Nos han llevado a muchas tiendas para ver cómo procesan el chocolate, también cómo llegar al cliente. Yo ya tenía esa vocación porque yo en la iglesia he sido panadera. Como nosotros éramos creyentes, no nos metimos en el cultivo ilícito (de hoja de coca). Lavaba también ropa, iba a los hoteles.
Entre 2009 y 2010, recibieron capacitación. Ya en 2010 empezaron a elaborar chocolate. Su reputación rompió la barrera de la selva y llegó a Lima cuando participaron, en septiembre de 2011, en la Feria Gastronómica Mistura. En 2014, vivieron un momento determinante cuando fueron llevadas, junto con otros productores peruanos, al Salón del Chocolate en París, donde lograron el primer puesto como mujeres innovadoras al producir chocolates con pasta de majambo, un fruto de la familia del cacao que cuenta con gran valor nutricional (fuente rica de proteína, fibra y omega 9).
Esta semilla se encontraba regada por toda la zona. Pero decidimos darle valor y juntar el majambo con el cacao.
Los reconocimientos, desde entonces, no han cesado. En mayo de 2023, ganaron una medalla de plata por su chocolate bitter al 73% en el Concurso Internacional de Chocolates Elaborados en su lugar de Origen AVPA-París 2023.
La travesía de Ayli, desde la remota Chazuta, ahí donde por años se sembró el terror del narcotráfico, ahora florece con muchas familias gracias al cacao y majambo, dos nobles frutos que se han convertido en el centro de atención del mundo entero. La vida de estas mujeres ha dado, pues, un vuelco. Mishki Cacao goza de un catálogo envidiable y su promoción no se queda atrás. Son bastante activos en redes sociales y sus ventas internacionales se han disparado.
Está en un gran momento.
Tengo a mis cuatro hijos maravillosos a mi lado disfrutando de todo lo que hay. Mi hija Rebeca administra. Mi hija Pilar, que está en producción, no se le escapa ni un bombón. Si falta uno, ella hace que se reponga. Estamos contentos y felices.
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