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Bruno Pinasco sobre su primer libro: “Me ha ido llevando por un camino que he disfrutado bastante”
Entregado a la televisión desde los 10 años, ahora debuta en la escritura con la novela ‘Tea shop’. Perú21 entrevistó a Bruno Pinasco.
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Siempre lleva una tetera, un hervidor, un filtro y su propia selección de hojas de té. Ya sea en el set de televisión, para prepararse una bebida antes de grabar o entre una toma y otra; o cuando sale de viaje.
Y el té también es el hilo conductor de Tea shop: Una historia de amor y adversidades en el Boulevard Valencia (Planeta, 2023), el debut literario de Bruno Pinasco, una de las figuras más entrañables de la televisión peruana, gracias a programas como Cinescape. Este nuevo paso lo hace en los terrenos de la novela, pero donde deja notar sus pasiones por la historia y lo antiguo. Libro ilustrado que será presentado hoy en la PUCP (previa inscripción), a las 6 p.m.; mañana, 7 p.m., en Crisol de Salaverry; este sábado, a las 5:30, en la librería SBS de Los Olivos, y el domingo en Crisol de San Miguel, también a las 5:30 p.m.
Eso sí, nadie dirá que Bruno es un chapado a la antigua. “Siempre estoy mirando el siguiente paso”, me dice desde una habitación del piso 6 de un hotel miraflorino.
-Y llegó el libro.
(Sonríe). Si me preguntabas hace unos años atrás, te habría dicho que no había forma. He escrito cosas pero más en mi rubro. En algún momento escribí columnas para Perú21, he escrito artículos para revistas, guiones para sketch o cosas que hacemos en Cinescape, pero esto es otro tema…
-Es otra liga.
Exacto (ríe). Pero como dicen, una idea es como una semilla.
-¿Esa semilla cómo llegó?
Yo quería dirigir un cortometraje que pase en una tienda de té. El personaje de Grey, el protagonista, ya lo tenía diseñado, el chico que trabaja en la tienda de té. Vino la pandemia y no se hizo. Hablé con mi querido tocayo Bruno Ascenzo y le propuse hacer un proyecto juntos. Le presenté tres ideas, de las cuales dos están en posible ejecución y la otra era retomar esta de Grey, convertirla en serie. Cuando lo leyó me dijo que le encantaba lo de la tienda de té, pero que podía ser un bonito libro. Él puso la semilla.
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-¿Dudaste de esa propuesta?
Lo vi inviable. Tengo muchísimo respeto para las distintas artes que hay… Es más, en el mundo de la actuación mucha gente siempre me ha ofrecido actuar, pero he preferido no entrar ahí… Entonces, empecé a trabajar el libro. Lo bueno es que ya tenía la historia clarísima. Y lo trabajé como se trabaja el guion de una producción audiovisual. Y ya, me tiré a la piscina.
-¿Y qué tal la piscina?
Ha sido maravilloso. Ha sido el trabajo de un año entero.
-¿Y por qué el té es como el hilo conductor?
Fue un poco por los viajes. Dos de mis destinos más recurrentes fueron Londres y Tokio. Descubrí la mística, la cultura, todo lo que hay detrás, la fascinación por esta bebida. Toda la presencia de esta bebida en la historia de la humanidad: el té ha estado presente en revoluciones, en operaciones de espionaje, en romances aristocráticos. Es una cosa increíble cómo esta hojita ha estado presente en muchos momentos importantes de la historia, eso me generó una fascinación especial.
-Y el té debe ser parte de tu pasión por lo clásico, que también lo mencionas en el libro. ¿En qué otros elementos vemos tu pasión por lo clásico?
En casi todo. Mi casa es totalmente tradicional en su decoración. Me encanta el cine clásico de Hollywood. El primer auto que me compré, cuando tenía veintipocos años, fue un carro de 1953, y por años ese fue mi carro de diario, un buque por las calles (risas).
-¿Y por qué lo clásico?
Es gracioso porque no soy nostálgico con mi propia vida, pero con otros tiempos que no viví me da una fascinación alucinante. Como Grey en el libro, cuando salía del colegio y no iba a almorzar a mi casa, almorzaba con mis abuelos paternos; además, vivo con mi mamá y ella siempre ha estado presente en mi vida; entonces, tuve todas las anécdotas de sus épocas, las películas que veían, la música que escuchaban, los viajes.
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-¿A qué tiempo pasado viajarías?
El tiempo que vivimos es maravilloso para temas de libertades, de progreso, de igualdad; eso antes, lamentablemente, no existía. Pero por un tema estético y cultural me encantan los años 20, los 50, me encanta el final de la era victoriana…
-En la novela indudablemente eres Grey, ¿no?
Estoy un poco en todos los personajes. Es una ficción.
-¿Tienes el espíritu solitario de Grey?
Eso sí. Es que me llevo muy bien conmigo mismo, disfruto mis momentos. He viajado solo incontables veces, he ido al cine solo, al teatro solo, a comer solo.
-Estar solo no es soledad.
Claro que no. Hay gente que no se aguanta, siempre tienen que hacer planes todo el tiempo o pasar de una pareja a otra todo el tiempo porque no se hallan.
-Grey dice que lo romántico no lo comprende tanto. ¿Te pasa lo mismo?
Sí, a veces. Me gusta que las cosas fluyan y avancen. Toda la tramitada me pasa de vueltas.
-Pero el trámite, el galanteo es bien clásico, bien de antaño.
Totalmente. El cortejo es maravilloso, pero llega un punto que aparecen esos ‘tecnicismos’ de “no le respondas ahorita”, “déjalo en visto para que no sienta que estás ahí…”. Prefiero el “oye, escúchame. Me gustas. ¿Te gusto? Sí, ya. Vamos” (ríe).
-En el libro se dice que es la primera novela de Bruno Pinasco. ¿Se viene más?
Me gustaría. Ha sido como una bolita de nieve que me ha ido llevando por un camino que he disfrutado bastante. Es un universo bonito que se podría explotar más.
AUTOFICHA:
-“Soy Bruno Pinasco Pérez. Nací en Lima, cumpliré 49 años el 1 de diciembre. Acabé el colegio, quise estudiar Comunicaciones, pero ya estaba trabajando en la TV. Me sedujo mucho más dedicarle el 100% de mi tiempo a la chamba. Soy un hombre sin estudios universitarios (ríe)”.
-“Soy un autodidacta, siempre estoy aprendiendo. Y ahora mi mayor anhelo con el libro es que no se quede en Perú. Es una historia redonda que funciona en cualquier parte. Actualmente, estoy con Cinescape, TEC y hay un proyecto nuevo: volver a los programas concurso”.
-“En mi casa no existe el concepto de ‘guarda esto para una ocasión especial’. Es que la gente vive con todo guardado… En mi casa se usa todo, no importa si es fínisimo, carísimo, nuevo o viejo. Vamos a tomar lonchecito con la familia, y sacamos la vajilla, los cubiertos, todo, no guardamos nada”.
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