A los 12 años le dijo a su madre: “He visto que Reynaldo D’Amore abrirá una sucursal del Club de Teatro en Miraflores. Quiero ir”. Lucía Irurita, actriz, productora, directora y gestora, la llevó.
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—Te voy a poner en el grupo de los niños de tu edad —dijo D’Amore.
—No quiero estar con los niños de mi edad, quiero estar en el grupo de los grandes —respondió la niña de 12.
“Aceptó y fue una época extraordinaria”, recuerda. En aquel grupo conoció a Alberto Andrade, quien luego fue alcalde de Lima.
Cécica Bernasconi debutó en teatro a los 10 años. Y a los 12, fue parte de la telenovela Cecilia, donde interpretó a Yvonne Frayssinet siendo niña. Por estos días, con 55 años, alista el monólogo Juicio a una zorra, del español Miguel del Arco y que será dirigido por la uruguaya María Dodera. Del 15 de mayo al 2 de junio, en Teatro de Lucía, Miraflores. Preventas en Joinnus. Una puesta en escena que reivindica a Helena de Troya.
¿Qué vínculo tiene con la actualidad ‘Juicio a una zorra’?
Varios. Esta Helena somos todas las Helenas. Es una Helena que ha sido usada, manipulada, acosada por los grandes poderosos de su época; y digamos que hoy en día los poderosos siguen manejando y utilizando de alguna manera a las mujeres, que hoy en día, además, son violadas, atacadas. Esta Helena decide, con sus propias palabras, hacerse un juicio y contar su propia versión de los hechos.
¿Cómo se le juzga hoy a la mujer?
Todo el tiempo.
¿En qué?
Muchas veces en la forma cómo te vistes. Yo soy mujer, soy libre y si quiero me pongo una minifalda o me pongo un sostén y salgo a la calle. Pero tú sabes lo que es caminar así en Lima. En una cuadra te van a decir de todo o van a querer abordarte. Cosa que no pasa con un hombre, nadie se le va a tirar encima ni nadie lo abordará. Ahora, una mujer de avanzada que diga lo que siente y hable honestamente en una sociedad como la nuestra tal vez pueda ser juzgada. Todavía laboralmente los sueldos siguen siendo más bajos para las mujeres. O tu jefe puede intentar hacer algo. Entonces, sí, hemos avanzado mucho, pero falta. Y esta Helena da voz a todas esas mujeres hoy en día.
Se podría pensar que tú, al ser una figura reconocida del teatro, quizás empoderada, que te impones en la calle, no padeces todo esto. ¿Es así?
Una cosa es la apariencia y otra lo que va por dentro. A veces uno socialmente se pone máscaras para ocultar la timidez o las inseguridades o lo que puedas sentir en ese momento. He pasado por muchas cosas de las que te he dicho por ser mujer, en mi adolescencia, en mis 20, en mis 30. Y en los 40 ya uno va agarrando más fuerza y más voz. Yo viví 10 años en México, de los 14 a los 24 años, estuve becada, entonces empecé a estudiar allá muy chica en un mundo muy duro. Sí sé lo que son los hombres poderosos, que te quieran usar, que te bajen, que te insulten, que te digan que no vales. Lo he vivido y eso ha sido parte de lo que me ha hecho ser una mujer internamente más fuerte.
Al menos, hacia afuera proyectas fortaleza y quizás intimidas.
Lo sé. Quizás por mi forma tan directa de hablar o porque soy una mujer alta.
¿Qué máscaras te pones?
(Ríe). Tal vez me aprovecho un poco de que intimido. Pero no me guío mucho de las apariencias. Me interesa ir más allá.
¿Ser hija de una mujer de avanzada cómo ha influenciado en ti?
Soy hija de artistas. Mi papá Carlos Bernasconi, artista plástico, y mi madre actriz, productora, directora. He crecido en el mundo de los teatros, de la televisión, de los talleres de los artistas. Entonces, para mí es algo muy natural moverme en esos ámbitos.
¿Qué aprendiste o aprendes de ella?
Lucía es una mujer que se hizo sola. Es muy fuerte, muy estoica, que ha trabajado durísimo toda su vida. Y ha salido a adelante a pesar de muchos obstáculos. En la época de Lucía era muy particular que una mujer quisiera ser actriz, estaba mal visto. En esa época decir que quería ser actriz era sinónimo de puta, de zorra. Ella estudiaba a escondidas actuación y se hizo sola. Es admirable. Su generación era así.
Me cuentas que pediste ir a un taller de teatro y estar en el grupo con los grandes. ¿No fuiste tímida de niña?
Muy tímida. Siempre he sido excesivamente tímida, pero hay algo en mí que me hace decir quizás las cosas directamente.
¿Sigues siendo tímida?
Muy tímida.
¿Qué te retrae?
Soy muy insegura (cambia de voz).
¿Qué te pone insegura?
Muchas cosas (sonríe y nos quedamos en silencio)... Muchas, Mijail.
¿Ser alta, para el promedio en el Perú, quizás te dio alguna inseguridad?
Tengo un tamaño maravilloso, mido 1.74. Nunca me molestó mi tamaño. Mi abuelo paterno, que fue médico, era uno de los hombres más altos de Lima, medía dos metros.
Y de tu padre heredaste las artes plásticas.
Por la parte materna, heredé el gusto por la actuación; y por la parte paterna, hago cerámica y me divierto. Tal vez me faltaría encontrar una tercera vía. Algo que no tenga que ver ni con Lucía ni con Carlos, pero todavía no llega.
Autoficha:
-“Soy Cecilia Carla Bernasconi Irurita. Nací en Miraflores. Acabé el colegio en México paralelamente a mi beca de actuación allá mismo. Estudié con los mejores profesores de teatro que había en ese momento. Volví porque se me pasaba la vida y era muy difícil allá”.
-“En teatro recuerdo con aprecio la primera producción que hicimos con nuestra productora: Sexo, pudor y lágrimas. Bueno, obviamente el Rey Lear, Fausto. En televisión, recuerdo con mucho cariño cuando trabajé con Diego Bertie en De vuelta al barrio”.
-“Ha venido una famosísima directora uruguaya a dirigir Juicio a una zorra, es María Dodera, una directora que marcó un antes y un después en Uruguay. Y después, María vuelve al Perú para dirigir la obra del francés Pascal Rambert: Finlandia, donde estamos Leonardo Torres Vilar y yo”.
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