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Charlie Becerra, escritor: “Si hubiera una sociedad con buenos padres, no tendríamos sicarios”
Autor del libro ‘Gringasho’, alista una publicación sobre zombies y otra acerca de un poderoso narcotraficante. Perú21 entrevistó al escritor Charlie Becerra.
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Pensaba encontrar un muchachito enclenque, huesudo. Ingresó a la oficina donde lo esperaba y se topó con alguien más alto que él, con una estructura ósea imponente. Carlos Javier Becerra Romero con 1.74 metros y Alexander Manuel Pérez Gutiérrez con alrededor de 1.80 metros. Pero estaba llorando. Lo primero que le preguntó fue a qué se debía su llanto. Le dijo que se arrepentía de no haberle hecho caso a su pareja en Lima. Ella le dijo que no viaje a Trujillo. El escritor entró sin apuntes ni grabadora, desarmado, con 29 años de edad y dos libros publicados. El sicario, de 22 años, ya tenía más de un muerto encima. Perturbado por una pregunta, no quiso seguir hablando con el autor del libro que sería titulado con su alias y le dijo “habla con mi abogado”. Se fue a su celda y nunca más se vieron.
Cuatros años después, en 2021, Becerra publicó Gringasho (Librerías Crisol), investigación en la que perfila al niño que aprendió a dar el tiro de gracia y que se convirtió en un extorsionador. La que podría ser una radiografía del crimen en el Perú. Hoy está a punto de publicar su noveno libro, esta vez sobre zombies y ya escribe una copiosa obra acerca de un poderoso narcotraficante.
Los veranos de su niñez los pasó en Trujillo. Entrando a la adolescencia, dejó Lima y se mudó con su familia a la Ciudad de la Eterna Primavera, donde vivió tiempos idílicos en la urbanización Las Quintanas, entre juegos en las canchitas de fulbito, chapoteos en la piscina olímpica o simplemente en el andar hasta tarde con sus primos por una ciudad donde no te pasaba nada. Recibe mi videollamada desde su casa, a tres cuadras de donde vivió aquella infancia, estancia que tal vez es como una forma de seguir viviendo en aquel tiempo, cuando ya le decían Charlie.
-Recuerdo la época en la que la inseguridad era alarmante en Trujillo y en Lima lo veíamos como algo aún lejano. Hoy la delincuencia azota a la capital. ¿Cómo están por allá?
Ahorita en Trujillo hay una ola de crímenes que tiene que ver con ajustes de cuentas por minería ilegal. Y hay una ola de secuestros, que es brutal.
-¿Por qué el crimen siempre está presente en tu obra?
Son grandes historias que nadie está contando. El fin de la literatura, si es que tiene uno, es comprender, no justificar ni condenar, sino comprender. Y para mí sí es importante dar una explicación a lo que ha ocurrido en las ciudades del norte. Explicar cómo, de pronto, Trujillo se convirtió en una especie de Ciudad Juárez. Es como tirar de un hilo que no se acaba nunca. Ahora, sí es cierto que a partir de este año voy a empezar a publicar textos de otra índole, mi nueva novela sale en unas semanas, tiene que ver con ciencia ficción, thriller. Sin embargo, mantengo la otra línea. Ahorita me encuentro escribiendo una novela sobre narcotráfico, es la historia de Humberto Vargas Pizango, uno de los narcotraficantes más poderosos del Perú en los 70 y 80. Fue el brazo de confianza del cártel de Pablo Escobar en EE.UU. Él me contactó en 2020 a través de su abogado porque quería contarme su historia. Es una gran historia.
-¿Dónde está la grandeza?
En el Perú no hay un desarrollo sobre el narcotráfico como tema literario, lo que sí hay en Colombia y México.
-Hay quienes dirían que aquella literatura podría ser una suerte de apología del crimen.
Me parece gracioso que las personas que dicen que yo hago apología del crimen son todas aquellas que no se han acercado nunca a un libro mío. La gente que lee mis libros se da cuenta de que la paga del crimen es o la muerte o la cárcel, ahí no hay héroes. Todavía en nuestro país hay una idea preconcebida de que si hay un personaje que amerita un libro, es porque es un homenaje a esa persona. Hay la idea de que un libro solo se le hace a una persona que hizo algo bueno. Existe un gran desconocimiento. Pero al menos hoy en día hay más personas que entienden el género del true crime.
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-¿Por qué es importante que también se conozca la historia de ‘los malos’?
La primera condición para que una persona se convierta en víctima es la ignorancia.
-Pero más allá de ello, pensaría en lo atractivo del género como tal.
Una buena novela negra está bien documentada. Y claro, es sumamente atractivo porque el principio de la novela policial es que hay un enigma por resolver y el desarrollo mismo de la novela policial es una competencia entre el lector y el escritor, porque los dos quieren llegar primero a la resolución del enigma. Si el lector llega antes de lo que tú querías a la resolución del enigma, hiciste un mal trabajo como escritor.
-Gringasho nos lleva a esta pregunta: ¿por qué nace un sicario? Las primeras respuestas serían la pobreza económica y moral. Pero hay más detrás de ello.
Los padres. Si tuviéramos una sociedad con buenos padres, no tendríamos sicarios ni malos policías.
-¿Qué tiene que pasar con los padres?
Ser buenos padres. Por ejemplo, el caso de ‘Gringasho’: la gran interrogante de su vida es su padre; nunca estuvo y ‘Gringasho’ adoptó las figuras paternas que tenía a su alrededor, tres tíos que son criminales.
-¿Y cuánto pueden hacer las autoridades ediles, hoy que nos toca elegirlas?
Lamentablemente, la ley, el Estado, las autoridades van a llegar siempre a la segunda parte de la película. Cuando ‘Gringasho’ es atrapado por primera vez, a los 11 años, ese niño ya estaba perdido. Las penas más altas no van a ser una solución nunca, porque es como si quisieras arreglar una fuga de agua de tu casa poniendo cubetas; se seguirá saliendo el agua.
-¿'Gringasho’ y tú tienen algo en común?
(Se queda en silencio). Bueno, los dos somos padres.
-¿Crees en la pena de muerte para delincuentes como ‘Gringasho’?
Sí, definitivamente. Soy mucho más reticente de creer en los cambios de las personas, sobre todo gente que ha llegado tan lejos. No estamos hablando de alguien que haya robado un celular. Estamos hablando de alguien que, ya desde los 14 años, era capaz de matar a sangre fría a una mujer embarazada de ocho meses. Hay gente que no regresará al camino.
AUTOFICHA:
- “Soy Carlos Javier Becerra Romero. Publico como Charlie Becerra porque me dicen así desde muy pequeño, porque me parecía mucho a Charlie Brown. Tengo 33 años. Nací en Lima, en el 89, pero vivo en Trujillo. Estudié Publicidad en la Católica, y la llegué a ejercer”.
- “Abrí mi propia agencia de publicidad y en 2014 conversando con mi esposa, le dije: ‘¿Sabes que quiero hacer otra cosa de mi vida? Si estás dispuesta a apoyarme, te prometo que daré todo de mí’. Y ella generosa como es me dijo: ‘Vamos a hacerlo’”.
- “El libro que saldrá ahorita es mi novena obra, se titula Dead Park y es una historia sobre zombies. Sale en octubre con Planeta. El libro sobre Humberto Vargas Pizango sale al próximo año, aún no tiene nombre. También hay proyectos para un primer guion en el cine acá en el Perú”.
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