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Columna Vertebral: Entre monstruos y precipicios

“Las bestias del abismo, en el balance, resulta inferior al primer libro de Ureta, cuya trama era bastante más fresca, divertida y fluida”.

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Hace un par de años conocí en una feria del libro a un joven narrador que se presentó como Jorge Ureta (Lima, 1990) y que aprovechó nuestro encuentro para entregarme su primera novela, desenfadadamente titulada El caballero tetrapaq (2014). En sus escasas páginas relataba un día de furia vivido por un adolescente limeño que debía cumplir ciertas misiones que iban desde la extravagancia hasta el delito, lo que significaba verse, a la mitad de la jornada, perseguido por los medios de prensa y la Policía. Al final, su suicidio era televisado y transmitido a todo el país, redondeando una suerte de parábola acerca del abaratamiento de la rebelión y la muerte por parte del mismo sistema que se deseaba subvertir. Si bien el libro tenía algunos aciertos –una narración entretenida, algunos inspirados momentos de humor negro– también adolecía de problemas formales y descuidos que afectaban el desarrollo de la historia, algo confusa y desigual.

Dos años después, Ureta regresa con otra novela corta que, al igual que la primera, evidencia más referentes del cine y de la televisión que literarios: Las bestias del abismo. También coincide con su debut por indagar en la frivolización del sufrimiento y la tragedia por parte de la llamada "civilización del espectáculo".

El argumento puede resumirse así: un grupo de muchachos se encuentra, sin poder explicar cómo, al borde de un abismo cercado por una muralla impenetrable. El único recurso que se les brinda es una casa colgada en el vacío. Su guía es un extraño y malhumorado sujeto vestido de pollo. Los protagonistas deben sobrevivir en ese espacio hostil que poco a poco se va descubriendo como un reality show para el consumo de una platea no humana e indescriptible.

A favor de Ureta puedo decir lo mismo que ya ha señalado Elton Honores: nuestro autor posee una interesante capacidad para construir atmósferas turbias y claustrofóbicas, en las que sus personajes se mueven entre la desesperación y el desconcierto. Hay, además, un trabajo más que llamativo con ciertas situaciones grotescas y en la confección de algunos personajes decadentes y monstruosos. En contra debo señalar que mantiene el mismo problema de El caballero tetrapaq: la novela tiene un inicio prometedor pero, a medida que va avanzando, Ureta no sabe cómo resolver la historia que ha puesto en marcha y propone salidas tan forzadas como insatisfactorias para el lector, como el abrupto desdoblamiento del personaje principal en cuerpo y espíritu. Tampoco colabora mucho la irregularidad del lenguaje, por momentos elaborado y con cierto brillo y en otros pobre e incluso negligente.

Aunque se notan algunos progresos en Las bestias del abismo, en el balance resulta inferior al primer libro de Ureta, cuya trama era bastante más fresca, divertida y fluida. Quizá la ambición desplegada aquí le ha jugado en contra a un autor que todavía se haya en una fase de reconocimiento y aprendizaje. El camino que debe recorrer Ureta es todavía largo, y desde aquí deseamos que ningún abismo interrumpa su trayecto.

FICHANombre: Jorge UretaObra: Las bestias del abismo. Altazos, 2015. 117 pp.Relación con el autor: conocidos. Puntuación: 2.5 de 5 estrellas.