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Daniel Arenas Bardales, ganador del premio Copé de Poesía 2021: “La poesía es la que menos se presta para páginas gratuitas”
Daniel Arenas Bardales, ganador del premio Copé de Poesía 2021: “La poesía es la que menos se presta para páginas gratuitas”
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Cuando se aprestaba a almorzar en casa de su novia, sonó el celular. Daniel Arenas Bardales contestó. “Eres el ganador del Premio Copé de Poesía 2021", se escuchó decir al otro lado de la línea. Uno de los concursos literarios con más tradición en el país elegía a su ganador, al poemario Ciertas formas del fuego como el mejor de los 774 trabajos recibidos. El joven poeta sonrió, recibió la felicitación de su novia. El almuerzo ya no fue solo una degustación de comida; se transformó en una íntima celebración familiar.
Daniel Arenas es de las personas que utiliza un silencio prudente antes de soltar una respuesta. Comenzó a escribir a los 16 años, uno que otro texto que a estas alturas lo sonrojan. En casa, la mamá solía leer novelas policiales, mientras que la abuela, asidua lectora de periódicos, era una maestra de las artes gramaticales. De ambas, Daniel heredó el gusto por la lectura y un respeto elevado por la gramática. La poesía llegaría sola, de la mano de Arthur Rimbaud, Jorge Luis Borges, Homero o Dante Alighieri.
Daniel ingresaría a la PUCP para estudiar Ingeniería Industrial, pero la aventura apenas le duró lo que duran los estudios generales. Pronto la vocación lo convencería. Se trasladó a la Facultad de Filosofía y a un encuentro más cercano con las Humanidades y, claro, con la poesía. Hoy Daniel saborea un primer logro: Ciertas formas del fuego ha ganado el Copé de Poesía.
-Daniel, ¿por qué a la poesía?
(Silencio). Por el reto de poder escribir algo bajo esa forma, que creo que es la más difícil en todos los idiomas. La poesía es la que menos se presta para páginas gratuitas. También porque es lo que más he leído.
-Ciertas formas del fuego es un título evocador. ¿Cómo surge?
Es una cosa curiosa porque yo ya tenía un título desde hace mucho, el cual era “Imágenes rotas”, que es un verso de T. S. Eliot de La tierra baldía. Pero un amigo me hizo caer en la cuenta de que el verso ya se había utilizado bastante. Es así que topándome con una de mis relecturas del peruano Luis Loayza me encuentro con esta línea tan fuerte (“Góngora un demonio un poeta ciertas formas del fuego”). Está en libro El avaro y otros textos. Cuando fui dándole forma al libro, me di cuenta de que sí, que era el título.
-¿Por qué usaste el seudónimo Clarisa Acevedo para el concurso?
El nombre es de mi abuela materna, que me formó mucho en mi educación. Era un pequeño homenaje, ella ya murió. Y no quería colocar solo el nombre. Recordé el apellido Acevedo, que es el apellido de soltera de la mamá de Borges: Leonor Acevedo de Borges. Se me ocurrió que era una buena manera de homenajear a otra mujer de la literatura.
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-Has leído mucho a Borges.
Bastante. Es mi autor favorito en español. Tengo sus obras completas, los textos recobrados. Borges es un autor al que vuelvo y vuelvo.
-¿Qué poetas te causan envidia?
(Silencio). Entre los modernos podría decir que Ezra Pound y T. S. Eliot. Y entre los antiguos, Homero y Dante. Dante hace en tres líneas lo que otros –y me incluyo– hacen en 20 o 30 páginas.
-Algunos poemas de Ciertas formas del fuego llevan ya 10 años de haber sido creados.
Este es mi primer libro y para conseguirlo he tenido que escribir y seleccionar bastante. Escribí a lo largo de 10 años y hubo material que no servía. Ha sido un proceso de creación lenta, como para que las cosas maduren a su tiempo.
-¿Cuál fue el empuje para la publicación?
Llegó un punto en que se hizo difícil ver las páginas anotadas y que no salieran de la gaveta. Un par de personas especiales –mi amigo Camilo Torres y mi novia, Sabina– me motivaron. Le di forma al libro aprovechando el tiempo de encierro en pandemia.
-El fallo dice que obtuviste el premio a “merced a la fluidez de los versos que expresan la tradición cotidiana del Perú y su vínculo con el canon occidental”. ¿El libro fue pensado como una convergencia de estos dos espacios?
Hay un fuerte vínculo con la cotidianidad peruana, pero no ha sido muy consciente. Con el canon occidental sí, por las lecturas y la formación que tengo. De hecho, buena parte del libro me la paso citando versos de varias partes y de distintas épocas. Eso sí fue bastante consciente.
-Cuidaste de no usar palabras tan rebuscadas. ¿Qué tan difícil es escribir en sencillo?
Complicadísimo. Eso ya lo decía Borges: ‘Lo más sencillo es escribir en difícil’. Se requiere mucho esfuerzo para colocar en palabras sencillas algo complejo. Sencillo, mas no simple.
-¿De dónde se nutre un poeta?
En mi caso, de las lecturas. Si uno no se forma, educa, lee, incluso, en otros idiomas, no va a ser tan satisfactorio como debería ser. Y pondría en segundo o tercer lugar a la experiencia cotidiana. De eso se encarga el tiempo, de darte las experiencias, motivos o temas, pero es la técnica y la forma y la tradición lo que en mi caso funciona como pilar para todo lo demás.
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-¿Cuándo ha sido la última vez que algo te ha conmovido?
Acabo de leer ayer unos versos de Ezra Pound. Un poema que solo tiene tres palabras y la última es “Gongula”. Es una palabra que aún la tengo resonando porque es muy particular, es puro sonido. Ese nombre me ha conmovido.
-El filósofo Camilo Torres y el escritor Luis Loayza, ¿qué significan estos nombres para ti?
Maestros. De hecho, Camilo Torres y yo editamos las obras reunidas de Luis Loayza para la Universidad Ricardo Palma, hace algunos años. También tengo un buen recuerdo de Loayza porque me respondió un correo de manera muy amable, me dio unos consejos acerca de mi escritura. Tengo un par de libros autografiados suyos traídos de París.
-Daniel, ¿eres ya el poeta que quieres ser?
No, de ninguna manera. Para serte franco, el libro me deja un poco insatisfecho en cierto sentido. Y creo que el estar así va a ser un buen motivo para seguir escribiendo.
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