Darío Sztajnszrajber propone que El amor es imposible y para ello elabora ocho tesis filosóficas, las que agrupa en un libro —vía Planeta— que lo vino a presentar a Lima semanas atrás.
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Su primer amor ocurrió en el colegio, entre segundo y cuarto grado. Ella fue Silvia, y fue imposible.
Pero hoy está enamorado. “Estoy de novio”, subraya y agrega —sin solemnidad y quizás con algo de ironía— que aprendió de lo que escribió en este libro, y sonríe y por un momento esconde esa mirada escéptica que trae, esa mirada que parece que siempre se está preguntando algo. Ella es Sole, y él dice que vive un noviazgo hermoso.
Desde el salón de un hotel limeño, en esta entrevista con el filósofo argentino nos sentamos con las formas del amor y el desamor.
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‘El amor es imposible’ comienza con un relato sobre tus padres y cuentas que tu madre te reveló que ella estaba enamorada de otra persona.
Me impactó mucho porque me atravesó en la mitad de la escritura del libro. Mi madre, con mi padre enfermo, y meses antes de que ella muera, me cuenta no que estaba enamorada de otro en el sentido de que no estaba enamorada de mi padre, el problema es peor para ella: estaba enamorada de dos personas. Y para los mandatos monogámicos y exclusivistas en los que vivimos nuestra relación con el amor…, y más para ella: mujer, de casi 80 años, se le convirtió esto en algo que no supo cómo lidiar. Y me lo cuenta a mí vaya a saber por qué.
¿Cómo fue esa escena?
Yo iba a visitar a mi papá que estaba enfermo y, entonces, nos sentamos a tomar un café en la mesa de la cocina y en ese momento aparece este relato como de la nada, de improviso. Un relato que no tiene nada de anómalo porque imagino múltiples situaciones, múltiples familias donde se viven experiencias similares.
¿Esas confesiones son comunes?
Yo creo que sí. Lo que no es común es que alguien la escriba y la ponga en un libro. Vos sabés que la devolución que empecé a tener fue fuerte después de publicar este libro, mucha gente me escribe diciéndome “a mí me pasó algo parecido”, la identificación fue inmediata. A todos les ha acontecido una situación donde se puso en jaque o en cuestión la tensión entre vivir el amor libremente y vivir el amor desde el mandato institucional. Todos tenemos en nuestras historias algún lugar conflictivo. Un poco a donde va el libro es que hay una forma instituida de vivir el amor que no da lugar a la cantidad de posibilidades que el amor abre. Entonces, el amor es imposible porque en realidad hay una forma del amor que termina monopolizando y secuestrando todas las posibilidades que el amor, sin embargo, tiene, pero que no les es posible desplegarse.
¿Esas otras posibilidades deberían instituirse?
En el amor, como en ningún otro lado, hay un modelo hegemónico, un ideal del amor que se ha implementado como el correcto.
¿Pero hay que quebrar esa institución?
Hay que asumir que existe una forma hegemónica del amor y entender qué nos limita y en qué nos limita. Las formas de salirse de ahí, de esa hegemonía del amor, son diversas. Yo no juzgo. El que quiera vivir de acuerdo a la trama del amor hegemónico y es feliz, lo envidio (ríe).
Finalmente, tu madre vivió la trama de ese amor institucionalizado.
Es que mi mamá lo vivió conflictivamente, porque ella no supo y no pudo lidiar con algo que para una persona de su edad era imposible, que es enamorarse de dos personas a la vez.
¿Lo contó con tono de pesar?
Ni siquiera le puso valor. Me parece que fue una necesidad de contarme una historia. Es importante entender que en su relato se encuentra, finalmente, con esta persona de la que dice estar enamorada y tienen un encuentro de una hora donde conversan, en la vereda, en las afueras del comercio que este hombre tenía; para mi mamá esa hora de conversación consumó su historia de amor. Ella me dijo: “Yo en esa hora sentí, de verdad, lo que es el amor, no necesité otra cosa”. Su conflicto fue estar enamorada de dos personas, algo que no nos pasa con los amigos, nadie está poniendo amigos en competencia; no nos pasa con los hijos (yo tengo tres); pero con el amor de pareja sí.
¿Y por qué?
Por esta narrativa que tiene mucha fuerza y que viene desde la antigua Grecia, que está formulada fuertemente en El banquete de Platón, y que es la idea de que amar es ir en busca de nuestra otra mitad, esta idea de que no estamos completos y de que hay alguien único, exclusivo, hecho para ti que viene a completarte; esa idea dual de que somos dos mitades que tenemos que converger en una unidad es me parece la que está echando fuertemente sus raíces en este ideal que tenemos del amor siempre en busca de alguien único.
Sin embargo, la tesis sexta de tu libro dice que el desamor fue primero, lo que siento que le quita lo trágico al desamor y nos dice que no seamos fatalistas.
Es la tesis que más me costó escribir, porque estaba saliendo de un desamor. Yo estaba como viviendo mi duelo y escribía, escribía y escribía y no terminaba el capítulo, yo no quería (ríe) porque había algo de ese duelo que no quería terminar. Alguien que lo leyó me dijo: “es el capítulo más flojo”. Y después me pasó lo contrario: todos se enganchan con el capítulo seis.
Pero después de que te dijeron que era el más flojo, ¿lo cambiaste?
No me importó. Dije “todo libro tiene un capítulo flojo”. Mientras estás amando siempre, te estás separando; el amor gana en potencia en la medida de que no es continuo; si estuvieses todo el tiempo enamorado, el enamoramiento perdería fuerza; la fuerza la tiene porque uno entra y sale; hay algo de falta permanente en el amor que permite que uno sienta esa necesidad de volver a erotizarse. Aprendamos a vivir el amor también con sus sombras. Si querés, toda la propuesta de El amor es imposible es desacralizar esa especie de sensación pletórica que propone el ideal romántico del amor, que es que cuando estás enamorado alcanzás el sentido de la vida. Eso es lo que, de algún modo, el libro intenta desarmar. Una de las minitesis al interior de esta tesis seis es que en la ruptura amorosa uno siente que pierde al otro si alguna vez sintió que al otro lo tuvo, si al amor lo asocio con una relación de propiedad…
Como si perdieras tu casa.
Claro. Hay una idea de Epicuro que trabajo en el libro: dice que los seres humanos recorremos distintos caminos y a veces te pasa que coincidís con un otro en un tramo de ese camino; eso es el amor o la amistad, es un momento en el que hay una coincidencia; ahora, después en una esquina los caminos se vuelven a separar. Ahora, ¿significa esto que hay que farmacológicamente anestesiar el dolor y decir no me importa?; no, al revés: el problema que tenemos en nuestra cultura es que intenta todo el tiempo extirpar el dolor, la pena como algo negativo por improductivo porque nos saca de esa especie de enajenación permanente. Hay que reconciliarnos desde otro lugar.
Casi como ‘disfrutar’ una canción de desamor, un bolero.
No sé si tanto (sonríe)… La mayoría de las canciones de amor son de desamor. La clave del deseo es la falta.
Es que hay un gozo en sentarnos a escuchar un bolero y sentir ese dolor.
Estoy de acuerdo. Hay algo en poder transitar esa experiencia de la pena desde un lugar que hace a nuestra humanidad. Muchos te dicen “de una ruptura aprendés”, pero eso es tener una idea del amor secuencial donde cada nuevo amor viene a progresivamente hacer un amor mejor que el anterior. Yo no aprendo nada ni aprendí nada. Cada relación es única.
¿Escribir la tesis seis fue una terapia o tuviste que escuchar boleros?
No creo en la superación como algo evolutivo. Los desamores impregnan nuestra forma de amar y, de algún modo, mientras amamos todos nuestros vínculos están presentes. Es un tema que me atraviesa fuertemente como a cualquiera, no hay una particularidad por el hecho de que me dedico a la filosofía, no tengo mayor expertise, termino haciendo las mismas pavadas que hace cualquiera cuando se enamora o se desenamora. Tuve la posibilidad de escribir un libro en el cual pude plasmar algo de eso que me pasó.
Autoficha:
-“Soy Darío Gabriel Sztajnszrajber. Tengo 56 años. Mi padre nació en Rusia y mi madre en Argentina. Se conocieron en Argentina porque mi padre trabajaba en un lugar donde se hacían tapados y mi mamá fue a comprar un tapado (abrigo). La figura del amor a primera vista”.
-“Mi papá fue a Argentina por la Segunda Guerra, escapando de los nazis. La familia de mi papá vivía en Polonia cuando Alemania invadió Polonia. Escapan a Rusia y al final de la guerra quisieron volver a Polonia y no pudieron, y terminan viniendo para Sudamérica”.
-“Estudié filosofía y desde muy joven empecé a dar clases. Mi actividad más importante siempre fue la docencia. Actualmente, ya no enseño, estoy más en mi trabajo de divulgación, escribiendo libros, haciendo presentaciones en teatros y en medios. He publicado cinco libros y estoy por empezar un sexto libro”.
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