Diego Molina es poeta. Un poeta que debuta en la novela. Y escribe “... y la gente se entregó como polillas excitadas por la luz” o “crucé la fiesta como un río arrebatado”. Dos fragmentos de tono poético en su iniciación narrativa.
'Coreografía para trenzas solas' es la nueva novela de la escritora arequipeña Teresa Ruiz Rosas. Narración que atraviesa la historia del Perú. La entrevistamos.
Entonces le pregunto: ¿Eres un poeta que escribe una novela? Y lo acepta con una sonrisa de lado, entre pudorosa y prudente.
—Sí, pero un poeta que tuvo que llevar talleres de cómo escribir narrativa. La poesía puede ser muy útil, pero también puede ser una trampa y terminas escribiendo una novela toda florida —me dice el autor de Fascinación (Alfaguara), su primera novela que presentará mañana en su ciudad natal, en el C.C. Peruano Norteamericano Arequipa (Melgar 109), a las 8 p.m.
Molina —que en Perú21.pe tiene el programa de entrevistas La del Estribo— también será parte del Hay Festival Arequipa, que comienza este jueves; estará en una mesa de novelas debut el sábado 8 de noviembre. Y el jueves 13 de noviembre, presentará Fascinación en Lima, en Librería El Virrey de Miraflores.
¿Cuándo la poesía es una trampa para la narrativa?
Cuando te gana la poesía. La novela es como una obra de arquitectura y donde todo tiene que cuadrar. La poesía no. En la poesía tienes una libertad que en la narrativa no la tienes… Nunca pensé escribir una novela. Alguna vez había escrito un par de cuentos adefesiosos y decidí que la narrativa no era lo mío. Pero esta novela nació con base en un fuego interno muy fuerte.
¿Qué fuego?
Es una novela basada en una historia real, es una autoficción. Estaba escribiendo un texto totalmente personal, y me di cuenta de que era una buena historia, y que mucha gente ha pasado cosas similares. Me refiero a una relación tóxica, a una relación muy pasional, a la fascinación por otra persona.
Y parte de una relación gay. ¿Dudaste?
No, nunca dudé. La relación entre el narrador, que tiene 41 años, y el chico, que tiene 20 años, tiene todas las características del mundo gay. Leí muchas novelas gais porque no quería repetir lo que ya existe. Releí No se lo digas a nadie...
¿En su momento cómo te impactó ‘No se lo digas a nadie’?
Hay un antes y un después con No se lo digas a nadie. El tema gay en el Perú tiene como hito eso. Pero mi novela gay en el Perú favorita es Duke, de José Diez-Canseco. Es de 1929. Una novela maravillosa. Fascinación tiene más de Duke que de No se lo digas a nadie. Cuando se publicó Duke fue un escándalo. Lo que yo quise hacer es no repetir la típica historia del hombre gay que no se encuentra, que se golpea contra el mundo. Esta novela empieza con una fiesta gay. Quería que la novela tenga el tema gay, pero que no sea una novela gay.
¿La Lima de Diez-Canseco, Bayly y Diego Molina qué tienen en común?
La Lima de ahora es mucho más libre. Pero se mantienen prejuicios, hay toda una visión en contra que es totalmente absurda porque, digamos, la homosexualidad es parte del ser humano. La nueva generación sí tiene una visión mucho más abierta del tema. En la Arequipa que yo viví en los 80 y los 90, lo peor era ser gay. Podías pegarle a tu mujer, vender droga, lo que tú quieras, pero ser gay era lo peor que podías ser.
¿En aquella Arequipa te tocó contar tu naturaleza gay?
¡De ninguna manera! He tenido hermosas relaciones con las mujeres, me he enamorado de las mujeres, he disfrutado de tiempo e intimidad con las mujeres. Y durante mucho tiempo la parte digamos gay la tenía como separada. Me vine a vivir a Lima a los 18 años, después me fui a Estados Unidos siete años y el tema comenzó ganando terreno por sí solo en espacios de mayor libertad. Regresé al Perú y estaba en un bar y un chico me agarró la mano, y al toque volteé a mirar quién había que sea conocido y dije “no, no voy a vivir así”. Entonces, hice la romería de salir del clóset.
¿Empezaste por la familia?
Salí del clóset cara a cara con mis mejores amigos, con mi mamá, mi papá, mi hermano.
¿Tus padres qué te dijeron?
Mi papá que es un arequipeño, digamos, de aquellos... Yo pensé que lo iba a tomar pésimo, pero no. Hice una cosa que vi en Internet: cuando vas a tener una conversación difícil con alguien, llévalo a comer algo. “Si esto es lo que te hace feliz, pues a mí también me hace feliz”, me dijo.
El libro también aborda la toxicidad. Es una pareja que se lleva veinte años. Hoy desde lo políticamente correcto se sanciona novelas como ‘Lolita’, y tu novela podría estar en la mira. ¿Qué decir?
El arte tiene que ser totalmente libre. No puede haber ningún tipo de limitación políticamente correcta. Este es un libro políticamente incorrecto. En ese sentido, Lolita ha sido una influencia. Claro, Lolita tiene 12 años, Nabokov se fue... Pero bueno, es considerada una de las grandes novelas de la historia. Quizás en estos tiempos un editor te diría “yo no voy a publicar eso”.
¿Y eso está bien?
Está pésimo. El arte tiene que ser libre, el arte te tiene que confrontar como ser humano a diferentes tipos de naturalezas. Un libro no debe juzgar, no puede ser moralista.
Mientras leía ‘Fascinación’ pensaba en la irritación que puede provocar en cierto lector.
Un buen libro te tiene que cuestionar siempre, te tiene que poner una situación que dices “diablos, ¿qué está sucediendo?”. La historia tiene que ser tan buena que vaya por encima de cualquier prejuicio. No quiero que sea definido como un libro gay. La literatura es buena o es mala, punto.
Autoficha:
-“Soy Diego Molina Rey de Castro. Tengo 47 años. Nací en Arequipa. Estudié Derecho. Me parece horrible la forma convencional de ser abogado. Entonces, soy consultor y trabajo temas relacionados al Derecho; por ejemplo, en temas de obras por impuestos”.
-“Estudiar Literatura no sirve para ser un buen escritor. Creo que el único Premio Nobel de Literatura que estudió literatura es la escritora surcoreana Han Kang, que ganó el año pasado. En mi caso he llevado talleres, pero todos dirigidos a escribir esta novela que ahora publico”.
-“Se viene un poemario que se llama Los poetas no mueren. Son poemas que comencé a escribir desde que llegué a Estados Unidos y salí del clóset. Y se vienen mis cuentos sobre mi infancia y adolescencia en Arequipa, que se va a llamar Al sur de la inocencia, la Arequipa de los 80 y los 90”.
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