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El ascenso de la nostalgia
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Las películas de Star Wars no solo se ubican dentro de las más taquilleras de la historia, también deben estar en ese Olimpo de cintas que convocan a un gran número de comentarios dispares. Es que ya es tradición que luego de cada estreno se arme un lío que resulta muchas veces más intenso que la misma batalla entre el lado oscuro y el luminoso. The Rise of Skywalker (El ascenso de Skywalker) no se salva. La cinta de J. J. Abrams que pone fin (por ahora) a una saga legendaria se encuentra en medio de este cruce de disparos láser. Si aún no ha visto la cinta, la recomendación es que vaya y disfrute sin prejuicios, aunque si quiere ingresar al debate, es mejor que coja su sable de luz.
El episodio 9 es el fin necesario a una trilogía que nació y murió en estado tibio. Aunque suene fácil de decirlo, este encargo era una empresa difícil. El episodio 8, The Last Jedi, dirigida por Rian Johnson, nos había dejado con una gran cantidad de aristas turbulentas y desafiantes que necesitaban ser resueltas. TROS sabía que no podía repetir el riesgo y, por lo tanto, apela al fanservice desde el primer segundo, confiando su éxito al ingrediente más predecible: la nostalgia.
Es decir, ¿qué fan de Star Wars se opondría a que C-3PO (Anthony Daniels) o Lando (Billy Dee Williams) alcancen protagonismo por unos segundos? O, ¿qué respetado seguidor de la fuerza no recordaría el guiño a The Empire Strikes Back que brilla al revelar el origen de Rey? Es más, desde el tráiler ya se conocía que Palpatine (Ian McDiarmid) aparecería en esta entrega. El mix de éxitos pasados siempre fue la apuesta más segura, aunque esto no quiere decir que no haya novedades. Una de estas son los caballeros de Ren, nuevos stormtroopers y droides, pero vale decir que ninguno logra tener una importancia que justifique su aparición en el futuro.
Y, como en todo mix, hay cosas revueltas. A diferencia de Rey y Kylo Ren, muchos personajes, como Finn (John Boyega) y Poe (Oscar Isaac) no logran cerrar sus historias ni definir sus cualidades. Finn suelta más bromas innecesarias y la valentía de Poe se desvanece con los minutos.
Sin embargo, entre lo más destacado se encuentra la tensión que acompaña al espectador por saber cuál será el desenlace. Asimismo, las peleas con sables láser y los combates espaciales son impecables, al igual que la actuación de Adam Driver (Kylo Ren).
TROS es la mejor cinta de la trilogía Disney y la que termina por exprimir la fórmula nostálgica de la saga, una receta que ya debe descansar.
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