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Elizabeth Dulanto: “En el Perú, cada día es como una nueva novela”
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Pudo nacer en un tranvía. Su madre sintió los dolores de parto cuando viajaba en el ferrocarril. Se bajó a medio camino, en Bellavista, y fue de emergencia a un centro médico, donde nació Elizabeth Dulanto.
Era una gran chacra, en las afueras de Lima, en Camacho, La Molina. Ella era una niña inapetente de 5 años y para tratar de solucionarlo, su padrino inglés la invitó a vivir en el campo. “Por cada cosa que hagas, te voy a pagar”, le dijo. Trepaba sauces, bajaba ramas, las pelaba y con ellas ataban poros, cebollas, nabos que iban al Mercado Mayorista. Y en las tardes escuchaba música clásica y leía libros, acompañada del sonido de la naturaleza. Desde entonces ha sido actriz, cambista de dólares, economista, trabajadora de una empresa pesquera, comunicadora, creadora de la revista Cosas Perú y si se anima, quizás futura estudiante de Derecho.
El reloj marcaba las 10 de la noche. Llegó cansada a casa, encendió el televisor y en las noticias se narraba un atentado terrorista en la misma calle donde operaba la naciente revista Cosas Perú. “Teníamos práctica con las bombas”, recuerda sobre ese episodio, aunque también experimentó la violencia de manera más cercana, como el secuestro de su distribuidor. En esa época no imprimía la revista en Lima. Cada 10 días, en la oficina alguien levantaba la mano para ser el voluntario que llevaría en disquetes y maletas los contenidos de la publicación, que volaban a Santiago de Chile. Ocurrió hace 28 años. “Mi vida está hecha para la guerra”, me dice hoy con voz fina y una sonrisa discreta.
Crear una revista como Cosas en el 92 era una aventura. ¿Por qué lo hizo?
Se les puede haber ocurrido a muchas personas que querían que nuevamente el Perú recobre su fuerza y que no se empiecen a trastocar los valores donde los malos amedrentaban a los buenos. Los senderistas nos habían arrinconado. Todas nuestras casas estaban cercadas, tenían rejas, los autos estaban con lunas polarizadas, algunas personas teníamos que andar con seguridad. Quería mostrar la vida con positivismo, buscando una luz al final del túnel. Había que dar la cara y subirles la autoestima a los peruanos que nos habíamos quedado.
¿Por qué no fue de los peruanos que dejó el país?
Mi única hermana vive en Los Ángeles y yo tenía la oportunidad de irme a vivir afuera. A mi esposo (Alejandro Miró Quesada) le dije que era momento de irnos y él no quiso irse, porque su padre había luchado mucho para recuperar los medios. Eso pasó por el 82. Viendo que era lo correcto, me sumé a la causa y la única manera de hacerlo era comprendiendo lo que es el periodismo, pese a que mi formación no es de periodista, sino de economista.
En el 92 se vivía entre dos fuegos: el terrorismo y el amedrentamiento del gobierno de turno.
Por eso admiro y quiero a nuestros compatriotas porque el peruano es una persona fuerte, resiliente. Nos ha salvado ser los ingeniosos, los recurseros, de los emprendimientos. Si bien no hemos recibido mucho del Estado, hemos salido adelante como sea.
¿De niña qué quería ser?
Nunca he tenido grandes aspiraciones, pero siempre me ha gustado trabajar desde lo más pequeño. Mi padre murió cuando yo era muy pequeñita, pero tuve un padrino inglés que me enseñó el valor del trabajo. He aprendido a sacarle partido a la vida: si te da limones, hay que hacer limonada.
Se ha adaptado a todo lo que le ha tocado vivir.
Siempre había que buscar una oportunidad. Yo pienso que todo en la vida es bonito. Nunca he jugado al papel de víctima. Un problema me da mucha energía y fortaleza. Me adapto a la mayoría de las circunstancias. Todos los días hay cambios, todos los días no amanecemos igual.
Antes de crear Cosas, trabajó en una pesquera. ¿Qué más hizo?
He trabajado en todo. He sido hasta cambista (risas).
¡Cambista! Cuénteme más.
Sí, en la época de Alan García, en la época del dólar MUC. Trabajaba dentro de la casa de una amiga donde iban a cambiar exportadores de café. Y la verdad que donde más plata he ganado ha sido cuando he sido cambista (risas). El Perú es muy divertido, es una historia de nunca acabar, cada día es como una nueva novela. También he tenido una lavandería. Siempre se me han ocurrido cosas.
¿Y por qué se quedó en el periodismo?
Porque quería buscar lo positivo. Me apenan las noticias en las que todo es negativo. Por eso en Cosas buscamos a un Mario Testino que estaba triunfando como fotógrafo afuera, a un Juan Diego Flórez que cantaba en Pésaro, Italia, a un chico que vendía cebiche en Londres.
¿Cómo se ha adaptado Cosas a las nuevas tecnologías?
Somos una revista de nicho, para gente que tiene un tiempo para leer con calma. Tal vez si hubiéramos sido una revista masiva, ya habríamos cambiado nuestra comunicación. Pero sí nos integramos a los tiempos en diferentes plataformas, y también brindamos experiencias con las tendencias sobre cuidar el planeta, los alimentos saludables. Nuestro ADN es servir de resonancia de lo positivo.
¿Hay fórmulas para el éxito?
Los valores, la ética.
¿Qué se aprende de Alejandro Miró Quesada?
Los valores. Es la base. Nunca una mentira. Nunca un pacto bajo la mesa. Tal es así que él me contaba que jamás fue a una reunión con un Montesinos, jamás fue a Palacio de Gobierno para hablar con un presidente. El gran activo son los valores y la ética.
¿Diría que hoy es periodista antes que economista?
No lo sé. Creo que soy un poco de todo.
Cambista también.
(Risas). Sí, también. Pero ahora me encantaría volver a estudiar, esta vez abogacía (sonríe con serenidad).
AUTOFICHA:
- “Soy Elizabeth Dulanto Baquerizo. Nací en Bellavista, Callao. Estudié Economía y Comunicaciones en la Universidad Católica y en la Universidad de Lima. También he hecho teatro y he actuado en televisión. He actuado hasta cuando me casé. Valoro mucho el teatro”.
- “Tomé clases de teatro en la Católica cuando estaba en la plaza Francia. Lo complementaba con otras clases de teatro que tenía con Reynaldo D’Amore en los bajos del cine Le París. Salía a las 11 de la noche, en La Colmena y me iba caminando para tomar el colectivo”.
- “Ahora me gusta traer obras de teatro, la última fue Escenas de la vida conyugal con Ricardo Darín, en 2019. Para 2020 tengo dos cosas grandes en mente y una pequeña, para teatro. El año pasado también hicimos un libro sobre los cuadernos de Julio Ramón Ribeyro, que lo hizo mi hija Adriana Miró Quesada”.
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