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Gioconda Belli, escritora nicaragüense: “Los primeros síntomas (hacia el autoritarismo) es atacar a la prensa”
La escritora exiliada en España llegó al Hay Festival de Arequipa y habló sobre su vida, sus obras y su paso por la política. Perú21 entrevistó a Gioconda Belli.
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Gioconda Belli (Managua, 1948) es una leyenda de la literatura a nivel internacional. Sus obras han sido traducidas a más de veinte idiomas (poesía, novela, ensayo y literatura infantil). La multipremiada escritora, que fue parte del Hay Festival, conversó en Arequipa con Perú21 y nos contó momentos de su vida en diferentes ámbitos.
-¿En qué etapa de su vida descubre y decide que se dedicará a ser escritora?
Descubrí que podía escribir a los 21 años. De repente un día comencé a escribir poesía y salieron publicados mis textos muy pronto. Eran poemas muy femeninos y celebratorios de la sensualidad y sexualidad, eso generó escándalo por un tiempo. Después del triunfo de la revolución me puse a escribir novelas, ahí me di cuenta de que eso quería hacer, ser escritora.
-¿Cómo integra el Frente Sandinista de Liberación Nacional?
Desde niña veía los atropellos de la dictadura somocista (de Anastasio Somoza). Mi generación, de los años 70, vivió una época de mucha efervescencia política y yo quería cambiar la situación de mi país y entendí que la única manera de cambiarla era con la lucha armada.
-¿Cuál fue su participación? Porque en el Perú “la lucha armada” se relaciona al terrorismo de Sendero Luminoso que causó mucho daño.
Nosotros no éramos terroristas. Nunca hubo terrorismo de nuestra parte. Yo lo que hice fue andar por el mundo hablando de lo que estaba pasando en Nicaragua. Hacía relaciones internacionales. Nada que ver con Sendero Luminoso. Nuestra lucha era bien popular, la gente se integraba y terminó en insurrección. El pueblo se levantó contra este tirano y lo derrocó.
-¿Cuánto tiempo de su vida dedicó a esa labor?
Casi mi vida entera. Empecé en el 70. Me fui al exilio el 75 y después seguí hasta el 79, que triunfó la revolución. Durante 10 años trabajé en cosas de la revolución. En los 90 perdimos las elecciones y me fui separando de Daniel Ortega, porque se convirtió en un tirano.
-¿Cómo se vive en el exilio?
Depende cómo lo tomes. A estas alturas de mi vida no es tan duro, como cuando me exiliaron a los 25 años. Ahora soy más madura, mi profesión va conmigo. El daño que me pueden hacer es material, dejé mi casa, mi perro, mi biblioteca, pero yo sigo siendo yo.
-¿La primera vez cómo fue?
Horrible. Me tuve que ir del país dejando a mis dos hijas, una que tenía cinco años y la otra un año. Pasé sin ellas como siete meses hasta que logré llevármelas a Costa Rica. Me divorcié, empecé de cero. Todo me paso al mismo tiempo.
-¿Pero cómo sobrepuso el bienestar colectivo sobre el familiar?
Fue difícil decidir. Cuando me metí al Frente Sandinista tenía mucho miedo. Yo le dije al que me reclutó “tengo miedo porque tengo una hija chiquita” y me dijo: “por tu hija tienes que hacerlo, porque si no lo haces tú lo va a tener que hacer ella”.
-¿Y ahora qué sentimientos tiene al ver nuevamente su país en dictadura?
Es bien duro, porque piensas en toda la gente que murió para que tuviéramos libertad. Yo estuve en una célula donde éramos 10 y quedamos dos vivos. Las mismas personas que fueron parte de la liberación han traicionado los ideales de libertad y democracia.
-¿En el mismo grupo está Ortega, Maduro y Putin?
Sí. Maduro, Ortega y el presidente cubano están en el mismo grupo. Yo soy de izquierda, pero quisiera una izquierda democrática, que se reinvente a sí misma, no dogmática. Mira la izquierda en América Latina, no hemos progresado.
-La izquierda llama más la atención por sus defectos.
Los defectos que ha cultivado la izquierda son grandes. Le pido más a la izquierda que a la derecha. No estoy esperando que la derecha se redima. Me encantaría que la izquierda se renovara. Tengo grandes esperanzas en Boric, en Petro, vamos a ver qué hace Lula.
-¿Cómo un país pasó de la democracia a la dictadura?
Es una línea muy frágil. Tengo un libro que se llama Luciérnagas, donde cuento cómo se fueron creando dentro del Frente Sandinista las condiciones que permitieron a Ortega apropiarse del partido y destruirlo. Se convirtió en un autoritario.
-¿Qué se puede hacer para que otros países no caigan en lo mismo?
Estar muy alerta a los gobiernos que tienen. Uno de los primeros síntomas es cuando empiezan a atacar a la prensa. Estar atentos a cómo van variando la separación de poderes, cómo se van metiendo con el sistema jurídico, cómo cambian la Constitución. Todo eso te va dando las señales de que están caminando hacia el autoritarismo. Todo eso pasó en Nicaragua, pero la gente no lo quería reconocer.
-Sus obras también están cargadas de feminismo. ¿Uno decide ser feminista o aflora naturalmente?
Aflora naturalmente. Creo que todas las mujeres percibimos cómo se nos cosifica, cómo se nos utiliza, las injusticias que se cometen contra nosotras. Todo eso te hace dar cuenta de que tienes que luchar por la igualdad, porque tengas libertad sobre ti misma.
-¿La visibilización del feminismo ha recrudecido los discursos misóginos?
Sí. El hombre siente que va a perder sus privilegios. No hay que hacerles caso. Es una reacción del perdedor, porque la vida ya no va a volver a ser lo que era, les guste o no les guste. Ya las mujeres tenemos un lugar distinto en el mundo y no vamos a dejar que no los quiten, vamos a seguir adelante.
AUTOFICHA:
- “Soy una mujer que nací en Managua, de una familia clase media acomodada. Estudié en España el bachillerato. Luego estudié publicidad y periodismo, me casé a los 18 años de edad. Mi primera hija la tuve a los 19. Me casé tres veces (risas), tengo cuatro hijos”.
- “Empecé a escribir sobre los 20 años, poesía. Tengo 13 libros de poesía, ocho novelas y premios como el Premio Biblioteca Breve, Sor Juan Inés de la Cruz, Mariano Fiallos Gil, Casa de las Américas, el Anna Seghers y el Premio Internacional Generación del 27, entre otros”.
- “Yo trabajaba en una agencia de publicidad, era publicista. Me daba muy bien la creatividad. Luego me metí a trabajar por la revolución y me convertí en un cuadro político. Estuve involucrada desde el año 70, en la lucha contra la dictadura (de Anastasio Somoza), y de ahí mi vida cambió totalmente”.
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