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Gonçalo M. Tavares, escritor: “Las amenazas del fascismo están siempre ahí”
José Saramago dijo, en su momento, que Tavares va rumbo al Premio Nobel. Su obra acaba de ser traducida al quechua y estuvo en el Hay Festival Arequipa. Perú21 entrevistó a Gonçalo M. Tavares.
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No quiso ser ingeniero civil como su padre, pero la idea de construcción es la columna vertebral en su obra. Me dice que sus libros son como ladrillos que edifican una casa, sólida, que no ceda al viento. Pero no tiene un plano, cambia según lo andado. Le digo que, más bien, me parece que sus libros —los libros— son como puentes o piezas que construyen puentes, como lo hacía su padre.
Gonçalo M. Tavares estudió matemática y jugó fútbol en una ciudad del norte de Portugal. Llegó a la segunda división con 18 años. Entre los números y el deporte aprendió la importancia del cuerpo, de la lógica, del absurdo, del raciocinio. Insumos para crear y que aparecen en libros como Cortometrajes/Peliculachakuna, traducido al español y quechua, y publicado por la editorial arequipeña La Travesía; o en obras como El reino (Seix Barral), que reúne cuatro novelas cortas del autor que nació en Luanda, creció en Portugal y que el fin de semana fue parte del Hay Festival en Arequipa.
“Es un honor publicar en quechua”, me dice desde su estudio en Lisboa. Antes de atender mi videollamada, estaba leyendo. Lee todos los días, pero no escribe todos los días. A la vez, está en los últimos tramos de la edición de su próximo libro: Las botas de Mussolini, que empezó a confeccionar hace dos años. Su método es: escribe por primera vez. Olvida el libro. Un año después revisa, corta y cambia palabras. Hasta que publica.
Este próximo libro que alista es propicio para los tiempos que vivimos.
Me parece que las amenazas del fascismo están siempre ahí. Me interesa mucho intentar investigar la violencia, el deseo, el miedo. Muchos de mis libros están siempre en la parte menos buena del humano.
En El reino usted escribe: “La naturaleza muestra uno de sus lujos: la maldad”.
La naturaleza ha matado muchas más personas que la guerra. La idea de que el humano es el propietario del mal es un poco precipitada. Claro, podemos discutir si es un mal intencional o no.
Pero cuando pensábamos que el humano ya había dejado atrás las guerras, en el último tiempo estamos enfrascados en, al menos, dos: Ucrania y Gaza.
Pienso que la tecnología ha elevado la potencia de maldad y bondad a muchos niveles. La tecnología está ampliando esta idea de no tener culpa. Por ejemplo, en los drones no hay ni siquiera un piloto. En la bomba de Hiroshima conocemos el nombre del hombre que piloteaba el avión que dejó caer la bomba. Y la madre se llamaba Enola Gay: el piloto le puso el nombre de ella al avión. Ahí hay un nombre que podría tener responsabilidad, pero hoy los drones no tienen mamá ni hijos, son metal puro y ese metal puro no tiene responsabilidad. Eso me parece que coloca las cosas en un lugar mucho más peligroso. Por ejemplo, en el extraordinario libro de Dostoievski, Crimen y castigo, la culpa es algo muy humano, es un sistema de regulación del humano. La culpa hace que un hombre se disculpe. Estamos creando una guerra con pocos culpables.
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¿Sería un riesgo que la literatura sea una válvula de escape?
No me parece que sea muy bueno. Pienso que la literatura no debe ser una distracción, no es un pasatiempo.
Bueno, el escritor español Enrique Vila-Matas ya dijo que leer a Tavares “no consiste solo en leer un texto, sino en levantar la cabeza”.
Soy muy afortunado porque grandes escritores como Vila-Matas, Saramago estuvieron atentos a mi literatura. Sí, un libro no es para leer con mucha prisa, la lectura es algo para parar, reflexionar, quedarse en una frase; la lectura es el principio de la escritura. No quiero hacer libros que sean consumidos como un dulce.
¿Tal vez por eso estudió matemática? Su ritmo, al menos en El reino y Cortometrajes, es concreto, exacto.
Claro. Tengo libros muy distintos. Cortometrajes tiene mucho que ver con la idea de un narrador que es una cámara de filmar, como si el narrador no pudiera entrar dentro de los cuerpos, por eso solo describe lo que ve; es un lenguaje que va creando imágenes. Pero hay otros libros que son muy poco racionales.
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¿Nacer en Luanda y crecer en Portugal genera una visión crítica, por ejemplo, de los conceptos de país, de frontera?
Pienso, como todos los humanistas, que la idea de frontera es muy anticuada. Pero ahora la idea de Europa es una idea sin fronteras, y eso es maravilloso. Intentamos ser propietarios de espacios y cuando lo ampliamos tenemos un país; tenemos la idea de que hay presidentes locos que son celosos de su propiedad, pero todos nosotros en general somos un poco así.
¿Por qué publicar en quechua?
Muchas veces la potencia de una lengua tiene que ver con su literatura o con las traducciones. Es una forma de hacer política literaria. O también para mí siempre fue muy claro que poner los libros para los lectores a precios accesibles es una cuestión política importante.
¿Por qué el fascismo sigue vivo?
Entre muchas otras teorías, la historia es una línea recta o circular. Yo pienso que, por un lado, estamos progresando, por ejemplo, tecnológicamente; pero también siempre estamos repitiendo humanamente. De acá a 100 años tendremos gran tecnología, pero tendremos los mismos hombres y mujeres que repetirán cosas como las guerras. Hay que tener un pesimismo controlado, que no destruya la mirada del horizonte. Ser pesimista es ser también un poco lúcido y atento al mundo.
AUTOFICHA:
-“Nací en Luanda, tengo 53 años. Ahí estuve hasta los 5 años. Fui al norte de Portugal y, a los 18 años, a Lisboa. Mi padre es ingeniero y fue a Luanda a construir un puente. Me gusta la idea de que ningún libro está solo, siempre tiene un hermano, un abuelo, un padre, un amigo”.
-“Dejé Matemática, jugué fútbol, estudié un poco de deportes y después estudié Ciencias de la Comunicación e hice una tesis sobre pintura. Y después hice un doctorado en filosofía y literatura, que se plasmó en un libro que se llama Atlas del cuerpo y de la imaginación”.
-“Estoy investigando, por ahora no doy clases. Pienso que estoy llegando a los 50 libros publicados. Pero son libros muy pequeños. Y como digo, son libros que están conectados como un único libro con distintos capítulos. Soy hincha del Benfica de Lisboa y admiro el trabajo de Cristiano Ronaldo”.
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