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Cecilia Bákula: “El bicentenario nos está llegando sin reflexionar”
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Su padre fue diplomático, por eso, Cecilia vivió muchos años fuera del Perú. Aquella distancia le produjo una sensación de falta de conocimiento de su propia historia, a pesar de que su mamá y su papá le hablaban mucho sobre el Perú e, incluso, procuraron que todos sus hijos terminaran la escuela en su país natal. Cuando ella volvió, en quinto de secundaria, se le hizo un poco difícil aprender de golpe economía política, educación cívica, historia del Perú. Ese reto junto a su avidez por conocer más sobre nuestras raíces determinó el camino que enrumbó para el resto de su vida.
Estudió Historia, trabajó en importantes instituciones y se mantuvo muy cerca de su padre, quien produjo mucho material académico en materia histórica. Hace más de un año, Cecilia emprendió un proyecto para compilar las voces más lúcidas e ilustradas que han abordado las distintas épocas de nuestra historia. En esa tarea incluyó desde la explicación del Inca Garcilaso de la Vega sobre el origen del nombre Perú hasta al escritor Julio Ramón Ribeyro y su relato sobre los dos jovenzuelos que empujaron a su abuelo para que sea devorado por un cerdo. Por eso, el libro de dos tomos Textos y testimonios para comprender el Perú en el bicentenario es una gran oportunidad para explorar nuestros orígenes y recordar las ideas sobre las cuales se fundó la República y cómo ha ido evolucionando en el tiempo.
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¿Qué detonó su decisión de estudiar Historia?
Lo que detonó mi decisión creo que fue la necesidad de último minuto de revalidar tercero de media, cuarto de media y aprobar con muy buenas notas quinto de media. Yo había vuelto al Perú en setiembre y debía terminar el colegio aquí el mismo año que llegué. Todo lo que estudié en esos momentos fue solo por la superficie. Recuerdo que mi amiga Mónica del Río me enseñó economía política y educación cívica en la cocina de su casa. Me quedé con ganas de saber más y más.
En la introducción de su libro habla de la idea de nación de nuestro país como un sueño. ¿En qué consiste esa idea?
Es una reflexión que nosotros quizás no queremos hacer. Yo creo que el Perú tiene que construirse como nación; es decir, como aquella realidad social de la que los seres humanos se sienten parte. Para eso hay que encontrar aquellos elementos que a pesar de las diferencias entre tú y yo, entre nuestras profesiones y gustos, se conviertan en anclas que nos unan. Podemos entender de distinta manera lo que debería ser la política, pero no vamos a discrepar jamás en que queremos el bien común.
¿Por qué necesitamos de esos elementos comunes?
Esos elementos son los que nos deben permitir superar todas las diferencias, pero para eso todos debemos renunciar a algo. Yo debo renunciar a alguno de mis intereses individuales y tú renuncias a algunos de los tuyos, de esa manera llegamos a construir eso que nos une, que es la nación.
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¿Por qué en el Perú eso es tan complicado?
Nuestra nación es muy joven, 200 años es nada. Pero en esta generación, estos 30 últimos años nos han hecho vivir en una inmediatez en la que solo manejamos la noticia de hoy y casi la de mañana, entonces, no tenemos tiempo para reflexionar sobre nuestros procesos. Creemos que estamos haciendo hoy nuestra historia definitiva. El bicentenario nos está llegando sin haber reflexionado de manera colectiva –no política ni coyuntural– sobre cuál era el sueño fundacional, en qué nos queremos convertir. Estamos construyendo recién nuestros inicios, la historia no termina con nosotros, somos solo un eslabón.
¿A qué se refiere cuando dice que nuestro país es, sobre todo, posible?
La posibilidad está en que todos, en el campo de batalla en donde nos encontremos, tenemos que aportar lo mejor. Es por eso que la corrupción es una maldición, porque no solo afecta un rubro, sino a la colectividad entera. ¿Por qué no tenemos carreteras? Porque se han robado el dinero. ¿Por qué hay tan mal estado de las escuelas? Porque se han robado el dinero. El Perú es posible como una sociedad maravillosamente lograda si es que la queremos construir así.
¿Cuál cree que es nuestro gran problema a la hora de materializar esa posibilidad?
Como nos sabemos ricos, creemos que esa riqueza es absoluta y no se va a acabar. Pero si nosotros destruimos todas las huacas, nos vamos a quedar sin referentes; si no le damos respeto al Centro de Lima, los balcones terminarán de caerse. La riqueza de las grandes mentes que han pensado el Perú, si no la reproducimos y lo reflexionamos, por supuesto que se van a desvanecer.
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¿Por qué decidió incluir literatos en su compilación?
Es que tú no puedes pensar que tu visión de Lima no está hecha ya por Ricardo Palma. No importa si es cierta o no, pero como tú no la viviste, esa es la imagen que te dejan. Es imposible no incluir a José Santos Chocano, a él le duele América; o al gran Vallejo. En el proceso de selección para la publicación también hubo descubrimientos. Releí, por ejemplo, un texto de Mario Polar que se llama “Dilemas insoslayables”, que está por ahí entre sus escritos, es una carta que él le dirige a un nieto que no ha nacido todavía y le explica su visión sobre el Perú. Es un poema.
¿Qué ha cambiado desde nuestros primeros años como República hasta ahora?
Nada. Las crisis son absolutamente las mismas. La historia, decía el francés Fernand Braudel, es un proceso de ciclos que se van enlazando unos con otros, como un espiral. Cuando un ciclo está decayendo hay otro que comienza. No hemos solucionado los grandes problemas de equidad, eso no ha cambiado; no hemos logrado ser confiados unos con otros, eso tampoco ha cambiado; no ha cambiado el sentido de la esperanza, gracias a Dios, seguimos construyendo la esperanza. Quizás lo que ha cambiado es el sentimiento de urgencia, eso es porque los mecanismo de modernidad nos han acelerado.
AUTOFICHA
- “Soy Cecilia Bákula, estudié Historia en la PUCP, ahí hice toda mi carrera académica, del bachillerato al doctorado. En mi primera etapa me dediqué fundamentalmente a la historia política, mi pasión durante muchos años fue Simón Bolívar, hice mi tesis sobre él”.
- “Me acerqué mucho a temas de Historia del arte, quizás porque estaban asociados con mi desempeño en el Museo del BCRP, donde trabajé 30 años y luego en el INC –que ahora es un ministerio–. Siempre quise ser defensora del patrimonio cultural”.
- “Agradezco infinitamente a Jimena Rondón, Diana Panta, Silvia Domínguez y Esperanza Navarro por sus valiosos aportes en la publicación del libro. Primero yo estaba tipeando sola la selección de los textos, pero luego tuve que pedir ayuda porque ya me iba a dar artritis de tanto teclear”.
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