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Historiadora Cecilia Bákula: “Si ella (Dina) cree en su sacrificio, no sentirá que se está inmolando”
La historiadora Cecilia Bákula defiende su condición de madre, mujer y académica. Y con su legendaria erudición e incorrección política, explica su admiración por los personajes que rompen esquemas y se enfrentan a todo por su pasión. Incluso si esto las lleva al sacrificio, acaso el rasgo que más ha caracterizado a las mujeres en el Perú de antes (y el de ahora).
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Últimamente el rol de la mujer es cada vez más valorado, tanto en la historia como en la actualidad.
Es un tema de educación. Yo fui educada en una familia en donde el rol lo ponías tú al cumplir tus obligaciones. Nunca me dijeron que el deber era tal o cual por ser mujer. El deber te lo marcaba la vida: estudiar, hacer cosas de la casa, y así. Últimamente a las mujeres no les gusta reconocerse como tales. Para mí una etapa importantísima fue asumir la maravilla de la maternidad. Fue un momento para bajar las revoluciones en la vida laboral y en cantidad de horas dedicadas al trabajo. Voy a decir algo políticamente incorrecto pero la mujer tiene que recuperar el valor y el orgullo por ser madre. Y el hombre empieza a entender que debe reemplazar ese tiempo que la mujer necesita para asumir esas obligaciones que le son únicas, exclusivas, extraordinarias y hermosas. La historia nos demuestra que ninguna persona, ni hombre ni mujer, puede hacer las cosas solo. Nosotros necesitamos un complemento. Y es así como la sociedad ha ido caminando.
Hemos empezado a reconocer a figuras como Inés Muñoz, Isabel Barreto, Santa Rosa de Lima o la virreina olvidada, Teresa Castro.
La lista es larga. Tenemos mujeres como Juana Alarco de Dammert o a Teresa González de Fanning, quienes apuestan por una educación igualitaria. Yo podría poner en mi boca palabra de ellas. Podemos invertir en toda la infraestructura que queramos. Pero sin educación, este país no tiene remedio. Tenemos el caso de María Elena Moyano y me da pena cuando se le manosea. Se le pone como propiedad de una agenda política. Pero ella cumple su rol cuando le toca sacar adelante y defender a las mujeres de su núcleo. Todas las mujeres tenemos algo que defender. Yo por ejemplo creo profundamente en la vida y en el respeto a la libertad de la mujer. Lo que me enerva y me molesta es el tema de la paridad. Hablo por mí, pero yo creo que las mujeres no queremos ser consideradas un número. Eso denigra. Quiero participar y tener una voz porque tengo algo que decir. Tengo capacidad, criterio, formación y una especialidad. Porque soy una ciudadana con derechos, no porque soy un número. Entonces cuando me hablan de cuotas en partidos políticos, me niego. Así no. Porque por cuotas mira las cosas que hay en el Congreso.
¿Por qué las ‘mochasueldos’ son en su mayoría mujeres? ¿Hasta para robar las mujeres son subalternas al hombre, solo birlando sueldos bajos?
No me des ideas porque para maléfica podría tener un doctorado. Me abstengo de comentar. A mí me ha costado trabajo llegar a destacar. A todas mis compañeras no nos han abierto la puerta fácil, hemos competido y luchado en buena lid.
Pienso en ‘El matrimonio de la ñusta’, ese cuadro que a usted le gusta. Un intercambio de poderes entre dos reinos, dos mundos, un hombre y una mujer, pero en igualdad de nivel. Usted defiende una igualdad de oportunidades pero desde la diferencia.
Desde la diferencia y el respeto.
A eso se le suma que, a nivel de la realeza, la propia maternidad era también una forma de poder.
Claro que era una forma de poder porque el lazo inicial entre madre e hijo es algo que no se da entre el hijo y el padre. Hay personajes extraordinarios. Soy una admiradora de Flora Tristán, quien viene persiguiendo el sueño de la herencia y del reconocimiento social al que ella cree tener derecho. No le va tan bien porque nuestro país es un poquito ingrato. Pero no se trata de darse por vencida sino de luchar siempre. No por tus derechos, pero sí por las metas justas que puedes defender con tu esfuerzo.
Alonso Cueto dice que las mujeres más importantes del Virreinato fueron Santa Rosa de Lima y La Perricholi. Los dos extremos transformados en estereotipos.
¿Por qué no? Rompen todos los esquemas. Santa Rosa se enfrenta a todo por un valor, una vocación y un deseo. Y La Perricholi también se enfrenta a todo por seguir a un amor o a un deseo de poder. La historia de Santa Rosa es apasionante pero nos han vendido la idea de que era una loca que se hacía una cola de caballo, se prendía y se sujetaba de un clavo. Pero yo pregunto: ¿Cuántas madres en el Perú se pasan la noche en vela porque su niño necesita tomar agua con gotero cada dos minutos? ¿Cuántas serían capaces de estar sentadas sobre un cojín con un chinche para no dormirse? Todo depende desde qué perspectiva lo mirás. El sacrificio es una forma de amor. Dejo de tener para que tú tengas más. Se nos deforma un poquito la historia y es por eso que muchas veces nos dicen que la historia puede ser verdad, pero hay una verdad verdadera: el contexto.
En la política la mujer solía percibirse como más honesta, quizás porque no abundaba en el aparato estatal.
Dicen que la mujer daba el tiro de gracia en los enfrentamientos extremos terroristas.
Se habla de esas mujeres de sangre fría que rodeaban a Abimael Guzmán, a la manera del Ejército Rojo.
Pero llegará el momento en la política en que entren mujeres que pongan de moda la excelencia en el trabajo, la transparencia absoluta y la honestidad a toda prueba. ¿Por qué no?
Volveré a apelar a su incorrección política. ¿Qué es la maternidad?
La maternidad es un don, no es un derecho. Es un regalo. Y como don, lo aceptas. Y con eso asumes una responsabilidad con ese regalo y con la sociedad. Respondes y responderás siempre por lo que haces con ese don.
¿Por qué no es un derecho?
El que tú tengas la posibilidad de ser madre no lo convierte en un derecho que tienes que ejercer. Los ejemplos que yo pueda usar siempre van a ser muy pobres en relación a la grandeza que significa la maternidad. Yo lo he entendido siempre como un don. Un regalo de tu condición de mujer. Ejercerlo es una posibilidad, un don. No es un derecho porque no todo el mundo tiene esa posibilidad. Algunas personas tienen esa posibilidad. Pero ese don se convierte en un privilegio que te obliga a asumir eso con responsabilidad.
Es un privilegio pero no en el sentido en el que se usa hoy esa palabra.
El privilegio te obliga. No es que lo vayas ejerciendo dejando niños por ahí. Porque muchas veces uno habrá pensado “¿pero para qué traen hijos al mundo?” Bueno, entonces, hay que hacer lo correcto y lo responsable. El privilegio obliga a una consecuencia, a una conducta consecuente.
El gobierno de Castilla repetía la mentira de que en 200 años solo nos habían gobernado los blancos.
Es como si a un niño que está gateando le dijeras que nunca va a caminar. Déjalo que se caiga y se golpee varias veces.
¿Hay una mirada paternalista?
No, yo soy más mala. Hay una mirada interesada en que el Perú no se levante, en que el Perú esté dividido y fragmentado, en que sea visto como un fracaso y no una posibilidad. No sé quiénes son, pero tenemos que estar unidos. Porque unidos somos fuertes. Y nos vamos a entender con el norte, el centro y el sur. Porque nos necesitamos.
Usted recordaba que las festividades aimaras coincidían con fiestas religiosas españolas. No hay pueblos puros.
No hay pueblos puros. Y no hay por qué tener vergüenza de eso. Hay que sentirse peruanos con nuestra realidad.
¿Alguna vez hemos estado ‘Firme y feliz por la unión’, como reza el lema?
Pero ¿por qué no? No se trata de estar. ¿Qué es la felicidad? Son instantes. Aprendamos a elegir bien. Y a asumir las responsabilidades que nos tocan.
¿Antes los extremos políticos podían conversar mejor? Se podía ver a un Barrantes llegando a acuerdos con un Bedoya.
Mi papá (Juan Miguel Bákula) decía algo bien interesante. En las relaciones opuestas uno se sentaba en cada extremo de la mesa. Y como no podían matarse, tenían que acercarse. Y cuando no se podía acercarse más, se empezaba a ceder. Somos diferentes, por eso siempre debemos aprender a conversar. Mira cómo fue posible que Víctor Raúl se sentara a conversar con Odría.
Pero la izquierda ha satanizado ese almuerzo. Describe como una traición lo que fue un aprendizaje.
Ésa es la voluntad de que el Perú no se entienda. ¿Cómo va a ser traidor? Sentarse a conversar por un futuro mejor nunca será una traición. Porque además uno no tiene por qué olvidar, pero tiene que construir a partir de eso. No puedes hacer tu vida solo a partir de tu propio rencor.
El viraje de Alan también fue satanizado por la izquierda como una traición.
Yo creo que él vivió para reivindicarse luego de su primer gobierno. Y vaya que lo hizo.
El entendimiento político siempre se nos ha vendido como una debacle. Desde el pacto entre huancas y españoles o el matrimonio entre descendientes de ambos imperios.
Estoy convencida de que hay intereses que se orientan a que el entendimiento no sea posible. A río revuelto, ganancia de pescadores. ¿Por qué no podemos entender que los españoles reconocieron que acá había un reino y que se medían de igual a igual? ¿Y que no era el Virreinato del Perú sino el Reino de América, desde Panamá hasta la Patagonia?
Tenemos una mujer en la presidencia. Una madre, por primera vez en la historia. Pero no se habla de eso.
Tuve mis reparos por su origen y su vinculación. Pero ahora tenemos, histórica y políticamente, la necesidad de resistirla, de darle soporte. No estamos en el momento adecuado para un cambio. Esta mujer se está comprando un paquete muy complicado. Y tenemos que ayudarla a que supere este Rubicón terrible. Y mal que bien lo está haciendo.
Convocó a las primeras ministras para jugar la carta de género pero no fueron.
Es que la situación es muy difícil. Nadie quiere quemarse. Yo no la conozco. Pero creo que como circunstancia política me parece que se ha enfrentado innecesariamente a las Fuerzas Armadas. Y también se le tilda con adjetivos un poco fuertes. Pero está haciendo lo que puede. Porque es muy complicado.
Y tienes a todos estos hombres de izquierda atacándola en el vecindario. La desconocen, le sueltan venezolanos por el sur, le retienen a un feminicida por el norte. Y ella no puede viajar a dar declaraciones, está como encerrada en la cocina.
No tiene partido, no tiene bancada, no tiene nada. Y así y todo, resiste. Y resiste porque en este momento el Perú no puede aguantar un terremoto más. Pero en el continente nos admiran. Dicen que nos hemos zafado de Castillo, que hemos apresado al otro, que tenemos estabilidad monetaria. Entonces, no es un cheque en blanco, pero tenemos que darle un respaldo mínimo para cerrar esta brecha. La situación es muy complicada. En cualquier momento se puede prender la mecha.
Hasta hace unos meses eran las tres mujeres: la presidenta, la Fiscal de la Nación y la Defensora del Pueblo.
Yo no sé por qué, y esto es un comentario personal, pero no entiendo por qué Delia Muñoz no está en la terna del Defensor del Pueblo. Es la más hábil, la de mejor CV, la que tiene experiencia en solución de conflictos. Pero claro, no la quieren porque es demasiado lote. Hubiera sido una excelente Defensora.
La presidenta parece no aprovechar su imagen de mujer quechua hablante, madre de dos hijos y separada.
Me gusta el trabajo que intenta hacer, a pesar de todo. Porque este paquete es una bomba de tiempo. La situación era terrible y aún así no hubo una carestía atroz y mantenemos una economía estable. Son muchos frentes a la vez. Y ella ha roto con todos, está sola.
Pudo ser de otra manera. Ella se está inmolando por el Perú. Sea por miedo o ambición.
Por el Perú. Podría ser. Y va a salir con una carga judicial porque la van a hacer puré. Será terrible.
¿Pero el sacrificio no es, como decíamos hace unos minutos, históricamente el rol femenino y maternal en el Perú?
Sí, claro. Y además con gusto. Si ella cree en eso. Si ella cree en su sacrificio, no sentirá que se está inmolando. Sentirá que está cumpliendo con su deber. Y bien por eso.
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