Por Kiko Lunardon
Cuando tengo la oportunidad de hablar con alguien un poco más a profundidad sobre IA, noto que la mayoría de las personas se asustan y se ponen a la defensiva. Y es normal. La IA no es un invento más; tiene el potencial de cambiar cómo vivimos de una forma más grande que el Internet o los smartphones. Por primera vez, los humanos estamos conviviendo con otro ‘ser’ capaz de razonar, uno que está creciendo exponencialmente.
MIRA: Inteligencia artificial en los Parlamentos
Un genio humano no garantiza una evolución hacia mentes superiores. Einstein no dejó un Einstein 2.0. Sin embargo, Chat GPT-4 tiene todo lo de GPT-3.5 y más. Es como si cada hijo naciera sabiendo todo lo que sabía el padre.
A diferencia de un algoritmo avanzado que solo recolecta información, la inteligencia de estos Transformers (GPT = Generative Predictive Transformer) es capaz de llegar a conclusiones y creaciones propias, tal como lo hacemos los humanos tras estudiar y absorber referencias. Pensar que la IA hace un simple copy/paste de datos plagiados es no entender cómo funciona realmente.
Es verdad que, hoy por hoy, la IA no sería capaz de crear una sinfonía como las de Beethoven, una novela como las de García Márquez o un poema como los de Vallejo. Pero, honestamente, ¿cuántos humanos seríamos capaces de hacerlo? A pesar de la provocación, no creo que sea momento de confrontar humanos vs. IA. El punto es entender que estamos frente a un evento totalmente nuevo —que todavía está en pañales— y estar al tanto de lo que puede suceder de aquí en adelante.
Y lo que suceda de aquí en adelante no solo es impredecible, sino que puede transformar radicalmente nuestro mundo. La IA tiene el potencial de impulsar avances científicos y tecnológicos de gran impacto en nuestras vidas, incluso a corto plazo. Avances que, sin la IA, tardarían décadas o quizás nunca sucederían, porque la capacidad humana para procesar y conectar información masiva es limitada, tanto por nuestra naturaleza como por las herramientas que hemos usado hasta ahora.
Pensemos: ¿cuántos humanos en el mundo están estudiando en este momento física nuclear o una enfermedad rara? ¿Cuánta información realmente se intercambia entre ellos? ¿Y cuántas conexiones entre esos datos se pierden por barreras de lenguaje, programación o incompatibilidades entre sistemas, o por egos académicos? Todas esas limitaciones son fáciles de superar para una IA, porque lo que mejor hace es cruzar miles de millones de datos y encontrar correlaciones que los humanos ni siquiera imaginamos.
A corto plazo, la IA va a cambiar nuestros trabajos. Muchos perderán su sentido de existir, porque las IA podrán hacerlos de manera mucho más eficiente. Esto no es nuevo: profesiones como los faroleros, los operadores de telégrafo o las tiendas de alquiler de películas desaparecieron en su momento. Sin embargo, en su lugar surgieron otros trabajos que antes ni siquiera imaginábamos.
Sin ir demasiado lejos, pensemos en 2005: ¿alguien habría imaginado que la ‘profesión’ de youtuber sería real? La historia nos muestra que “nada se crea, nada se pierde, todo se transforma”.
Una frase común entre quienes estamos más metidos con IA es que, por ahora, no vamos a perder el trabajo frente a una IA. Pero fácilmente podemos perderlo ante alguien que la domine con habilidad. Esa persona, en poco tiempo, podría hacerse cargo del trabajo de 10 o 15 empleados dentro de una empresa, logrando niveles de productividad y eficiencia impresionantes.
Pero esas mismas 10 o 15 personas también podrían usar la IA para crear sus propios negocios y gestionarlos como si tuvieran 10 o 15 empleados trabajando para ellos en la nube.
Por eso, no nos asustemos. Todos somos pioneros en esta área. La IA no es una herramienta técnica que requiere estudios avanzados; es una inteligencia a nuestra disposición, lista para ayudarnos a resolver problemas de manera eficiente y objetiva. Puede integrarse en nuestra vida cotidiana, desde crear juegos para nuestros hijos hasta gestionar las operaciones de un negocio digital.
No necesitas un curso técnico para aprovechar la IA. Lo que necesitamos es hacer las preguntas adecuadas, primero a nosotros mismos, después a la IA. Salir de nuestra zona de confort y pensar en cuáles son las preguntas que realmente nos importan.
Para eso hay que “curiosear”; jugar sin miedo a lo que viene, sin la presión de que, si no “aprendes”, te quedarás atrás. Jugar con ilusión con la IA. Explorar cómo interactuar con ella de manera más creativa, entendiendo la creatividad como “el proceso de identificar problemas, formular hipótesis, evaluar ideas y encontrar soluciones novedosas y útiles para problemas específicos”. Y la IA puede llevar nuestra creatividad a otro nivel si sabemos guiarla con preguntas claras y concretas.
Este es el propósito de esta serie de columnas que empiezo a publicar hoy: reflexionar sobre cómo incorporar la IA en nuestras vidas y profesiones, adaptarnos a los cambios que trae; estar atentos a los movimientos de los principales líderes en IA, lo que están construyendo y hacia dónde están mirando; para mantenernos actualizados juntos.
Aprovecha la NUEVA EXPERIENCIA, recibe por correo y por Whatsapp nuestro periódico digital enriquecido. Perú21 ePaper.
¡Ahora disponible en Yape! Búscanos en YAPE Promos.
VIDEO RECOMENDADO: