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Kodak: De las fotos a los fármacos
La empresa que puso en papel todos nuestros recuerdos se reinventa y ahora producirá medicamentos para tratar el coronavirus en Estados Unidos.
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Para nadie fue una sorpresa que en 2012 Kodak se acogiese al capítulo 11 de la ley de quiebras en Estados Unidos. La decisión fue lo más parecido a la crónica de una muerte anunciada. Consolidada nuestra era digital, lo sorprendente había sido, más bien, que la empresa no se haya declarado mucho antes en quiebra. Dormida en sus laureles, Kodak nunca supo dar el siguiente paso y su anclaje a lo analógico le terminó pasando factura en una era de fotografías digitales y el gusto por lo instantáneo. Su modelo de negocio, sin duda alguna, había fracasado.
Durante los siguientes ocho años, Kodak estuvo deambulando. Nunca llegó a desaparecer ya que centró sus fuerzas en las impresiones fotográficas, pero las épocas doradas se recordaban con absoluta nostalgia. Su nombre estuvo asociado más al lento camino de la obsolescencia y sus errores constantemente nombrados en cursos de negocios. Aunque todo cambió esta semana, cuando volvió a ser noticia. De un momento a otro sus acciones en la bolsa se dispararon frente a un anuncio: Donald Trump resucita a la vieja Kodak.
UN SIGLO DE HISTORIA
George Eastman, una suerte de Steve Jobs de su época, fundó la compañía en 1892 empecinado en popularizar el uso de la fotografía, limitada hasta ese entonces por lo caro y tedioso que significaba realizar ese proceso. Hubo una frase que resumía bien lo que pretendía la empresa con sede en Rochester, EE.UU. “Tú presionas el botón, nosotros hacemos el resto”. Y Kodak lo logró. Si bien vendían cámaras a muy bajo costo, obteniendo márgenes de ganancia mínimos, su principal negocio desde un inicio se centró en la venta del rollo y la impresión de las fotografías.
Esto le sirvió para acaparar gran parte del mercado fotográfico mundial por todo el siglo XX. La marca se convirtió en un ícono para distintas generaciones y su logo, amarillo y rojo, logró ser reconocido en todo el planeta. Y es que su influencia traspasó varios límites llegando a estar relacionado a eventos históricos, como las imágenes tomadas en la Luna por el Apolo XI o las películas con las que se grababa en Hollywood. No solo eso. A comienzos de siglo, el Teatro Kodak era reconocido como la casa de los Premios Oscar ya que allí se llevaba a cabo la ceremonia de entrega de premios.
Y todo ese éxito se traducía en números. En los setenta, el 90% de las películas vendidas en Estados Unidos eran de Kodak y un porcentaje similar les correspondía a las cámaras de fotos. A inicios de los noventa, tenía 140 mil empleados repartidos en todo el mundo y cada acción podía llegar a valer hasta 70 dólares. En 2001, la venta de carretes y películas fotográficas alcanzaría su punto más alto, ganando una dura batalla a la que se había sumado la japonesa Fujifilm. Sin embargo, lejos de ser una buena noticia, aquello sería el inicio del fin. Prontamente el mercado comenzaría a reducirse debido al aumento de la venta de las cámaras digitales y la llegada de los celulares con cámara. El mundo había decidido que ya no era tan indispensable imprimir las fotografías.
Y la caída duró una década, en la cual la empresa intentó, sin éxito, replantear su estrategia aunque sin realizar cambios profundos. Recortes de empleo y eliminación de puntos de venta fueron decisiones recurrentes durante esos diez años. En 2012, el año de su bancarrota, una acción suya costaba apenas 50 centavos.
¿Cómo una empresa no pudo prever su fracaso? La respuesta ha sido altamente estudiada y las conclusiones siempre se dirigen a la falta de coraje y capacidad de innovación que invadió a Kodak. Y cuesta creerlo, pero basta con recordar que en 1975 la empresa ya había creado la primera cámara digital, pero su miedo a canibalizar su mercado provocó que el proyecto sea dejado de lado. LG, Sony, Samsung y Panasonic recogerían la idea y en pocos años acabarían con su monopolio. La llegada de la era digital era algo impostergable, y Kodak pareció nunca entenderlo.
NUEVO RESPIRO
Sin embargo, a casi una década de su debacle, el camino de Kodak tomó un nuevo rumbo. Este martes el presidente Trump anunció que el Gobierno otorgará un préstamo de 765 millones de dólares a la compañía para que empiece a producir medicamentos a ser usados en el tratamiento contra el coronavirus. El acuerdo fue posible gracias a la Ley de Producción de Defensa, una normativa que data de los años de la Guerra Fría y que Trump activó a finales de marzo para tener “poderes de guerra” y así acelerar la producción nacional de suministros médicos para combatir la pandemia del COVID-19. Kodak postuló a este beneficio y fue aceptada.
Apenas se conoció la noticia, las acciones de Kodak se multiplicaron. Si la semana pasada valían apenas 2.62 dólares, tras lo dicho por Trump alcanzaron poco más de 42 dólares. Una subida de más del 1,800% que ha terminado por estabilizarse en los 35.70 dólares. Y no es que la compañía haya cambiado de rubro completamente; en los últimos años su actividad se centraba en la producción de software para la industria y la elaboración de productos químicos. Ahora hará lo propio con medicamentos genéricos, componentes críticos esenciales pero que se encuentran escasos en EE.UU. De esta forma, la compañía ha obtenido un nuevo respiro y confía esta vez en no volver a equivocarse.
DATOS
-Con la inyección de fondos públicos, Kodak planea expandir sus instalaciones de Rochester (Nueva York) y St. Paul (Minnesota).
-La división que se encargará de la producción de medicamentos ha sido bautizada como Kodak Pharmaceuticals.
-La compañía producirá componentes farmacéuticos considerados esenciales, como la hidroclorixina.
-El préstamo del Gobierno de EE.UU. a Kodak es el primero de su tipo bajo la Ley de Producción de Defensa en esta pandemia.
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