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Laurita Pacheco: “Los que vivimos del arte debemos tener un negocio aparte”

“Pienso que he recibido más de lo que merezco”, dice la artista que, junto a su familia, encontraron en la música un refugio para salir de la pobreza. Entrevistamos a Laurita Pacheco.

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Fecha Actualización
Julia cuenta que se murió a las 8 de la mañana. Asegura que vio portales, que fue un viaje veloz. Cuando despertó ya la estaban velando. Su madre lloraba a los pies, estaba rodeada de velas. Pero lo más insólito es que despertó libre de una enfermedad que la había perseguido durante tres años y que la llevaba inexorablemente hacia la muerte.
Julia dejó Yura, migró de la chacra a la ciudad. Trabajó en una casa, pero recibió trato de esclava. La encerraban en el baño, le daban comida debajo de la puerta. Hasta que salió de aquel lugar. Logró entrar al colegio: trabajaba por la tarde, estudiaba en la mañana. Terminó la secundaria sola, sin padre ni madre. Llegó a ser cocinera y se convirtió en madre. Y una de sus hijas es Laurita Pacheco, la artista arequipeña que logró un récord Guinness por tocar el arpa durante 24 horas.
Laurita dice que algún día escribirá sobre la vida de Julia, que hoy tiene 62 años, una historia que podría confundirse con la ficción. Por lo pronto, nos acercamos a la historia de la reina del arpa, que también supera a la realidad.
-En un año te ha pasado de todo: un negocio frustrado, endeudada con el banco, se incendió tu casa y sin poder presentarte en vivo por la pandemia. ¿No has pensado en dejar la música o en algún cambio radical?
La música es parte de nosotros. Lo que aprendes no lo vas a olvidar. Lo que sí me deja de lección es que siempre todos los que vivimos del arte debemos tener un negocio aparte. De hecho, sigo con el proyecto de restaurante de comida arequipeña. Ya estamos pensando en abrir, es un espacio grande, con ventanas amplias e incluiremos delivery.
-¿Cómo fue tu encuentro con el arpa?
Mi relación con la música no es muy amorosa, como en otros casos, que dicen que les nació ser músicos, que en tal sitio les enseñaron. No. Mi caso fue que fuimos una familia muy, muy pobre. No sé si una de las más pobres. Al grado que teníamos una comida al día. Pero tenemos una madre muy luchadora, ella enfrentó esta pobreza con mucha valentía. En mi cabecita, desde niña, lo único que pensaba era ayudar a mi mamá. Ella vendía legumbres en un triciclo. La veíamos salir temprano y llegar muy noche. Hasta que un día se le prendió el foquito. Vio que las empresas de música estaban llegando a Arequipa. Se veía conciertos llenos. Nunca habíamos visto eso antes, porque el folclore era muy discriminado. Vio que la empresa Prodisar juntaba a Sonia Morales, Dina Páucar; a todos los grandes del folclore. Mi mamá dijo: “si está empresa hace plata, por qué nosotros no podemos hacerlo”. Justo la operaron y ya no podía seguir empujando su triciclo. De la noche a la mañana, sin plata le habló a un señor y le alquiló un canchón, y ahí formó una de las primeras peñas folclóricas en Arequipa. Así empezamos.
-Pero tú aún no tocabas ningún instrumento.
No tocaba nada. Pero la debilidad de la peña era que los músicos eran bohemios, no llegaban a la hora o simplemente no llegaban. Entonces, nos íbamos de cabeza. Ella dijo: faltan músicos y nos puso a tocar, éramos niñas. Íbamos a techar nuestra casita, pero en vez de techarla, con toda la plata compró instrumentos.
-Una visionaria tu madre.
Exacto. Otra persona se va a lo seguro: techar su casa. Ella no (risas). Compró arpa, batería, timbales, bajo. Todo. Pero no teníamos maestros ni nada; entonces, poco a poco fuimos aprendiendo. En mi caso, fue más al oído. Mi mamá me enseñaba tarareando, pese a que ella no toca el arpa. Así llegamos a componer como más de 100 canciones. Así aprendí, mirando, escuchando de los casetes, de la radio. Hasta que un día un músico faltó y mi mamá me dijo que toque.
-¿Qué edad tenías?
Once, 12. Yo temblaba, a las justas me sabía una, dos canciones. Igual toqué. Echando a perder se aprende. Venían las cantantes y yo les hacía el marco musical. Así pasaron unos tres años. El punto de quiebre vino cuando volvió Prodisar. En esa fecha cerramos temprano, a las 4 de la mañana, para ir a ver el evento de Prodisar. Mi mamá buscó al organizador y le dijo que su hija tocaba arpa y cantaba. No le creían. A las 5 de la mañana, me hicieron subir al escenario y me hicieron tocar y cantar. Después de ese día, Prodisar nos empezó a llamar para grabar un primer disco en Lima.

-¿Has heredado la fortaleza de tu madre?
No lo sé (ríe). Espero que sí. La protagonista de toda esta historia siempre será ella.
-Pero tú también has tenido una vida de ficción.
En 2012 me robaron todos mis instrumentos, trajes, cámaras filmadoras. La parte sentimental también me ha golpeado fuerte. Tengo dos pequeños, uno de 5 y otro de 3 años. Mi carrera se fue en declive cuando decido hacer mi familia. Le di prioridad. Desde ahí no he grabado disco. Y fue una caída dando tumbos. Ahora soy mamá soltera y es complicado. Y encima, mi casa se quemó (ríe).
-Sin embargo, has logrado un récord Guinness, tu música ha cruzado los límites del circuito del folclore, te has presentado para públicos diversos, como no muchos en tu género musical tal vez.
Para ser una chica que se metió en la música por necesidad, ni siquiera porque me fluía el talento. Te juro que me siento demasiado afortunada. He tocado hasta en la APEC y hace poco en el aniversario de Lima. El otro día me fui a las zonas pitucas (ríe), porque yo vivo en San Juan de Lurigancho, caminaba tranquila buscando una dirección y una señora de la zona me dijo: “¡tú eres Laurita Pacheco!” (risas). Me quedé sorprendida. Creo que tuvo que ver el hecho de que no muchas mujeres tocaban el arpa en el Perú.
-¿Cuál es tu talento?
No lo sé. Hasta hoy no sé si tenga talento para la música. Pienso que todo mi caminar está guiado por diosito. A veces pienso que he recibido más de lo que merezco.
-Tal vez la perseverancia es la clave.
También. Un poquito de ingenio y siempre hay que estar creando.
AUTOFICHA:
- “Soy Ruth Laura Pacheco Quisca. Tengo 35 años y vengo de Arequipa. Tengo dos hijos, de tres y cinco años. Terminé el colegio con honores, pero no pude continuar con una carrera profesional, algo que no lo descarto ahora. Me hubiera gustado estudiar Derecho”.
- “Debo tener unas diez producciones musicales. Y ahora estoy trabajando bastante para publicar una nueva producción para este año. Será con temas propios, porque ya tengo muchísimo de donde sacar (risas). Sacaré ese nuevo disco que se llamará De Amor no se muere”.
- “Soy una sobreviviente del amor, de un terremoto (risas). Pero sobreviviente con heridas. Aunque gracias a Dios no me queda rencor, odio, ni nada. Pero las heridas estarán ahí dándote inspiración. Serán huaynos y también un poco de cumbia con arpa, que en el Perú no se ha difundido mucho”.
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