Lo que quisiera Mario Villayzán con su música es ver volar al Astronauta, al conocido geoglifo nazca que ocupa cerca de 32 metros de longitud en el desierto. Para ello, ha compuesto Nazca, disco de paisajismo sideral inspirado en las líneas precolombinas que defendió María Reiche.
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De hecho, ha colocado en la portada a la investigadora alemana, a la que dedica el álbum, y a esa figura considerada enigmática por su cabeza ancha que se asemeja a un casco, y que pareciera lista para orbitar, la cual representa, según María Rostorowski, a un dios antiguo de la cultura precolombina que se asentó en los valles de los ríos Grande, Nazca, Pisco entre los años 200 a. C. y 600 d. C.
El disco, exploración de tintes futuristas del legado de esta cultura, dedica pistas a dos de sus más representativos geoglifos. El track “El astronauta” es una excursión de armonías dulces y cálidas acompañadas de modulaciones que dan la sensación de movimiento (o ascenso) sobre una base rítmica repetitiva.
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“Colibrí” es la más propiamente sintética de las composiciones. Casi una obertura electrónica. Soundtrack volátil del desierto, de una obra admirable que se puede apreciar solo desde la altura. “Los nazca miraron desde lo alto y hacia lo alto”, dice el músico.
El álbum samplea la voz de Reiche en sus seis temas. A fines de los 80, ya radicado en España, Mario pidió a un amigo en Perú que le llevara grabaciones de entrevistas a la matemática, las cuales fueron encontradas en casetes que se vendían en la avenida Colmena, en el Centro de Lima.
Tal colección de cintas fue revisitada con motivo de los 120 años de la nacida en Dresde en 1903. Entonces, Villayzán comenzó a manipular arpegiadores y sintetizadores, y luego a introducir retazos de la voz de la extranjera que se enamoró del Perú a los 12 años, cuando vio, en un mapamundi, la extensión del lago Titicaca.
“Curiosidad es mi naturaleza, mi motivo principal en la vida”, dice la voz de Reiche al comienzo de “Nazca song”. Después de ello, un homenaje íntimo a la entrañable arqueóloga en clave sonora, también de sonoridad aérea.
“Mi niñez nunca fue buena. Y en ella yo quería ser como mis héroes: John Lennon, Monet, Brian Eno”, dice Mario. Es así que su disco tiene desarrollo temático, como el “Sargento Pimienta” de los Beatles. La impronta de Eno, padre del ambient, se vislumbra en la música: álbum atmosférico y sutil por momentos, y en otros con líneas melódicas definidas, sobre las que se monta la experimentación con máquinas eléctricas.
Termina con “María dice”. Cierre delicado y nostálgico en el que ella refiere que cree en las almas, en alguna continuidad después de la muerte, pese a que no se adscribía a una religión. Rindiendo tributo a la palabra de Reiche, Silvania ha buscado reinterpretar, con relieves espaciales, el trazo imperecedero de los nazca.
Datos:
-Fundada por Jorge ‘Cocó’ Revilla y Mario Villayzán, Silvania debutó en 1991 con el álbum Mil nube hiel.
-Su carrera se desarrolló en Europa, donde adquirió el estatus de banda de culto. Revilla falleció en 2008. Villayzán radica ahora en Perú, desde donde sigue componiendo, y es también productor.
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