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Mario en nuestras vidas
La película ‘Super Mario Bros’ se ha estrenado en cines y ha desbloqueado un sinfín de recuerdos.
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A diferencia de muchos amigos míos que hubiesen dado su vida por tener una consola de videojuegos en los años noventa, en casa nunca pedimos directamente tener una a papá o mamá. Por eso, tanto a mi hermano como a mí nos resultó muy extraño que en aquella Navidad de 1995 una caja rectangular con letras psicodélicas apareciese debajo del árbol navideño. Recién despiertos –porque en casa guardaban la tradición de enviarnos a dormir sobre las ocho de la noche para despertarnos pasada la medianoche– abrimos la misteriosa caja con la violenta energía que pueden tener dos niños de cinco y ocho años alimentados con litros de chocolate en Navidad. Lo que nos encontramos dentro fue otra caja ploma perfectamente acomodada sobre moldes de tecnopor, dos mandos y un par de cables.
La decepción, imaginarán, fue grande. No eran ni muñecos, ni alguna otra cosa con luces que ameriten un grito de emoción. Era más bien una NES, la abreviatura de Nintendo Entertainment System o simplemente, una Nintendo.
–Hay que conectarlo al televisor –dijo mi papá.
Creo que para ese entonces mi hermano ya había oído hablar de Nintendo. Posiblemente en el barrio o en el colegio. Por ello ayudó a mi papá en su intento por conectar la caja al televisor. En cambio, para mí era una palabra nueva, que no guardaba ningún sentido. Me daba lo mismo estar sentado esperando, durmiendo o husmeando en la cocina. Disfrutaba, eso sí, sus intentos equívocos por hacer funcionar la Nintendo. Por más que solo se trataba de conectar un par de cables, la tecnología de ese entonces requería una destreza precisa. Uno no debía olvidar el adaptador de corriente, el adaptador de video en la opción correcta ni colocar el canal 3 de la televisión. Tan pronto mi papá y hermano descubrieron la fórmula, en la pantalla del televisor salió un hombre de gorra roja y overol azul.
Super Mario Bros. Letras incandescentes. El opening muestra a un hombrecito bigotón avanzando un poco hasta que salta sobre una tortuga, luego el juego pide apretar el botón START. Momento de escoger uno o dos jugadores. Escogimos solo a Mario.
Un mundo se abría en la Navidad de 1995.
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Cuando el joven diseñador japonés Shigeru Miyamoto fue contratado por Nintendo en 1977 jamás imaginaría que crearía a una de los personajes más icónicos de la cultura popular. La empresa se encontraba en un momento decisivo ya que había entrado hacía unos años al negocio de los juegos y juguetes, en su constante evolución desde que fue fundada en el siglo XIX como una fábrica de naipes. Al joven Miyamoto, por aquel entonces de 25 años, se le encargó un proyecto especial: crear un juego con los personajes del dibujo animado Popeye. Sin embargo, Nintendo no logró hacerse con los derechos y Miyamoto tuvo que idear sus propios personajes. Inspirado en el triángulo amoroso de Popeye, Blutus y Olivia, creó a un carpintero, un gorila y una mujer.
“No había nadie más disponible”, reconoció Miyamoto más tarde sobre el encargo que le dieron. El juego fue terminado en 1981 y fue bautizado como Donkey Kong, en honor al gorila que lanzaba barriles al carpintero al que se le conocía como ‘Jump Man’. Pero la primera aparición de Mario, tal y como lo conocemos, se daría dos años después, en un videojuego lanzado junto a su hermano Luigi. La leyenda dice que el hombrecito fue apodado así en honor al dueño de los almacenes donde funcionaba las oficinas de Nintendo en Japón.
¿Por qué su apariencia de fontanero? Miyamoto, ya convencido en el éxito de su personaje, lo rediseña atribuyéndole la nacionalidad italiana por su bigote. Asimismo, inspirado en los escenarios de las alcantarillas y subterráneos de Nueva York, decide que es mejor darle la apariencia de un fontanero. Su apariencia, por otro lado, se debe a las limitaciones técnicas de la época. La gorra ocultaba su cabello, frente y cejas, logrando que los pixeles no se combinen. Por otro lado, la nariz grande y el bigote permitían no hacer mayores variaciones en el rostro. Ese es el Mario que finalmente fue lanzado en 1985 en el popular juego Super Mario Bros para la Nintendo. Con el pasar del tiempo se fueron agregando mayores detalles, como la gorrita con la letra M.
Con más de 35 años y más de 750 millones de juegos vendidos, Mario es la franquicia de videojuegos más vendida en el mundo. Posee 7 récords Guinness, una calle entera en Zaragoza, fue usado para promocionar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y hasta tiene su día mundial, el 10 de marzo, donde Nintendo aprovecha para anunciar nuevos títulos y eventos relacionados al universo Mario Bros.
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Es casi la medianoche del jueves y en el cine hay niños, jóvenes, adultos y ancianos. Hombres y mujeres. Algunos llevan gorras y polos de Mario, otros de Luigi. A un bebé lo han vestido de Yoshi, el fiel compañero del fontanero. Es el estreno de Super Mario Bros, la película animada que ha sido supervisada por el mismo Miyamoto.
La cinta empieza y son 90 minutos de recuerdos desbloqueados. A decir verdad, al esperado largometraje le faltó algo de trama y una historia bien construida, pero, vamos, todos aplaudimos al terminar. No todos los días vemos en el cine a ese amigo que nos ha acompañado en todos nuestros años: un fontanero bonachón capaz de recorrer medio mundo en búsqueda de su princesa.
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