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Martín Arredondo: “La resistencia de los peruanos es lo que tenemos que celebrar”
Periodista Martín Arredondo presenta Celebra Perú, nuevo programa de TV sobre viajes que realizó antes de que empiece la pandemia.
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Los límites de Martín Arredondo eran La Punta, hacia el oeste; Chosica, al este; Pucusana, por el sur; y Ancón, en el norte. Su geografía creció cuando ingresó a Sociología en San Marcos y un profesor de Historia enseñó el curso llevando a sus alumnos a las fiestas patronales. Tal vez ahí nació el placer por hacer periodismo y viajar, a la vez.
En julio de hace un año, él estaba en la comunidad campesina de Ravira, en la sierra de Huaral. Una fiesta que se estaba perdiendo y que los jóvenes la vienen rescatando. Y Martín Arredondo al medio, vestido con chullo y poncho, cargando el anda de la Patrona María Magdalena, paseando en hombros a un torito pirotécnico y brindando, seco y volteado. Todo para uno de los episodios de Celebra Perú, nuevo programa de viajes vía Movistar Plus, que se emite cada jueves, a las 10 p.m.
Una semana después de publicar su primera nota en 24 horas, nació su hija, que hoy tiene 19 años. Antes de llegar a la pantalla chica se mudó del Callao a San Juan de Lurigancho. En la mañana era asistente de un estudio jurídico, trabajaba medio tiempo en un restaurante de comida rápida, hacía sus prácticas en radio San Borja y los fines de semana ponía música en matrimonios. “Siempre le digo a mi hija: tú eres mi historia en el periodismo televisivo”, dice al otro lado del teléfono y el tono de su voz cambia.
-También eres reportero de América hoy. Vuelves a tus antiguas pasiones: reportear y viajar.
(Ensaya respuestas). Es como si en el fútbol pasaras de jugador a entrenador y luego volvieras a ser futbolista, lo que tanto te gustaba hacer. Me encanta reportear, estar en la calle y contar historias. Cuando estaba en La Banda del Chino, cada vez que podía, me escapaba para hacer un reportaje. Celebra Perú es una oportunidad de vivir dos pasiones: recoger historias y recorrer el Perú.
-También podría leerse que pasar de productor de TV a reportero es un retroceso.
A mí me encanta la calle. América hoy es la oportunidad de aprender cómo se cuenta una historia en vivo. Una cosa es grabar, escribir, pautear, editar y salir al aire; y otra es lograr esa finura para contar historias en vivo. Crecí siendo hincha del trabajo de Martín Calderón; era uno de los mejores contadores de historias en vivo.
-¿Qué has encontrado en las calles reporteando?
Cuando empezó la cuarentena, era el miedo a contagiarse y que termines en un hospital abarrotado y caótico. Y encontré rostros que decidían enfrentar esa situación para generar ingresos. Eran caras de terror y desesperación. Luego percibí una segunda etapa y tiene el rostro de mujer, quizá porque me ha tocado ir a asentamientos humanos; me he quedado increíblemente maravillado con el esfuerzo que realizan las mujeres. Intentan sacar adelante no solo a su familia, sino al resto de familias. De cada diez casas, seis son de madres solteras. Por eso, con Aldo Miyashiro encontramos esta idea de ayudar con La Cocina del Pueblo: hemos decidido llevar 200 almuerzos todos los días hasta diciembre. Somos varios amigos en esa iniciativa.
-Sin embargo, también se sataniza la calle, cuando muchos no tienen otra opción que trabajar como ambulantes. Y ahí el periodista posee una responsabilidad delicada.
Un día estaba por Caquetá y el comercio ambulatorio había copado, incluso, la pista. Llego y primero comienzo a conversar con cada uno de ellos para ir buscando una historia; a los dirigentes les dije que mi intención era contar lo que pasaba; ellos intentaban ordenarse y lo que faltaba era un puente de comunicación con las autoridades. Salimos en vivo y de pronto la municipalidad mandó a los fiscalizadores y arrasaron con todo. Y eso se repite bastante: las autoridades locales ven un en vivo de TV e inmediatamente intervienen. Un ejemplo de lo mal que se han hecho las cosas.
-Celebra Perú son episodios de un mundo anterior a la pandemia. ¿Cómo era ese mundo?
Esos viajes fueron grandes aprendizajes. He ido a comunidades lejanas donde la fiesta es el pretexto para el reencuentro, donde hay mucho contacto. Esa normalidad, cuando se transformó, fue doloroso. Por ejemplo, uno de los capítulos es ‘La Fiesta de Pentecostés’ en Huancavelica: son cuatro barrios que se enfrentan cada uno con su banda de música, en cada esquina de la plaza. Es como un concurso de quién hace disfrutar más a la gente. Como decía José María Arguedas, en las fiestas tradicionales tú recibes información de la historia del país; en la música, en la vestimenta, en la coreografía. Es difícil no salir con aprendizajes de cada fiesta.
-¿Qué nos enseña el Perú que está más allá de Lima?
Nos enseña a pensar en el nosotros y que todos somos iguales bajo el manto de una celebración. Una de las cosas que más le agradezco al periodismo es que me haya permitido viajar tanto, soy como un niño que por primera vez llega a Disney.
-¿Y desde niño siempre perseguiste la posibilidad de ser periodista?
Yo la tenía clara: quería ser periodista. Escribía cuentos en una revista de mi colegio Claretiano, hasta que al reverendo director no le gustó mucho el tono de la revista y se acabó. Fue mi primera y única censura (ríe). La revista se llamaba No Hay. Era como un Monos y Monadas pero en versión escolar, y fastidiábamos mucho a los profesores. La vendíamos a 50 céntimos y con esa plata nos comprábamos comida en el quiosco.
-A un año del bicentenario y en medio de la pandemia, ¿qué podemos celebrar hoy?
Cuando empezamos con América hoy en nuestras visitas al asentamiento humano El Paraíso, en San Juan de Lurigancho, contábamos el drama. Pero luego se ha ido transformando; y yo quiero celebrar el esfuerzo de las familias, que a pesar de que el Estado no llega, están ahí resistiendo, levantándose y saliendo adelante. Esa resistencia de las familias peruanas, que yo lo he visto, es la misma resistencia, en diferentes ciudades, para que sus culturas no desaparezcan. Esas resistencias de los peruanos son las que tenemos que celebrar.
AUTOFICHA:
- “Soy Martín Antonio Arredondo Castillo. Mi mamá me puso Martín por San Martín de Porres. Creo que en algún momento ella alucinó que podía ser sacerdote (ríe). Tengo 43 años, dos hijos: una de 19 años y un hijo de 5 años. Mi hija estudia Cine”.
- “Y mi hijo, por lo pronto, me dice que será jugador del Barcelona (ríe). Yo estudié Periodismo en Bausate, luego Sociología en San Marcos, pero no lo acabé, porque me dediqué a trabajar todos los días. He trabajado en 24 Horas, Buenos días Perú, Panorama, Punto final, Día D, entre otros programas de TV”.
- “Quiero seguir colaborando con América hoy, meterle todo el punche a La Cocina del Pueblo con Aldo Miyashiro y, finalmente, tratar de sacar adelante la segunda temporada de Celebra Perú; espero que con la llegada de la vacuna, la normalidad vuelva”.
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