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Nelson Garrido: “Solo una movilización popular cambiará esto en Venezuela”
Hace más de 30 años creó la obra “Caracas sangrante”, un acto profético. Hoy la expone en el Festival ArtMo. Perú21 entrevistó al artista venezolano Nelson Garrido.
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Un edificio emblemático de la capital venezolana en el año 1993. Desde sus ventanas se desbordan hilos de sangre. En las avenidas contiguas discurren ríos de sangre. Los estacionamientos parecen lagos de sangre. ¿Cómo se llama la obra? “Caracas sangrante”. Su autor, Nelson Garrido. Y esta fotografía intervenida, casi una profecía.
“Caracas sangrante” está en Lima. Y es parte del Festival Internacional de Arte Contemporáneo ArtMo 2024, que congrega a 46 artistas representando a 14 países, bajo el concepto “Del rostro a la máscara. Juegos, ocultamientos y alteraciones de la identidad” y con el respaldo de la Fundación Francis Naranjo, Fugaz Arte de Convivir y el Gobierno de las Islas Canarias. Encuentro que está en Monumental Callao, de martes a domingo, de 11 a.m. a 6 p.m.
Prefiere no usar la palabra artista para definirse. Es autodidacta y se considera un agitador profesional, uno que está en contra del poder. “Usted es un anarquista”, le digo. “Soy anarquista filosóficamente hablando”, me dice. Está en Caracas, en medio del caos, insumo para crear y denunciar o ser artista.
¿Por qué eligió exponer esta obra en Lima?
Es tomar una posición frente a lo que está pasando en mi país. Estoy convencido de que los síntomas estaban ya en la calle (en 1993), lo que hizo el chavismo fue que lo amplificó. Era el país que venía.
¿Cómo así vio el futuro hace más de 30 años?
Esa pieza fue producto de una reacción casi alérgica a una exposición que me invitaron en 1992 y se realizó en 1993, que se llamaba Caracas utópica. A la gente que invitaron hacían Caracas con palmeras, con guacamayos; una visión que realmente me molestó y yo sentía que la violencia estaba ya en la calle. Insólitamente, yo tampoco dimensioné esa obra. Y fue la gente quien le dio el valor a la imagen. Es una obra que ha sido expuesta internacionalmente, como en la Bienal de Venecia de Arquitectura. Para mí es como un grito pue… Lo que me parece dramático es que 30 años después siga siendo una imagen vigente.
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Cuando la presentó en esos años, ¿qué le dijeron?
Que yo era un profeta del desastre, que era un exagerado, “este viene a echar a perder la fiesta, si estamos tan bien”.
Ahora, en su obra hay una apuesta por “lo feo”, lo erótico, la violencia… Son como puestas en escena sangrientas.
Mi obra se fundamenta en un triángulo muerte, sexo y religión. Por supuesto, la situación política del chavismo que lleva 25 años en Venezuela me llevó a trabajar más la violencia directa.
Y a tono con lo que vive no solo Venezuela sino también el mundo con dos guerras.
Exactamente. Y en toda América Latina estamos montados sobre un polvorín. Estamos en un momento crítico de la humanidad.
La temática de ArtMo es la carga simbólica de la máscara. ¿Qué decir al respecto?
La verdad es la gran máscara que hay ahorita. Decir la verdad y mostrar la cara es como una gran máscara. Y un poco “Caracas sangrante” es como el photoshop: a un edificio emblemático de Caracas le pongo la máscara de la violencia. Estamos en un momento donde la verdad no importa mucho, lo importante es la noticia, todo lo que está pasando en las redes sociales, que es una gran mascarada.
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Usted en su foto de perfil de WhatsApp luce, casi como una máscara, la mandíbula de un tiburón. Y me dice que le parece que es como un guerrero azteca. En estos tiempos, ¿los artistas son como guerreros?
Me la tomó un alumno mío, el fotógrafo Beto Gutiérrez. Creo que somos gente que estamos en la periferia, que no nos quedamos callados. En Venezuela no quedarse callado puede costar la cárcel con una nueva ley que van a hacer “contra el terrorismo y el fascismo”. Yo estoy expuesto y estoy en Caracas, no me fui de Venezuela, y aquí me quedo.
¿Por qué no se fue?
¿Por qué me voy a ir de Venezuela? Que se vayan ellos si quieren. Además, me encanta el caos del país. Aquí uno está como en un exilio dentro del país.
Y usted ha estudiado en Italia, Francia y Chile.
Vengo de una infancia del exilio y cuando uno ha vivido muchos años en el exilio, lo que menos uno quiere es regresar al exilio. Viví 10 años de mi infancia en Europa, de los 6 a los 16 años, porque mi padre tenía problemas de orden político.
Es artista porque vive en Caracas. Es como un reportero de guerra.
Exactamente. Lo que llamo yo documentalismo subjetivo. Y jugándose la carta, oíste…
¿Lo han intentado reprimir?
Me han amenazado de muerte. Esa cosa de normalidad que el gobierno quiere dar hacia afuera es mentira, aquí estamos en una situación crítica, aquí hay presos políticos. A uno como jubilado en Venezuela le dan tres dólares y medio al mes. Eso es violencia.
Me pondré en los zapatos del diablo: Se habla de represión, pero usted puede hacer su arte con libertad y ser crítico.
La diferencia que hay entre el fascismo en Alemania y el chavismo, es que ese fascismo es organizado; en el fascismo tropical, el que nosotros vivimos, tal es el despelote que ellos no pueden joder más por la ineficiencia que tienen, te pueden pegar un balazo, pero no es organizado. Esto es una dictadura tropical, y tampoco están pendientes si yo hice una obra… Y no tienen la capacidad represiva organizada. Pero tú nunca sabes cuándo te toca, es como una ruleta rusa. Pero estás expuesto, la cantidad de presos políticos que hay… Menos mal que no estamos en Alemania, oíste… (ríe). Cuando aprueben esa ley, no sé qué pasará aquí.
¿Qué hace un artista en estas circunstancias?
El arte no tumba gobiernos, déjate de vainas. Solo una movilización popular y de la gente es lo que cambiará esto.
¿Qué le diría a sus compatriotas que han migrado al Perú?
A nosotros no nos quieren en ninguna parte. Es horrible sentir eso. Sabiendo que tampoco todos se portan bien, pero coño, realmente hay una xenofobia marcada. Nos ponen en el saco a todo el mundo. Somos habitantes del mundo, ser migrante no es un delito.
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AUTOFICHA:
-“Me llamo Nelson del Coromoto Garrido Sánchez. Pero aquí solo usamos el primer nombre y apellido. Del Coromoto es por la Virgen del Coromoto. Tengo 71 años. Nací en Caracas. Empecé a estudiar Arquitectura, pero nunca me aguanté ningún instituto”.
-“Soy autodidacta y me he formado como un enciclopedista. Enseño en instituciones que no son universidades. Intenté dar clases en una universidad de Chile, pero el comportamiento escolar universitario es dramático. Doy talleres libres, donde la gente va porque quiere ir”.
-“El último trabajo que hice se llama ‘Actos excrementales’, que es fotografía de mis excrementos, partiendo de que los excrementos tienen formas bonitas. Una sociedad que no caga es grave. Y nos han enseñado a rechazar nuestros excrementos, cuando son reflejo de nuestra salud. A eso me dedico (ríe)”.
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