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Rafael Fernández Hart: “La Navidad fue uno de los hitos en mi vocación religiosa"
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Cada vez que cruzaba el puente que conectaba Zárate con El Agustino, en la ribera del río Rímac, encontraba a un niño que tenía una deficiencia desconocida: una cabeza grande y con heridas. Siempre lo hallaba pidiendo dinero. No recuerda que el menor hablara, solo estaba ahí parado, encima de un río seco, pestilente y con ratas. Presencia solitaria y vulnerable que le pedía a gritos que hiciera algo. Esa imagen de juventud se grabó en su memoria y reforzó su vocación por el sacerdocio.
Pero durante un buen tiempo mantuvo en secreto la elección religiosa. Asegura que “tardó mucho” en anunciarlo. Comunicó que sería jesuita el día que recibió la carta de su noviciado. Era el 91 y tenía 20 años. ¿Hubo acuerdo o resistencia en casa? “Demasiado acuerdo (ríe). Me bendijeron emocionados”, responde el padre Rafael Fernández Hart, rector electo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
La fe y preocupación social han sido caras de una misma moneda para el también filósofo. Y en el medio ha estudiado manifestaciones populares de la religión como la Navidad, que ha sido otro hito en su formación.
¿Qué realmente debemos celebrar en la Natividad?
Se celebra el nacimiento de Jesucristo. Por lo tanto, es una fiesta que originalmente es cristiana. Pero se ha ido olvidando la razón de ser de la Navidad.
¿Qué representa el nacimiento de Jesucristo?
Que Dios decide hacerse hombre, lo cual es único. En ninguna religión hay una encarnación de ese tipo, de hacerse carne, que significa que Dios forma parte de nuestra historia, convive con la historia de nosotros; por lo tanto, con nuestros dramas, traumas y alegrías. Entra a nuestra historia para rescatarnos y salvarnos.
Sin embargo, a veces se cuestiona que Dios no está cerca de nosotros.
Lo más ajeno a la fe cristiana es pensar en un Dios desconectado, que solo está sentado en un trono desde el cielo. Ese no es un Dios cristiano. Jesús es totalmente Dios, totalmente hombre.
Si bien la Navidad es una fiesta cristiana, si algo ha logrado, es universalizarse. Todos, de alguna forma, nos unimos a la celebración, al margen de nuestras creencias.
Sin duda. Se hace coincidir con vacaciones. Por lo tanto, se convierte en una fiesta universal. Países en los que no hay tradición cristiana también tienen vacaciones por Navidad y algún tipo de fiesta. Es una celebración de encuentro familiar.
Desde la óptica cristiana, ¿eso está bien?
Sí, porque no podemos ir en contra de los valores cívicos. Pero al mismo tiempo la fiesta pierde su dimensión de profundidad. También debemos preguntarnos: ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?, ¿por qué el mal en la historia?, ¿cómo combatir el mal?
Por lo pronto, la Navidad nos une un poco.
Sí, y al margen de cualquier creencia, porque nos recuerda un momento familiar lleno de magia. El regalo como tal no me disgusta porque trata de subrayar la dimensión de gratuidad, el hecho de entregarse, dar algo. Conversaba con un amigo filósofo y me comentaba que en un país nórdico están de moda las bibliotecas humanas, que cada uno de nosotros constituya un libro, se trata del arte de conversar.
Hoy esa tarea de conversar en persona parece imposible.
Y ahí pecamos todos. Nos sentamos en la mesa, pero no estamos ahí, estamos aturdidos por el teléfono. En mi comunidad nos propusimos que cuando estamos en la mesa, no sacamos el celular.
Pese a todo, de alguna forma la Navidad es un acercamiento a la fe, cuando se arman los nacimientos en familia, por ejemplo. Es como un encuentro lúdico con la religión.
Efectivamente. Nos habla de la vivacidad de la fe, de la ternura de la fe. A mí me pasó lo mismo. Hacer el nacimiento nos hacía partícipes de la fe y esta mantenía cierto calor.
¿Ahí nació su vocación para ser sacerdote?
Mi vocación nace sin duda en el seno familiar y con estas herramientas o instrumentos de una fe que era viva. Mi vocación es infantil, nace cuando era niño. La Navidad fue uno de los hitos fundamentales en mi vocación religiosa. Pero tiene que ver el colegio, que era jesuita. Una de las cosas que marcó mucho mi vocación fue la oración que hacíamos con la familia durante los domingos de adviento.
¿Hoy no siente que es más improbable que alguien diga que quiere ser sacerdote?
Sí. Es para bien porque significa que la sociedad ha encontrado otras herramientas y formas de responder a las carencias sociales, a través de voluntariados y servicios a la comunidad. Y para mal porque creo que en esta dimensión vocacional hay respuestas a preguntas de sentido.
¿Se ha redefinido el concepto de ser sacerdote?
Quizá no lo que debiera, porque si no, los jóvenes se sentirían atraídos. La vida sacerdotal debería modernizarse; eso quiere decir que debemos estar cada vez más a la escucha de lo que ocurre en el mundo. El religioso y religiosa no tiene por qué dejar de conversar con el mundo. Tenemos que convertirnos en interlocutores capaces de entrar en el mundo con la economía, la política, la tecnología, la ciencia.
¿Qué le regalaría al Perú en esta Navidad?
Un sobre anticorrupción (ríe). Es verdad que corrupción hay en todos lados, como dice la canción de Los Nosequién y Los Nosecuántos, pero no podemos contentarnos con eso. Hay que poner límites. Corrupción que comienza con pequeñas cosas hasta el robo de millones. Pero tengo esperanza en los jóvenes.
¿Cuál es un buen regalo para estas fiestas?
Más espacios de encuentro. Es una dimensión de la vida que es fundamental: escucharnos, perdonarnos y ofrecernos ayuda. Eso somos como seres humanos.
AUTOFICHA:
- “Soy Rafael Fernández Hart. Nací en Lima, en el año 70, tengo 49 años. Estudié en el colegio de la Inmaculada, luego la universidad la comencé en la Facultad de Teología de la Pontificia y Civil de Lima, pasé a la PUCP, a la Ruiz de Montoya y estudié los posgrados en París”.
- “Tengo una maestría en Teología y en Filosofía, y el doctorado en Filosofía. Soy rector electo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y mis funciones empiezan en enero de 2020. Estoy en esta universidad desde 2002. Enseño Metafísica y Filosofía de la Religión”.
- “Me gusta mucho estudiar las manifestaciones populares de la religión, tanto Semana Santa como Navidad. Me encantaría poder conservar un par de horas a la semana para leer y escribir. Jesús era un apasionado de la escritura y de la vida de los demás. Quiero escribir sobre la religión”.
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