Había que tomar una decisión luego de terminar el colegio. Ese momento coincidía con el fin de América kids, el popular programa de televisión donde estuvo desde los 12 años. Ya estaba sobre los 17 y tomó la decisión: postular a la universidad para estudiar Sociología. Pero no dejó de ser actriz.
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Silvana Cañote ahora es Mónica Santa María, la entrañable dalina del recordado programa infantil Nubeluz. Se trata de la película Sube a mi nube, que se puede ver en todos los cines a nivel nacional. Cinta que narra las sombras detrás de las luces del éxito. Largometraje dirigido por Sergio Barrio y que hace foco en el trágico destino de Santa María. A la vez, la historia nos propone reflexionar sobre la importancia de la salud mental.
De pronto, le pregunto cómo es tu madre —nacida en Cerro de Pasco—, ¿en qué se parecen? “Un poco chiflada, superintensa como yo, emocional, divertida y de emociones muy felices o muy tristes”, me dice. Sorprendido insisto: “Pero te veo, más bien, prudente”. “Soy prudente cuando doy entrevistas”, dice con suavidad y reímos.
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Varias personas quizás esperaron una película cerca al ‘estilo Tondero’: más de luces que de sombras, poblada de clichés, donde la producción tiene un lugar estelar. Pese a ser la historia alrededor de Mónica Santa María y Nubeluz, han intentado darle un tratamiento más introspectivo.
Esperaba una buena película, y siempre es muy grato poder escuchar a personas que conoces, que no conoces o a críticos que han calificado bastante bien a la película. Esta película tiene una autoría que se siente, hay una dirección muy clara, muy comprometida, con una historia que se quiere contar quizás no desde un lugar netamente comercial, sino efectivamente poder narrar una historia con toda la complejidad y matices que esta tiene.
¿No pensarlo tan comercial no puede convertirse en un problema?
El director ha hecho un trabajo maravilloso. Existe claridad y capacidad de resolución. Lo que él ha hecho es hacer una buena película. Los efectos comerciales me parece que escapan un poco al producto.
¿Prefieres la película vapuleada, pero que esté en todos los reflectores y que todo el mundo la vea o el perfil de cinta de autor que no llegue a mucha gente?
Estoy muy contenta con la crítica, con lo que me escriben. Lo tomo con mucha humildad.
¿Pero qué prefieres?
Prefiero lo de ahora evidentemente. Es un reconocimiento a tu trabajo que va más allá de un tema económico. Siento que las personas se van con una muy buena sensación, me escriben mensajes. A la gente le ha gustado el tratamiento de la película. Las personas salen con una serie de reflexiones.
¿Es difícil hacer buen cine en el Perú?
Yo creo que sí. Pero con los directores que he trabajado hasta ahora he visto que tienen una vocación muy clara del cine que quieren hacer.
¿Tú eliges con quien trabajar?
He tenido la oportunidad de hacer eso, sin que suene a algo soberbio.
No, está bien. Uno elige dónde trabaja.
Pero no hay tantísimos proyectos donde uno pueda elegir. En el Perú la tenemos bastante difícil los actores. Hay proyectos que te eligen y uno sigue el curso de su carrera profesional. Pero he tenido la oportunidad de trabajar con grandes profesionales, como Fabrizio Aguilar, Augusto Tamayo y ahora Sergio Barrio.
Se habría esperado que después de América kids elijas el camino mainstream de la actuación, del espectáculo. Pero me da la impresión que elegiste, más bien, la senda prudente sin el apuro de ser famosa mañana.
No tengo ese apuro.
¿Por qué? La fama es tan deseada.
(Risas). Me encantaría, no lo niego. Me encantaría que mi carrera pueda conocerse en otros horizontes. Pero no lo quiero hacer desde el lugar de la desesperación. Además, comencé muy chica y supe darle perspectiva de lo que esto significaba en mi vida. No quería que mi valor resida en qué tan popular soy, qué tanto la gente considere que soy exitosa o no.
¿Por qué elegiste estudiar Sociología?
Creo que haber comenzado desde tan pequeña me hizo abrirme a una serie de contextos que me imponían preguntas. Estuve en lugares tan diversos, en realidades tan heterogéneas que la curiosidad normal de una niña afloró y me hice preguntas muy joven.
¿Qué preguntas?
¿Por qué el mundo es como es? ¿Por qué yo estoy aquí y otras personas allá?
Pero tú ya estabas en los reflectores. ¿Para qué hacerte esas otras preguntas?
Todo el mundo me cuestiona eso. Y yo en algún punto dije “¿por qué me vine por este camino?”. Pero no me arrepiento. Creo que le generé otro universo a mi vida, creo que me convertí en otra persona, que si bien no estalla en fama, es una persona que de alguna manera me gusta ser. A veces el éxito y el reconocimiento público no lo son todo. Yo quería, más bien, encontrarme en otros escenarios, siempre sintiendo que mi vocación como actriz estaba ahí. Y en el proceso de la carrera hice algunas novelas también. Pero tuve la consigna clara de terminar la universidad.
¿La sociología te suma en tu discurso como actriz?
Sí. Es inevitable que los lentes sociológicos estén atravesando mi mirada sobre las cosas. Atraviesa la persona que soy, la persona que he construido. No seré la más famosa, pero al menos hice lo que quise en su momento.
Ese camino te puede asegurar el respeto.
Siento muchas muestras de cariño y de reconocimiento de las personas, y desde acá les doy las gracias.
Dices que para interpretar a Mónica Santa María cambió tu vida. ¿En qué?
Es una inmersión absoluta con el personaje. Es trabajar meses. Hice una dieta muy rigurosa, bajé 10 kilos. No salía. Traté de estar bastante más concentrada y comprometida con todo lo que implicaba el personaje. Como un ejercicio de disciplina, como un ejercicio profesional a nivel actoral. Estás completamente inmerso en el personaje.
¿En algún momento te mimetizas con Mónica Santa María?
Cuando uno vive con esta intensidad el personaje, las emociones te llegan a habitar.
¿Qué emociones?
Mucho dolor, mucha tristeza, mucho vacío, mucha incomprensión, impera la confusión dentro del personaje. Un rodaje intenso de un mes guiado por estas emociones es tremendamente intenso, porque no haces otra cosa más que rodar la película, de 7 de la mañana a 7 de la noche y al otro día lo mismo. Traté de empatizar y sentir.
Autoficha:
-“Soy Silvana Marcela Cañote Oliver. Mis abuelos eran de Cerro de Pasco. Mi mamá es de Cerro de Pasco, mi abuelo trabajaba en la mina. A los 9 años mi mamá deja la mina. Mi papá es del Callao. Y yo sí nací en Lima. Pero no conozco Cerro de Pasco”.
-“Mi mamá vivía en la plaza de Cerro de Pasco. Era la iglesia, la municipalidad, alguna otra institución y la casa de mi mamá en una de las esquinas. (Fernando) Belaunde dio uno de sus discursos en el balcón de mi mamá; el primer Belaunde”.
-“Mi hermano es biólogo y hace estudios de impacto ambiental. Ahora estoy estudiando un diplomado de gestión cultural. Pero no he estudiado actuación. He hecho novelas con Michelle Alexander, este año se publicó la película La herencia de Flora”.
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