Hay un torero. Hay toros. Hay cosos. Pero no se trata de una película ni a favor ni en contra de la tauromaquia. Y es que el arte va más allá del bien o el mal o de causas reinvindicativas. Tardes de Soledad, del director catalán Albert Serra, escapa el juicio de valor y se centra en Andrés Roca Rey en un film lleno de estampas estéticas, emotivas, dolorosas y brutales, como la vida.
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Tras dos años de faena y más de 600 horas de filmación, Serra quiso mostrar esa danza silenciosa, mística de comunión total entre dos gladiadores: el toro y el torero, dos sujetos que están ahí para vivir o para morir y donde solo uno de ellos saldrá triunfante. “¿Por qué no me ha pasado nada”? se le ve decir en un momento de la película a Roca Rey luego de una corrida, más que aliviado, reflexivo y hasta sorprendido.
Gore para los antitaurinos, injusta para los taurinos, la polémica no ha sido ajena al estreno de la película en el festival de cine de San Sebastián donde, por cierto, ganó la Concha de Oro, el máximo galardón. Considerada por la crítica como “obra de arte”, esta película muestra el solitario y silencioso ritual del matador peruano, Andrés Roca Rey, considerado en el medio taurino como el mejor del mundo, antes de salir al ruedo y su entrega en la arena.
Siempre asistido por su mozo de espadas y amigo, Manuel Lara, “Larita”, que llegó a su vida de forma casual hace casi diez años, las cámaras captan el momento íntimo de la preparación de Roca Rey. Se da, pues, una secuencia de rituales, cábalas y silencio, siempre el silencio, todo infundido por una luz melancólica.
La lid entre el torero y el toro abunda en primeros planos de los dos luchadores en contienda. Los ojos concentrados de Roca Rey, la respiración jadeante del toro, momentos de sangre, de danza casi coreografiada de la muerte.
Fueron justamente estas escenas las que en un primer momento preocuparon al director. “Me daba miedo que la película no se proyectara en otros festivales de cine, que la gente se opusiera. Me equivoqué, porque pensé que ustedes nunca lo emitirían y muchos países lo verían violento, pero no hubo problema (…) El problema solo fue en España”, dijo Serra durante la conferencia de prensa del Festival de Nueva York donde se presentó luego del estreno en el Festival de San Sebastián.
Por lo pronto el documental ha sido seleccionado en festivales de países sin tradición taurina como Estados Unidos y Canadá. De esta forma, Tardes de Soledad se suma a una larga lista de obras cinematográficas que giran en torno al toreo como la precursora del género Blood and Sand de 1922, que tuvo al mítico Rodolfo Valentino como el matador, o a Adrien Brody que vistió la piel de Manolete en el 2008, solo por mencionar algunas. La literatura también le hincó el diente al tema. Está el clásico de Ernest Hemingway “Muerte en la tarde” de 1932.
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