El día después de su renuncia. Atrás quedaron los restaurantes, chifas, pollerías y hoteles. Las cocinas ajenas donde trabajó.
Le pregunto por qué lo hizo. Extiende la “e”, como si probara sus palabras antes de decirlas. “Creo que se puede decir que…”. Otra vez extiende la “e”.
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Son las seis de la tarde. Waldir Maqque está en Viacha, comunidad del distrito de Pisac, en el Cusco. En su casa. Acaba de escribir unos guiones para un video y luego de esta entrevista continuará cocinando otras ideas. No enciende la cámara de su celular, solo escucho su voz.
“Ya, te cuento: sufrí una estafa”, dice. “Y estaba entre seguir trabajando o renunciar”, recuerda sobre aquel momento que fue decisivo y nos permite entender por qué hoy Waldir, de 1.52 metros de altura, es la gran figura culinaria peruana de TikTok. Red social donde tiene 4.4 millones de seguidores. Videos que llegaron a ojos y oídos del chef limeño Virgilio Martínez, uno de los cocineros más renombrados del mundo. Amistad que madura, al punto que Martínez lo acaba de asesorar en la creación de su restaurante, uno de experiencia, en su comunidad y que se llamará ¡Qué riquito está!, que empezará a operar a finales de año.
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Era el medio año del 2022 y, efectivamente, renunció. “No tenía nada más que perder”, dice. Waldir sufrió una estafa donde perdió lo trabajado y ahorrado durante ocho años con el objetivo de comprar equipos e ingresar al mundo de las redes sociales. Pero en vez de refugiarse en un trabajo seguro y con un sueldo fijo, renunció.
“Soy una persona de muchos retos. Si sigo en un lugar y ya no aprendo más, necesito buscar otro nuevo reto”, explica.
Así nació Waldir Maqque en TikTok donde es Waldir Maqque. No es un personaje, es él, la cocina de su pueblo, su tradición, su familia, su tierra.
Preparar un libro
Este año otro reto apareció en la mesa. Crear un libro. Dice que ya había pensado en hacerlo, pero más adelante. La editorial Penguin Random House se comunicó con él y se lo propuso. ¡Qué riquito está! Mi vida y mi gastronomía andina, para el sello Grijalbo de la transnacional, ya está en librerías.
El prólogo del libro lo cocinó Virgilio Martínez. "Waldir tiene el coraje de quien sabe que está en el camino correcto y de quien reconoce que su labor tiene un efecto expansivo y vital para el Perú que queremos construir”, escribe el chef de Central.
En otro tramo el cocinero dice: “Solo nos queda cruzar los dedos para que surjan más personas como Waldir en pueblos de todo nuestro territorio y así se siga elaborando un registro fundamental de lo que somos. Tan distintos y tan bendecidos”.
Cocinar como jugar
Pero todo empezó con una crema de chuño.
Su madre salía de casa desde las 7 de la mañana para vender artesanías como ambulante. Su padre lo hacía desde las 5:30 de la mañana para ir al pueblo a trabajar como constructor. Regresaban a las 7 de la noche y Waldir, el mayor de cinco hermanos, tenía que esperarlos con la comida.
Preparó su primer plato a los 7 años. Una crema de chuño con cordero. Hizo hervir con el caldo de cordero las papas nativas. Echó zanahoria, yerbas aromáticas como muña y paico. Todo cocido había que espesar con la fécula del chuño. Pero le salió mal.
Siguió cocinando y, sobre todo, no dejó de jugar. Se juntaba con sus primos, con los amigos del barrio y cocinaba mientras jugaba. A veces se quemaba la comida, a veces salía con grumos. Cocinar y jugar o jugar y cocinar, casi como lo hace hoy a sus 27 años en cada video que prepara para las redes sociales y que alcanzan millones de vistas.
“Chequea y aprende”, “la llama del amor”, “dejamos cocinar por treinta mil años”, “usar un chorrito de manteca de tus mentiras”, “qué riquito está” son frases del universo divertido, auténtico y noble que ha creado Waldir alrededor de su cocina. Siempre con esa mirada de niño y la sonrisa traviesa.
Cocina porque su madre le enseñó a hacerlo. Y es mil oficios porque aprendió de su padre las habilidades para acomodarse donde lo ponga la vida.
Waldir, Waldir, ¿qué les cocinarías a tus padres?
–Una sopita de chuño, que ya me sale bien.
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