En 1989, Mario Vargas Llosa aceptó el reto que la historia le ponía al frente. Lanzó su candidatura a la presidencia de la República en un momento complejo para el país. Una alianza con los partidos democráticos de entonces (Acción Popular y el Partido Popular Cristiano) dio pie al FREDEMO. El apoyo de los líderes de esos partidos: el ex presidente Fernando Belaúnde Terry y el ex alcalde de Lima, Luis Bedoya Reyes, fue el espaldarazo que lo convirtió en favorito.
El Frente acogió entre sus filas, además, a jóvenes intelectuales con ansias de cambio. Pero lamentablemente el país dejó pasar esa opción democrática. Ahora que nuestro Nobel partió, que las lecciones del pasado encaminen los pasos del presente y se entienda que la democracia no es un lujo de una élite, sino un derecho que todos merecemos. Otra hubiera sido la historia si lo hubiésemos entendido 35 años atrás. Pero, nunca es tarde querido Nobel.