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Wendy Ramos: “Siempre estamos en el peor momento, hay que defender la alegría”
Acaba de publicar ‘Mi fiesta es mía’, un libro en el que narra momentos de su vida. Nos abre las puertas de su casa y conocemos su fiesta personal. Perú21 entrevistó a Wendy Ramos.
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Era la niña del techo de su casa. En Canevaro con Arenales. Hermanos grandes, amigos en Pueblo Libre y ella en Lince. Sola pero acompañada. Alfombras rotas, trapos, pedazos de madera, mayólicas, todo lo que se tira al techo. Lo suficiente para crear casas y fiestas cada día. Hasta que un día su padre, que trabajaba en la Fuerza Aérea, tiró al techo un paracaídas amarillo. Ella la colgó de los cordeles de ropa y creó una gran casa, casi una carpa de circo, una gran fiesta; incluso pensó: “Me iré a vivir al techo, solo necesito limonada”. Presagios de independencia y creación.
Saltó a la fama como Wendy Janet en Pataclaun. Ha hecho cine, teatro y televisión. Ha dado conferencias hasta en 14 países y para más de 50 mil alumnos. Entre sus seguidores en las redes sociales ya suman los 3 millones. Y acaba de publicar Mi fiesta es mía (Penguin Random House), libro donde narra pasajes de su vida, desde la infancia. Obra que será presentada el 27 de noviembre en La Cúpula de las Artes.
Este 1 de diciembre cumplirá 56 años, pero Wendy Ramos vive en una fiesta permanente. Sus invitados habituales son Micha, Pepita Ramos y Tita. En este momento no están cerca, pero han dejado sus huellas en una ruta de muebles para gatos instalados en la pared cerca del techo bordeando la sala, en rascadores de cartón al lado de la mampara que da la calle, en juguetes por aquí y por allá, en posavasos con sus rostros. Hay corazones en la mesa de centro, en forma de peluches en el sofá y colgados en la pared. Música suave y muebles de colores. Y en el tapete antes de cruzar la puerta dice: bienvenidos a la república independiente de mi casa.
-¿Cómo es la fiesta de Wendy?
Es bien libre. En el libro hablo de que me gusta que la gente sea libre. Si vienes un día a tomar alguito o a comer alguito, yo te voy a preguntar: ¿conejo, elefante o brujas? Y estarás escogiendo el plato en el que te serviré algo. O con la cucharita: ¿Mariposa o gato? Me gusta que la gente pueda elegir. Me hace muy feliz elegir. Estudio para poder elegir, para tener posibilidad de elegir qué quiero hacer, porque si solo sé una cosa, no voy a poder elegir.
-Y muchas veces vemos los estudios como algo definitivo.
Hay gente a la que le da miedo cambiar porque “ya tengo 30, ya tengo 40, ya tengo 50, ¿cómo voy a cambiar si ya elegí?”. No. Yo llevo las cosas hasta donde vaya mi corazón y no importa en qué momento esté; si siento que hay otra cosa que me gusta más, yo suelto; lloro y me da pena, pero quiero más, porque puedo más.
-¿Cómo tienen que ser los invitados de tu fiesta?
Yo elijo muy bien a quiénes tengo cerca. Eso lo aprendí, porque a veces te rodeas de gente que te pincha los sueños, que no disfrutan tus triunfos. Gente que tiende para abajo, que todo es una desgracia; prefiero a la gente que quiere aprender, que dice “tengo miedo, pero quiero hacerlo”. Pero hay gente que siempre está buscando lo que falta en la foto.
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-Ahora, decir “mi fiesta es mía” también puede sonar egoísta. ¿Cómo resolver esa lectura?
A veces hay niños a los que les voltean la torta para que el muñequito se vea en la foto, pero ellos no lo ven. No tiene sentido. Si te hace bien hacer feliz a los demás, qué lindo, pero a veces hacer feliz a los demás implica pasar por encima de mi felicidad y mi bienestar, y hay muchas mujeres que lo viven.
-Como la figura de la madre abnegada.
La madre que deja todo y no come, no duerme. Y es, pues, la mujer que está alentando a todos para que hagan sus vidas felices y ella nunca estudió, no tiene independencia económica. Muchas mujeres no quieren terminar una relación porque dicen “después qué voy a hacer”, porque no se preocuparon por ellas y sienten que es demasiado tarde. Pero en mi fiesta me encanta verlos contentos a todos.
-Se pensaría que tu vida siempre ha sido una fiesta. ¿Cuándo no lo fue?
Cuando tenía esos amores. Mi casa era solo mi papá. Mi mamá murió cuando yo tenía 4 años. No veía parejas. Las únicas parejas que veía eran en novelas, y las novelas eran tóxicas, y para mí las relaciones eran eso. Una vez me enamoré de un pintor que tenía polio y un día fui a su casa y me dijo: “Ya no, ya estoy con otra persona”. Y yo: “¡Se acabó el mundo!”. A los 24 años me casé la primera vez y ese matrimonio duró dos años y medio. Tuve un novio punk y me llevaba de paseo al cementerio (ríe).
-¿Te volviste a casar?
Una segunda vez con Ramón Mendoza, el tatuador. Casi me caso una tercera vez.
-¿Siempre estás intentando a ver qué pasa?
Sí. Creo que es una buena forma de llevar la vida, porque, si no, sufres mucho y ya está todo hecho para que sufras. Siempre me preparo para todos los escenarios.
-¿Qué te gustaría que te regalen en tu fiesta?
Flores, pero Micha se las come (ríe). No sé, cositas. Me gusta la gente que se fija en los detalles de lo que algún día dijiste, y eso te regalan.
-Que te regalen un gato.
Me mudaría a un sitio más grande solo para poder tener más gatos. No me gustaban, nunca había tenido gato, pero ahora me encantan. Los amo. Mil conferencias he hecho con Micha, que se subía al borde de mi silla.
-Pero se han escondido.
Han escuchado voces que no conocen. Micha a veces sale a mirar. A Tita no la vas a ver de ninguna manera. Y Pepita puede que a veces salga.
-¿A quién te pareces?
(Risas). Parezco muy sociable y extrovertida, pero más bien soy más para adentro, soy muy observadora. Creo que el clown me ha enseñado a pararme: si quieres, me pongo al final de la cola o, si quieres, dirijo adelante.
-Hay quienes dirían por qué hablar de fiesta si estamos tan mal.
Es que siempre estamos en el peor momento, hay que defender la alegría, no te hace bien estar quejándote todo el día. Yo soy quejosa y me corrijo.
-¿Te preocupa el futuro?
No. He aprendido a confiar en mí. No tengo todos mis huevos en una sola canasta. Cuando tienes todo en un solo lugar, si ese lugar peligra, tú peligras y nos da miedo que nos despidan, “me tengo que portar bien” y pierdes tu libertad. Sé que si esto se va, no importa porque tengo esto y esto. Y he hecho mi vida para no sentir nunca ese miedo de que “si se me va el trabajo...” o “si se va la pareja...”.
-Vives varias fiestas.
Claro, puedo bailar acá o allá, hago otro libro, hago un curso. Si se pudre todo, ya pensé mi plan B, C, D y E.
-Listo, gracias Wendy.
¿Quieres tomar algo?
-Sí, gracias.
(Desde la cocina) ¿Rayita, puntito o cuadradito?
AUTOFICHA:
- “Soy Janet Wendy Natalia Ramos Rey. Natalia no está en mi DNI, pero está en mi partida de bautizo. Nací en Lima. Acabé el colegio en el 83; ingresé a la U. de Lima en el 84, a Comunicaciones; en el 85 me fui a Brasil; volví y terminé en el 90".
- “Creo que voy 10 películas. Obras de teatro, unas 7. Mi fiesta es mía era mi proyecto de este año; yo tengo un proyecto por año. Cuando empecé a escribir el libro, solo tenía un ‘quiero escribir un libro’. Recién estoy amasando el proyecto de 2023".
- “Quiero hacer un podcast, pero no está tan fuerte como para hacerlo al próximo año. Mi oficio principal es dar conferencias, de eso vivo: conferencias corporativas, charlas para empresas sobre amar lo que haces, creatividad, herramientas de clown para la vida”.
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