El presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, emitió un comunicado en el que expresa su rechazo a la polémica representación de la 'Última Cena' en la apertura de los Juegos Olímpicos 2024 en París. La califica de "irreverente, distorsionada y escandalosa".
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¿Por qué generó controversia este espectáculo?
En la apertura de los Juegos Olímpicos se realizó un espectáculos que se asemejaba a la escena bíblica de Jesucristo y sus apóstoles compartiendo una última cena antes de la crucifixión y en el que aparecían drag queens, una modelo trans y el cantante Philippe Katerine casi desnudo, con algunos atributos de Dionisos, el dios griego del vino y la fiesta.
Una situación que provocó la consternación de la Iglesia católica y de algunas figuras de la extrema derecha. Por el contrario, la ceremonia recibió una acogida entusiasta entre la izquierda y los miembros del Gobierno de Emmanuel Macron.
El Vaticano también mostró su rechazó esta representación. Debido a la ola de críticas, los organizadores de París 2024 se disculparon dos días después afirmando que nunca hubo intención de faltar al respeto a ningún grupo religioso.
Comunicado completo de la CEP
La irreverente, distorsionada y escandalosa representación de la Última Cena del Señor, en la apertura de los Juegos Olímpicos 2024 en París, ha herido la sensibilidad de millones de personas que proclaman y reconocen la riqueza humana y espiritual que condensa esta Sacra Imagen que acompaña a millones de hogares en el mundo.
Todo símbolo revela valores, sintetiza historia y tradición, expresa la identidad colectiva y comunica la fe de un pueblo, como lo refleja la Gran Obra de la Última Cena, de Leonardo Da Vinci, para el Mundo Cristiano. Un símbolo exige respeto, rechaza la burla; merece veneración y no profanación.
En la dictadura de lo irreverente, como ha sucedido en el mencionado acontecimiento, se erosiona la tolerancia, se ofenden los derechos humanos, se incita al odio y se destruye el respeto a lo sagrado.
En una cultura de diálogo y tolerancia, de libertad y democracia, la libre expresión no puede servir para afectar el derecho fundamental de la libertad religiosa de millones de cristianos en el mundo.
La cohesión de los pueblos se teje y se alcanza solamente si existe un respeto profundo a la dignidad de las personas y a los símbolos que los unen, los cuales deben ser respetados, venerados y amados, como gran tesoro de los pueblos.
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