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Conoce a la ajedrecista que desafió a los hombres y conquistó siete campeonatos

Con un récord invicto en torneos mixtos y siete campeonatos mundiales, Menchik dejó una huella imborrable en la historia del ajedrez.

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Fecha Actualización
El mes de junio será recordado en Alemania como uno de los más impactantes y trágicos de su historia reciente, marcado por una serie de ataques contra Inglaterra y la lamentable muerte de la icónica ajedrecista Vera Menchik.
A lo largo de junio, diversos ataques se perpetraron contra Inglaterra, resultando en miles de muertes y conmocionando a la comunidad internacional. Estos actos de violencia han generado un clima de incertidumbre y miedo tanto en Alemania como en el resto de Europa, intensificando las tensiones políticas y militares en la región.
El 27 de junio, una noticia adicional sacudió al mundo del ajedrez y al público en general: la confirmación de la muerte de Vera Menchik, la primera campeona mundial femenina de ajedrez. Menchik, que ostentó el título desde 1927, es recordada no solo por sus habilidades excepcionales en el tablero, sino también por romper barreras de género en un deporte tradicionalmente dominado por hombres. Su legado perdurará como un símbolo de determinación y excelencia.

¿Quién es Vera Menchik?
Nacida en Moscú el 16 de febrero de 1906, Vera Menchik, cuyo apellido original era Menchikova, creció en una familia acomodada. Su padre, Frantisek Menchik, era un checoslovaco que administraba propiedades pertenecientes a la nobleza rusa y poseía un molino. Su madre, Olga Illingworth, una inglesa que trabajaba como institutriz para los hijos de nobles, completaba el núcleo familiar. La familia vivía en un amplio departamento de seis habitaciones, reflejando su buena pasar.
A los nueve años, Vera aprendió los secretos del ajedrez gracias a su padre, y a los catorce años perfeccionó su juego en la escuela. Sin embargo, la Revolución Rusa de 1917, que derrocó a los zares e instauró el comunismo, cambió drásticamente la vida de Menchik. Sus propiedades fueron confiscadas, y la familia quedó profundamente afectada.
En 1921, la familia se desintegró. Frantisek regresó a su ciudad natal, Praga, mientras que Olga decidió mudarse a St. Leonards, en Hastings, al sur de Inglaterra, llevándose a Vera y a su hermana menor, Olga, quien también se convertiría en ajedrecista. En Hastings, vivieron con la abuela materna, Marie. Una de las anécdotas que los biógrafos de Vera recuerdan es su sorpresa al ver que el lechero dejaba las botellas en las puertas de las casas sin que nadie las robara, una situación impensable en la Rusia de su infancia.
Al llegar a Inglaterra, Vera adoptó el apellido Menchik y se sumergió en el ajedrez, un refugio en un país cuyo idioma desconocía. Su talento y dedicación no tardaron en darle frutos. En 1927, se convirtió en la primera campeona mundial de ajedrez femenino, título que retendría hasta su muerte. Su trayectoria en el ajedrez rompió barreras de género y estableció un legado duradero en el deporte.
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Inicio de Vera Menchik en el ajedrez
El destino parecía haberse alineado perfectamente para Vera Menchik cuando, a los 17 años, se unió al prestigioso Hasting Chess Club, en una ciudad reconocida como el bastión del ajedrez británico. Allí, recibió instrucción de dos destacados maestros: James Drewitt, campeón del club, y Géza Maróczy, un húngaro que alcanzaría la norma de Gran Maestro en 1950. Ambos quedaron asombrados por el talento de Menchik, quien, en un ámbito predominantemente masculino, sobresalía de manera notable.
En apenas dos años, Menchik ya comenzaba a dejar su huella. En 1925, derrotó a la campeona británica Edith Price, consolidándose como la mejor ajedrecista del país. Aunque no podía competir en el Campeonato Británico de Ajedrez Femenino debido a la falta de ciudadanía, Price aceptó un desafío de Menchik. Jugaron dos matches a cinco partidas cada uno, y en ambas ocasiones, Menchik se alzó con la victoria por 3 a 2. Este triunfo marcó su consagración en el mundo del ajedrez británico.
Solo un par de años después, en 1927, Menchik alcanzó la cima de su carrera al ganar el primer Campeonato Mundial Femenino organizado por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Este evento se celebró simultáneamente con la primera Olimpiada de Ajedrez masculina y contó con la participación de 12 jugadoras de 8 países, que compitieron en un sistema de todas contra todas. La superioridad de Menchik fue abrumadora: ganó con un puntaje de 10,5 sobre 11, dejando muy atrás a Katarina Beskow y a Edith Price, quien terminó a 5 puntos de distancia. La única partida en la que Menchik cedió un empate fue contra Edith Michell.
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Enfrentamiento con hombres
La extraordinaria carrera de Vera Menchik en el mundo del ajedrez no solo rompió barreras de género, sino que también demostró su habilidad para competir y sobresalir en torneos mixtos. Si bien sus resultados contra las grandes figuras de la época fueron variados, cuando se enfrentaba a jugadores de nivel estándar, su talento brillaba intensamente. Sus victorias resonantes en torneos mixtos la llevaron a ser respetada y admirada por sus contemporáneos.
En mayo de 1928, Menchik compitió en Scarborough, donde obtuvo el séptimo lugar, pero fue al año siguiente, en Ramsgate, donde captó la atención de todo el mundo del ajedrez.
En un torneo por equipos denominado “Gran Bretaña vs. Resto del Mundo”, compitió junto a su antiguo entrenador Géza Maróczy y al excampeón mundial cubano José Capablanca.
El equipo extranjero obtuvo una victoria holgada, y Menchik terminó invicta, quedando segunda en su equipo y en la tabla general, apenas medio punto detrás de Capablanca. Esta actuación impresionante le valió elogios del entonces campeón del mundo, Alexander Alekhine, quien la describió como “un fenómeno” y destacó su victoria sobre Fred Yates en la primera ronda como histórica.

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En torneos mixtos, Menchik acumuló 41 victorias, incluyendo notables triunfos sobre figuras de renombre como Max Euwe, futuro campeón mundial, y otros grandes maestros como Edgard Colle, Albert Becker, Friedrich Sämisch y Mir Sultan Khan. Con un toque de humor sexista, Becker sugirió que aquellos que perdieran contra Menchik formarían parte del “Club Vera Menchik”, y tras ser derrotado por ella, fue apodado presidente de esta imaginaria institución. No obstante, Menchik también enfrentó menosprecio; se cuenta que la esposa de Euwe una vez revisó el salón de juego para asegurarse de que su marido no se había dejado ganar.
Aunque su superioridad contra las competidoras femeninas era abrumadora, Menchik continuó participando en torneos femeninos, no por dinero sino por pasión. Los torneos femeninos no generaban ganancias, y Menchik se mantenía dando clases de ajedrez, escribiendo sobre el tema, ofreciendo exhibiciones simultáneas y enseñando bridge. En 1939, era directora del British National Chess Centre en Londres, un cargo que ocupó hasta que el edificio fue destruido por los ataques alemanes durante la guerra. Además del ajedrez, Menchik disfrutaba del tenis, la cerámica, el teatro y el cine.

Logros de Vera Menchik
Con talento y una concentración inquebrantable, Menchik ganó siete campeonatos mundiales femeninos consecutivos: Hamburgo 1930, Praga 1931, Folkestone 1933 (donde triunfó en todas las partidas), Varsovia 1935, Estocolmo 1937 y Buenos Aires 1939. En estas competencias, disputó 83 partidas y solo perdió una. Su dominio en el ajedrez femenino fue absoluto.
Menchik compitió representando diversas nacionalidades a lo largo de su carrera: como rusa en el primer mundial, checoslovaca en los siguientes cinco (la nacionalidad de su padre) y finalmente británica, tras casarse con el inglés Rufus Henry Stevenson. A pesar de su talento, Menchik nunca terminó de encajar completamente en ninguna comunidad ajedrecística.

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