Ricardo Gareca vivió, al mando de la Selección Peruana, una de las etapas más satisfactorias de su carrera como entrenador: fue la cabeza detrás de un tercer puesto y subcampeonato de América (2015 y 2019), del retorno a una Copa del Mundo luego de más de 30 años, y de la reconciliación entre el hincha peruano y su alguna vez tan querida Selección.
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Eran los buenos tiempos, que, tal vez, no fueron valorados como tal en su momento. Quedar fuera de Qatar 2022 y desacuerdos con la gestión de Agustín Lozano fueron las causales del divorcio entre el fútbol peruano y una de sus figuras más importantes de los últimos años. Por la Videna pasaron Reynoso y Fossati, mientras que el ‘Tigre’, tras un olvidable paso por Vélez Sarsfield, fue anunciado como técnico de nuestro clásico rival, la selección chilena. En aquel entonces, medio mundo pensó que quien salió mejor parado de la ruptura había sido el DT. Sin embargo, nadie esperaba lo que estaba por venir.
Con tan solo dos partidos ganados (ambos, amistosos) de nueve disputados, y con ‘La Roja’ en el último lugar de la tabla eliminatoria, la actualidad de Gareca es desastroza. Casi tanto como la de su ex, venida a menos, irreconocible, y estancada en penúltima posición. ¿Quizás, en esta historia, entrenador y equipo estaban destinados a ser felices juntos, y miserables por separado? ¿Habrá perdido, cada uno, a su ‘media naranja’?
Por la Selección pasarán más técnicos, y, de seguro, el recambio generacional llegará, tarde o temprano. No obstante, hoy, solo queda recordar con cariño nuestros días felices, e intentar no caer en encontrarse con el rincón más triste de la nostalgia. Siempre tendremos Moscú.
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