El sueño del niño que llegó a La Victoria a los siete años, y que nunca pudo debutar oficialmente con el equipo de sus amores, está a punto de cumplirse. Ese niño, que se marcharía a Alemania a hacerse un nombre a punta de goles y que se convertiría en el capitán y goleador histórico de la Selección Peruana —a la cual supo cargarse al hombro en momentos buenos, como también (y sobre todo) en los malos—, ha vuelto al lugar que lo vio nacer (futbolísticamente hablando).
La relación entre el goleador y Alianza Lima está forjada por fuertes lazos. Paolo siempre estuvo destinado a vestirse de blanquiazul: no solo es hincha del club desde chico, sino que, además, es sobrino carnal de José Gonzales Ganoza, histórico arquero del fútbol peruano, ícono aliancista, y uno de los mártires del Fokker. Su tío ‘Caíco’, que lo llevaba a los entrenamientos y partidos de los íntimos desde muy pequeño, no solo le transmitió su amor por el fútbol, sino también por la camiseta que vistió por tantos años, hasta la noche de su muerte, aquel trágico 8 de diciembre de 1987.
Su arribo a Lima revivió una imagen a la que los fanáticos del deporte rey se habían desacostumbrado, propia de tiempos de vacas gordas en la Videna: un Guerrero con una sonrisa en el rostro. La ilusión de volver a Matute debió haberse hecho imposible de esconder. Después de todo, el nueve ha mencionado, en múltiples ocasiones (incluso mucho antes de asomarse el ocaso de su carrera), que quería colgar los chimpunes donde todo empezó.
En Alianza, por su parte, se han propuesto a recibir a uno de sus hijos más laureados por todo lo alto. Se espera un marco apoteósico en el Alejandro Villanueva para darle la bienvenida al ‘Depredador’, hoy, a partir de la 1 de la tarde. Al club le bastó con dejar que la presentación de Paolo se pase de boca en boca —no se hizo ningún tipo de publicación que anuncie directamente el fichaje en redes sociales, ni en ningún tipo de plataforma, canal o quiosco— para agotar las entradas dispuestas para tan magno acontecimiento. Los íntimos se limitaron a poner a la venta un evento titulado Donde Todo Comenzó, que, con la presencia de varios artistas, daba la impresión de tratarse de un concierto, o la celebración de un título, en todo caso.
Queda clarísimo que se trata de una ocasión más que importante para el hincha de Alianza Lima, independientemente de si es detractor o adepto de Paolo. Es también un hecho histórico para el fútbol peruano. Si no lo cree, solo piense en que el día de hoy nadie está hablando ni de la Selección, del centenario de Universitario, ni (lamentablemente) del título nacional que consiguieron las ‘íntimas’ el pasado viernes, justamente, frente a sus ‘comadres’.
DESPUÉS DE TODO ESTE SENTIMENTALISMO...
Pisando tierra, vale mencionar que, detrás del “fichaje del año”, se esconde una verdad algo incómoda: tanto para Paolo Guerrero como para Alianza Lima, esta operación implica un riesgo. Por un lado, pese a que aún no se conocen con precisión los detalles del acuerdo entre el club y el delantero, ya hay quienes especulan y cuentan acerca de desproporcionadas cláusulas contractuales, que van desde un supuesto cargo para Doña ‘Peta’ dentro del área administrativa del equipo, a un porcentaje de la taquilla yendo a parar, a modo de bono, a las arcas del jugador. Todavía no se sabe nada, pero, de seguro, traer de vuelta al ídolo no debe de haber sido barato.
Algo similar sucede desde el punto de vista deportivo, y es que no hay que olvidar la forma en la que Guerrero se marchó de la César Vallejo: rehusándose a jugar y seguir las indicaciones del DT, para luego resolver unilateralmente su vínculo con el equipo; los Acuña podrán ser de su agrado o antipatía, pero, ciertamente, Paolo dejó en el aire a todo el club. Nacen, entonces, fundamentadas interrogantes, como por ejemplo, ¿aceptará ser suplente? ¿Cómo será su relación con el técnico (que no lleva ni un mes en el banco blanquiazul) y sus compañeros? ¿Cómo se llevará con los otros ‘pesos pesados’ en el vestuario, como Hernán Barcos? A todas esas dudas —cualquiera de ellas, destructoras potenciales de grupos— se suma el hecho de que ‘el capitán’ no juega desde la Copa América, y, sinceramente, no se encuentra en la mejor forma física y futbolística de su vida. Las posibilidades comerciales surgidas a partir de su contratación se esfumarían si el experimentado goleador no rinde.
Por el lado del futbolista, el peligro es reputacional, pues algún tipo de incidentes como los de Trujillo, no haría más que darles la razón a quienes lo acusan de engreído. Son muchas las cosas que pueden salir mal, y terminar por jubilar a Paolo Guerrero de la forma más amarga. A él solo le queda darlo todo (como ha sabido hacer en más de una ocasión). Por su tío ‘Caíco’, el hincha de Alianza, y su legado.
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