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Chile vs Uruguay: El limonazo uruguayo que dejó fuera a Chile del Mundial México 86
Un encuentro definitorio entre Uruguay y Chile tuvo un vegetal, e insólito, protagonista en aquel 7 de abril de 1985.
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A lo largo de la historia de las eliminatorias mundialistas sudamericanas hemos visto de todo: épicas clasificaciones, encuentros reñidos por el último pasaje a un mundial, tristes eliminaciones de equipos que quedaron fuera por un punto, por diferencia de goles o por un limón.
No leíste mal. En algún momento de la rica historia futbolística de Sudamérica una clasificatoria entre dos equipos se definió por un fruto, un pequeño cítrico que amargó el año a la selección de Chile en su intento por llegar a disputar el Mundial México 1986. ¿Qué ocurrió exactamente?
Para saber de esta historia nos tenemos que remontar al año 1985, cuando el formato de clasificación al mundial se disputaba de una manera distinta, aquellos años cuando la generación dorada de la selección peruana, a cargo de Roberto Chale, tentaba su tercer mundial consecutivo.
Sin embargo, no estamos aquí para hablar de la selección nacional, debemos conocer el formato de juego. Era de tres grupos, uno de cuatro integrantes y otros dos de solo tres. La selección chilena se ubicaba en el Grupo 2, junto a Uruguay y Ecuador, que se debían enfrentar en partidos de ida y vuelta.
Los primeros lugares de cada grupo conseguían su boleto directo al mundial, mientras que los el segundo lugar de cada grupo y el tercero del Grupo 1 se disputaba un cupo de repesca.
El camino de Chile hasta aquel 7 de abril
Chile logró sacar un empate en su visita a Quito, con un tanto de Juan Carlos Letelier, uno de los artilleros históricos de la selección sureña. El partido de vuelta fue un baile ante Ecuador, ganando por 6-2 con una gran actuación de otro crack chileno, Jorge Aravena, un nombre que hay que recordar.
Cabe recordar que en estos tiempos, un triunfo te daba dos puntos, mientras que los empates te concedían solo uno. Caer derrotado era sinónimo de no obtener punto alguno. Chile entonces tenía que recibir un 24 de marzo de 1985 a la selección Uruguaya en Santiago.
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El encuentro muy accidentado por el inhóspito clima que crearon los hinchas de la selección chilena, que provocó que el partido esté cerca de suspenderse. Y es que el fútbol de estas épocas era muy distinto al de ahora, pues la lluvia de objetos que caían desde las gradas contra los jugadores uruguayos al momento de los tiros de esquina era algo que en estos tiempos haría que el encuentro se suspenda.
Los mismos comentaristas chilenos condenaban el accionar de los hinchas mapochos, que no dejaban tranquilos a los jugadores de la celeste de jugadores de la talla de Enzo Francescoli, Venancio Ramos y un conocido nuestro, Sergio Santín, actual mano derecha de Ricardo Gareca en la selección peruana.
Es más, el encuentro fue paralizado durante 20 minutos cuando una piedra impactó en contra del árbitro principal, el colombiano Jesús Díaz, quien quedó tendido en el campo durante algunos minutos. Esto en tiempos actuales acarrearía un gran castigo en contra de Chile, pero como dijimos, eran tiempos diferentes.
Sin embargo, el partido no fue solo violencia indiscriminada. Hugo Rubio y el aclamado como “gol imposible” de Jorge Aravena le daban la victoria a la selección chilena sobre su rival directo, llegando así a los 5 puntos sobre los 2 que tenía la selección de Uruguay.
El triunfo posterior de los uruguayos sobre Ecuador dejaba la tabla apretada entre chilenos y charrúas, pues en la última fecha, Chile llegaba con sus 5 puntos contra 4 que tenía Uruguay, todo se definía en el Centenario de Montevideo el 7 de abril de 1985.
Todo se definía en el Centenario
Uruguay estaba obligado a ganar, mientras que a Chile un empate le bastaba para disputar el mundial de México 1986, sin embargo, las cosas no serían fáciles para ambas selecciones.
En el Centenario la cuenta se abriría rápidamente, pues apenas a los 9 minutos de juego, Juan Batista ponía en ventaja a la selección charrúa, pero en el minuto 29, Aravena ponía el empate vía penal y así terminó el primer tiempo.
La urgencia de la selección uruguaya por anotar y, sobre todo, porque no le anoten un nuevo tanto se podía sentir en la piel. En el minuto 60, ya en el segundo tiempo, una falta en el área sobre Enzo Francescoli fue convertido en gol por Venancio Ramos, un nombre que tampoco debemos olvidar.
Los uruguayos parecían dubitativos entre ir a conseguir un gol que les de tranquilidad o cuidar el resultado, pues un empate sorpresivo podía dejarlos sin clasificación directa. El gol de Venancio Ramos podía volverse inservible en cuestión de segundos.
Los últimos minutos eran eternos para los charrúas, la ansiedad crecía en ambos equipos y, para darle una emoción insana, el juez argentino Carlos Espósito pitó un tiro libre muy cerca del área uruguaya.
El limón que cambió la historia
¿Recuerdan los nombres que les pedimos no olvidar? Jorge Aravena, por el lado de Chile, era un experto en tiros libres, no en vano es el máximo anotador de tiros libres de la historia de su selección. El estadio enmudeció ni bien Aravena puso la pelota acomodada para su zurda.
El mundial estaba a solo un zurdazo de Aravena en una posición muy parecida a un penal. Si anotaba, Chile era el primero del grupo y hacía maletas para ir a México 86. Sin embargo, aquí es donde entra el otro nombre que no debías olvidar: Venancio Ramos.
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El mismo Ramos cuenta que cuando se acercó a su portero, Rodolfo Rodríguez, el mismo que sufrió aquel “gol imposible” de la misma zurda de Aravena, para arengarlo en esta complicada situación, el mismo arquero respondió tajantemente: “Flaco, si va al arco, es gol”.
Todo era tensión en ese momento, pero Ramos en ese momento, según su mismo relato, vio limones en el campo, pues el arco que defendía el Rodríguez había sido defendido por el chileno Roberto Rojas en el primer tiempo, y los hinchas uruguayos le habían lanzado algunos “regalitos”, un vuelto por lo ocurrido en Santiago en el partido pasado.
Venancio Ramos tenía que hacer algo para evitar el tanto, pues su portero lo había finiquitado con una respuesta que no era nada descabellado, pues se trataba del mejor lanzador de tiros libres de la época.
“Venancio Ramos se pone a mi costado izquierdo, a la misma altura de la pelota. ¿Por qué se pone ahí si cuando uno va a defender se interpone entre la pelota y la portería? Él estaba en una posición que no tenía ningún sentido, pero no pensé en nada extraño”, comentó Aravena, muchos años después.
Y aquí entra el tercer actor y el protagonista de esta historia, el limón que encontró Venancio Ramos en el campo, un cítrico que amargó a los hinchas chilenos. Venancio Ramos toma el limón, y cuando Aravena iba a pegarle al arco, lo lanzó contra la pelota moviéndola ligeramente y provocando que el remate del chileno salga muy desviado.
Pese a que no hubo protestas inmediatas por el “limonazo”, Aravena cuenta lo que le dijo al árbitro: “Usted vio que le tiró un limón, tiene que repetirlo”, la respuesta del árbitro no se hizo esperar: “No Aravena, si yo repito ese tiro libre nos matan a todos, déjelo así”.
Y así, con un limonazo de por medio, el partido terminó con el marcador 2-1 y Chile se quedaba en un indeseable segundo lugar, que lo obligaba a jugar el repechaje ante Perú y posteriormente ante Paraguay, que no podría sobrepasar y quedó, finalmente, sin mundial.
Por su parte, Uruguay accedió de manera directa al mundial México 86, que significaba su regreso a los mundiales luego de 12 años de ausencia. Sería algo injusto decir que el limón dio la clasificación a Uruguay, pero también sería injusto decir que el limón fue parte de aquella clasificación.
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