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Gracias por devolvernos la sonrisa [CRÓNICA]
Un flaco y once muchachos nos han devuelto la esperanza. Lloraremos, de alegría o pena, pero lloraremos y eso es más que suficiente para agradecerles.
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Siete presidentes, un conflicto armado interno, tres megaterremotos, una dictadura y millones perdidos por corrupción. El Perú ha sufrido demasiado en estos en estos últimos 35 años. Pero también lo ha hecho en el fútbol, el deporte bendito que en solo 90 minutos es capaz de hundir a un país en la más desoladora tristeza o hacer flotar de alegría. Porque no se trata de ver a 22 jugadores detrás de un balón, esa sería una definición, digamos, tonta. Mejor quedémonos con la que dijo un campeón mundial, un experto que nació pateado un balón. ¿ Es que acaso el argentino Jorge Valdano no fue preciso? "El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes". Punto final. La frase perfecta para justificar tanta pasión.
Pero antes del 85 éramos los mejores del mundo o por lo menos eso creíamos. En el Perú de nuestros abuelos un partido era una fiesta, se recordaban por los goles que metíamos y no por la tristeza de la derrota. ¿Perú perder? Eso había que dejarlo para Colombia, Chile, Bolivia, Paraguay, Venezuela. Sudamerica era Brasil, Argentina, Uruguay y Perú. Fuimos a tres mundiales en doce años. Tres mundiales jugando bonito, porque sí, el ‘joga bonito’ quizás se inventó en Perú. Miremos cualquier video de Cubillas, Uribe, Melendez, Malásquez. Pongámonos de pie y veamos mejor a César Cueto. Ese señor de pelo largo que bailaba marinera en el césped demostró que era posible escribir versos con los pies, quizás porque en el colegio le enseñaron que el Perú es un país de poetas y no podía defraudar.
Peró qué pasó luego de España 82. ¿Se acabó la magia? Quedar fuera del 86 fue un duro golpe y el llanto tuvo nombre, es más está entre nosotros. Ricardo Gareca y su derecha para colocar el 2-2 para Argentina y dejarnos sin pasajes para el Mundial de México. Los siguientes años el país se caía por culpa del terrorismo y en el fútbol ni qué decir. Tuvo que venir el ‘Ciego’ Oblitas para hacernos creer de nuevo. Eliminatorias a Francia 97 y raspamos el cielo. Todo terminó el 12 de octubre de 1997 con un 4-0 frente a Chile y una nueva generación se quedaba sin ver a Perú en un álbum Panini.
Francisco Maturana, Julio César Uribe, Paulo Autori, Freddy Ternero, ‘Chemo’ del Solar, Sergio Markarian. El Mundial nunca llegó, las ‘jóvenes’ promesas se perdieron entre ampays mientras las derrotas se hicieron costumbre. Nos hicimos hinchas de los enemigos. La vida era ver a Ecuador en el Mundial, a Chile jugando contra España, a Forlán consiguiendo el tercer puesto con Uruguay y Argentina en una final del Mundo. En el colegios nadie quería llevar la camiseta de Perú. Si querías ganar tenías que tener la verdeamarilla de Brasil.
Pero de pronto, como si todo fuese parte de una broma del destino el argentino que nos sacó del Mundial del 86 llega al país. Ya habíamos probado a un colombiano, un brasileño, un uruguayo y un trío de peruanos, quizás la gloría venga de la tierra del tango. Primeros partidos y a decir verdad solo los hinchas de Universitario creían en él. Gareca, “el flaco y desgarbado”, como diría Liberman, proponía un estilo cauto. No era el respetado Bielsa ni el revolucionador de Sampaoli. Más bien al flaco Gareca siempre se le veía preocupado, como si su mente nunca dejara de pensar.
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Pero al frente suyo tenía una oncena de jóvenes soldados de Lima, Tarapoto y Trujillo. Once muchachos que no eran fantásticos pero sí eficientes, guerreros. Victoria, derrota, derrota, victoria, derrota, de pronto una seguidilla de victorias y aquí estamos. Cuartos en una tabla que siempre mirábamos de abajo. Cuartos y a solo noventa minutos de ir un Mundial luego de 35 largos años. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo un chico de Collique es capaz de regalarnos tanta emoción? El ‘Oreja’ Flores no solo nos ha alegrado la vida, nunca antes tener las orejas grandes fue signo de orgullo entre los niños. Porque ahí escondido entre el polvo y con zapatillas desgastadas se encontraba el emblema de este equipo. Porque a sus 23 años la sonrisa de Flores está más grande que nunca. Collique volverá a ser la zona más olvidada de Comas.
Claro que esta selección ha ganado algo. Nos permitió soñar despiertos. ¿Recuerdas la última vez que saliste a la calle y tu vecino tenía la caimiseta puesta? Ya era tiempo de jubilar a la calculadora y llegar a la última fecha de las Eliminatorias mirando de frente a los cucos de Sudamérica. Hoy esta selección de 'cuevitas', 'aquinos', 'traucos' y 'flores' saldrá al campo para hacernos cantar el himno nacional más unidos que nunca. Lloraremos, de alegría o pena, pero lloraremos y eso es más que suficiente para agradecer y sonreír.
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