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Un empate que valió más de un punto
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La igualdad sin goles ante Chile les podría haber servido a Fossati y al equipo más de lo que se puede apreciar a simple vista.
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Las tablas del pasado jueves por la noche no solo fueron el resultado más justo para esta nueva edición del Clásico del Pacífico, sino que también el 0-0 fue el marcador que el ‘equipo de todos’ probablemente necesitaba. Hubo empate sin goles, pero el verdadero triunfo está en el trámite de un duelo que Perú pudo tanto perder como ganar, pero que nunca entregó. Los chilenos tuvieron la pelota y se acercaron -Alexis Sánchez falló en el primer tiempo una oportunidad que, tal vez en sus años mozos, hubiera concretado sin problemas-, pero nunca superaron a nuestros muchachos. El partido se lo pudo haber llevado cualquiera.
El chocolate aún no está tan dulce, y todavía se está lejos de aquella blanquirroja que controlaba el juego con la pelota en los pies. Sin embargo, parece ser que el barco navega en dirección correcta, y la tripulación está a la altura. Asimismo, Jorge Fossati sacó un as por debajo de la manga, el cual se espera sume definitivamente al repertorio bicolor: la presión alta.
Queda, de todas formas, mucho por mejorar. El mismo DT nacional reconoció que a los jugadores les costó controlar sus ansias, y que ello se vio reflejado en la dificultad para generar situaciones. La creación de juego asociado aún es deuda en la volante, y adelante se puede estar mucho más finos. No obstante, si los equipos se construyen de atrás hacia adelante, cabe recalcar que el primer paso fue dado con firmeza, ya que la escuadra peruana muestra cada vez mayor solidez defensiva.
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Lo más importante, pues no hay que olvidar el verdadero objetivo -el Mundial-, es la significativa mejoría en cuanto al rendimiento y actitud. Es como si la Selección recordara algo que se había venido olvidando desde hace ya un par de años. Será tal vez la confianza en su fútbol, o, incluso más fundamental, en la idea de juego. Este debut en la Copa América ha dejado, sin dudas, una oportunidad perfecta para tomar nota y seguir mejorando, como también para nutrir el espíritu del equipo, y renovar la ilusión del hincha.
LO QUE SE VIENE
No perder contra Chile era crucial, especialmente teniendo en cuenta lo que le depara, en tan solo un par de días, a Perú, en un grupo más que complicado. Se trata pues, de dos compromisos decisivos, los cuales deben salirse a jugar con la determinación y el espíritu de una final. Son dos rivales distintos (obviamente, empezando por la jerarquía), pero que comparten la capacidad de desarmar al adversario, sea asociándose por los costados, imponiendo su fortaleza física, combinando por el medio, o descansando en alguna genialidad individual.
La primera prueba de fuego es el encuentro del próximo martes, contra Canadá, un equipo que ha mostrado ciertas debilidades en la construcción de juego desde el medio, pero que es sumamente peligroso por las bandas y saliendo con espacios de contragolpe. Vencer es imprescindible para las aspiraciones peruanas en la Copa América, pues solo la victoria permitirá mantener vivas las esperanzas superar a Chile en la tabla de posiciones y avanzar a la siguiente fase.
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Finalmente, habrá que medirse, el sábado, contra el mejor equipo del mundo. Argentina presenta un desafío aún mayor, considerando su superlativo nivel: apenas pisa el acelerador, así sea con la punta del dedo, puede pasar por encima de cualquiera.
Aquella es una premisa que hay que tener en cuenta antes y después del próximo sábado, día del trascendental duelo. Perderlo no debería sorprenderle a nadie, pero lo que si debiera ser capaz de regalarle Perú al hincha son momentos. Chispazos, (aunque sea) de buen juego, y 90 minutos de pelear cada dividida como si fuera la última. Por lo visto ante Chile, la Selección estaría yendo por buen camino.
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