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¿Por qué es tan difícil encontrar buenos jefes en las empresas peruanas?
El autoritarismo detrás del escritorio es casi norma para los trabajadores peruanos. ¿Qué pueden hacer las compañías para generar líderes en sus oficinas?
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Manuel Patiño
En el Perú se trabaja mucho y se disfruta poco. La animosidad general de los peruanos hacia su centro de labores, más allá de sueldo y horarios, encuentra otro responsable: su jefe inmediato.
En el Perú se trabaja mucho y se disfruta poco. La animosidad general de los peruanos hacia su centro de labores, más allá de sueldo y horarios, encuentra otro responsable: su jefe inmediato.
Para Silvia García, directora académica de la carrera de Administración y Recursos Humanos de la UPC, el país cuenta con gestores eficientes, pero es difícil encontrar buenos líderes.
"Los jefes en el Perú son muy autoritarios. La cultura país es muy jerárquica, busca la posición del poder. Acá no existe un jefe cercano", señaló la experta.
Esta realidad arcaica de jefaturas y escritorios contrasta con una fuerza laboral de 'millennials' y 'centennials' que cada vez distingue menos fronteras.
"Los jóvenes ahora no te respetan porque tienes un cartón en tu puerta, sino porque pueden aprender de ti", indicó.
Precisamente, este debería ser el objetivo de líderes y empresas por igual: motivar a sus colaboradores para que entreguen el 101% en sus puestos.
Sin embargo, la confrontación se ve respaldada por otro temor: el de un sistema que no promueve el desarrollo laboral de los jóvenes. Es decir, tienen miedo de verse reemplazados.
La teoría dice que la compañía debe ofrecer línea de carrera a sus empleados. Pero es lógico que los 20 operarios de un área no pueden ser jefes, porque solo hay una plaza. Entonces comienza la carnicería por el ansiado ascenso.
En la práctica, esto no es muy productivo porque los jefes limitan el progreso de su equipo para no perder su trabajo, y ellos se frustran porque se quedan en el mismo lugar.
"Se debe romper el paradigma de la promoción versus gestión de empleabilidad. La clave está en capacitar al colaborador para que rote a otras áreas (movimiento horizontal) o prepararlo para que sea competitivo cuando decida dejar la empresa", anotó.
La premisa es sencilla. Si el trabajador de todas maneras va a irse, lo mejor es sacarle el máximo provecho. "Es mejor tener un colaborador al 110% durante dos años, que al 60% durante cinco", apuntó.
Ambos factores (pobre línea de carrera y malos líderes) explican que los peruanos no suelan disfrutar su trabajo: un pésimo clima laboral.
"No existe una visión estratégica de gestión de personas, y tiene que ver con cultura organizacional. Le ponemos foco al producto, pero no a las personas", sentenció García.
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